Veinte

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-No debió meterse al agua cuando apenas había terminado de comer-le dijo Daishinkan a Mary.

La muchacha no respondíó más que con una mirada. Abrazaba sus piernas. Tenía puesto un vestido, que su cuerpo humedecio, de color blanco.
Demás está decir lo que le paso en el agua; le dió un calambre y él debió ir a sacarla.

-¿Hace mucho no veía el mar?-le preguntó Daishinkan después de un rato.

-Hace unos meses estuve en la costa, pero prefiero el mar durante la noche y no tuve la oportunidad de verlo así-le respondío Mary calmadamente.

-Es muy tranquilo y misterioso este ambiente. Me recuerda un poco a usted-le dijo Daishinkan con los ojos fijos en el océano.

-Las personas me llaman misteriosa porque hablo poco, pero eso no tiene nada que...

-Lo digo porque aunque parece decir muchas cosas de usted, se reserva su lado mejor para algunos pocos. En fachada es alguien fría y distante; pero en el fondo, como dije una vez,es una persona gentil, que dedica tiempo y paciencia a los que se la han ganado. Incluso es capaz de mostrar pequeños detalles de su estima a esas personas.

-He viajado mucho, Tannat la experiencia me obliga a estar a un poco a la defensiva-le dijo ella estirando las piernas sobre la arena.

Daishinkan se quedó viendo el regazo de la muchacha y con suavidad apoyo allí su cabeza ganándose una mirada de la joven, que bajo su mano hasta sus cabellos y comenzó a despeinarlos con sus dedos. No se quejó, era lo que buscaba. Cerró los ojos y disfrutó del cosquilleo relajante que le provocaban esas manos.

-El tiempo se va...Muy lejos atrás...Y ahora estoy y también soy el hombre que busca una razón para vivir, pare decir
que hoy te quiero cada día más...-dijo la muchacha ganándose la atención de Daishinkan- Es sólo una canción. Me gusta cantar.

-Lo he notado y no logro entender el motivo de eso. No quiero ofenderla, pero no lo hace muy bien.

-¿Y qué? Yo lo disfruto...creo que es un desperdicio pasar por la vida sin disfrutar de lo que nos gusta.

-Los humanos son muy intensos creo yo.

- ¿Concluiste eso anoche?- le cuestionó, Mary, con picardía-  Tenemos un parpadeo en la existencia...hay que aprovecharlo tanto como podamos- le dijo Mary.

-Un parpadeó en la existencia-repitió Daishinkan con gravedad y sujeto la mano de la muchacha mientras se levantaba para hincarse delante de ella.

Con cuidado le apartó un mechón de cabello del rostro y se lo puso detrás de la oreja.

-Sabia que me resulta más hermosa cuando está callada-le dijo con una sonrisa algo incisiva.

-Usted sólo parece un ángel cuando está dormido-le respondío Mary un poco molesta.

-Hagamos un trato entonces-le dijo Daishinkan con las intenciones a flor de piel -Yo me encargo de silenciarla para que se vea hermosa y usted me hace dormir para que yo parezca un ángel.

No la dejó ni responder. La calló con un beso y luego otro. Debieron volver para encerrarse en esa habitación y dejar fuera al mundo y su realidad.

Desde la primera vez que la vio, ella lo inquietó. Le molestaba su natural insolencia, le molestaba su tono incisivo que parecía estarlo provocando todo el tiempo y le molestaban sus ideas, sus acciones, su mirada y su sonrisa. Lo exaltaba al punto de hacerlo dejar de lado su postura cómoda de pasividad, de inacción y falta de opinión. Lo obligaba naturalmente a tomar postura y quería saber porque ella tenía ese poder. La siguió entonces inventando una historia creíble para que ella lo dejara estar cerca. Obtuvo la respuesta, pero encontró más y se quedó a disfrutar de eso que inesperadamente, esa muchacha le ofreció y no quería desperdiciar un sólo momento.

La menos pensadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora