Catorce

846 123 28
                                    


Le beso la mano, pero no fue un gesto galante sino gentil, respetuoso, delicado y desprovisto de todo eso que Mary tanto le disgustaba. Ambos tenían hacia el otro una atracción fundada en lo opuesto que eran y se mantenían juntos por lo similares que eran. Él le soltó la mano y ella lo invitó a pasar. Daishinkan la siguió.

Era temprano y Mary le propuso ver una película y más por curiosidad que por otra cosa, él aceptó. La muchacha encendió esa pantalla frente al sofá y se sentó en la alfombra poniendo una pequeña fuente con palomitas sobre sus piernas y dandole otra a él que estaba sentado en el mueble a sus espaldas.

-¿Qué es esto?-le preguntó tomando una paloma entre sus dedos.

-Cerebros de unos seres llamados churrominos- le dijo Mary con una sonrisa.

Daishinkan miro la palomita un tanto intrigado y se la llevó a la boca.

-Tienen un sabor agradable-le dijo y tomo otra.

Mary no pudo evitar reír. Al final terminó por contarle que era sólo maíz.

-En serio que es usted muy ingenuo- le dijo mientras buscaba la película que verían a través del menú, por medio del control- Ese lado inocente... supongo que se debe a estar aislado allá arriba.

-Mi labor es...

-Una lata total- lo interrumpió Mary-Pero muy importante. El poder corrompe dicen por ahí, pero también aisla y usted está en una burbuja.

-¿Una burbuja?-repitió Daishinkan.

-Todo el mundo está en una, Tannat...todo el mundo-reiteró Mary.

-¿Por qué me llama así?

-Daishinkan es sólo el nombre de su cargo y llamarlo "Dai" no se me hace muy original- le dijo Mary-Usted necesita un nombre y Tannat le queda bien.

-Un nombre no es relevante la verdad.

-Sus hijos tienen nombres.  Podrían ser sólo "el ángel" o tener números de acuerdo al universo al que asisten,pero se les dieron nombres. Eso es parte de tener identidad. Así existan un millón de Mary, este nombre es mío y  así, todos, lo sentimos tan propios que hasta lo consideramos resumen de quienes somos...

Daishinkan la miró y pareció meditarlo un instante.

-Esta bien- le dijo luego- Usted puede llamarme Tannat. En este mundo soy Tannat.

Mary sonrio y volvió su atención a la película que hablaba de la vida de una cantante: Edith Piaf. Aquella historia mostraba gran parte de la vida de aquella mujer y también sus tristezas. Era curioso que Mary viera una película como esa. Él pensó que sería algo violento o de terror, mas la vida de una persona como esa que debió ver... Por un momento se olvidó de aquella historia y la miró a ella nada más. Mary estaba tan absorta en aquellas imágenes que parecía haber olvidado que él estaba ahí. Y entonces ese otro lado de ella apareció a simple vista: la serenidad de la contemplación.

-¿Le gusta mucho esta... película?- le preguntó buscando su atención.

-Me gusta ella- contestó la muchacha- Y su canción. Al final de mi vida quisiera poder decir eso...

-¿Qué?-le preguntó con cara de inocente.

-Que no lamento nada...Ni el bien, ni el mal- le respondío con ese aire de filósofo errante que tenía en ocasiones.

-Usted siempre habla de la muerte y los sueños-le dijo Daishinkan.

Mary sonrió.

-Sí...las personas no suelen hablar de la muerte. Las familias no se reúnen a conversar entorno a ese tema, pero la muerte es inexorable así la ignoremos toda la vida -le dijo mientras estiraba sus brazos al cielo- Bueno es hora de dormir, mañana debemos levantarnos muy temprano.

-¿Por qué?-le preguntó el Gran Sacerdote.

-Porque iremos de excursión a la montaña.

-¿Por qu...?

-porque se me ocurrió-lo interrumpió la muchacha- Supongo que no tiene objeción.

-No...

-En serio que usted necesita despertar, parece que siempre está medio dormido.

Daishinkan se había quedado sentado en el sillón mientras ella estaba en el piso, mas Mary se giró hacia él y apoyó los brazos sobre el regazo del Gran Sacerdote para descansar su cabeza ahí y quedarsele viendo con una mirada medio traviesa.

-Mañana hay una lluvia de estrellas y desde acá no será visible por la contaminación lumínica, así que por eso iremos a las montañas- le explicó.

-¿Y qué tiene de especial una lluvia de...?-la pregunta quedó interrumpida porque Mary le metió un puñado de palomitas en la boca- En serio me gusta cuando está callado o dormido. Es cuando más ángel parece...

-Opino lo mismo de usted- le respondió Daishinkan una vez trago las palomitas.

-No lo dudo-le dijo y se levantó un poco para darle un beso en la mejilla- Buenas noches Tannat.

-Buenas noches, Mary- le dijo él mientras ponía su mano en la mejilla donde ella lo besó.

Por la mañana la muchacha despertó muy temprano. A su ir y venir, el Gran Sacerdote despertó . Le preguntó que tanto hacia y ella le respondío que alistaba las cosas para salir y luego se le quedó mirando.

-Tome un baño- le dijo.

-No lo necesito-le respondió Daishinkan.

-De todas formas hágalo. Es agradable- le dijo la muchacha.

Fue agradable sentir el agua como lluvia sobre él. Fue extraño al principio desprenderse de la ropa y mirarse en ese espejo totalmente desnudo. Fue peor darle la razón a Mary y reconocer que su cabeza era muy grande en proporción a su cuerpo, pero eso era por su peinado (o eso se dijo) Después de eso vino el notar que su anatomía se había diseñado según la humana. Se quedó allí mirándose como si fuera la primera vez que se explorar así mismo en esos aspectos, hasta que se metió a la ducha y salió del baño seco, vestido, pero con el cabello desordenado y húmedo. Se encontró con la muchacha con un negro traje deportivo ceñido a su figura y la mochila sobre el hombro.

-¿Esta listo?-le preguntó viéndolo con extrañeza.

-Sí- fue la breve respuesta.

Salieron al costado de la casa donde Mary guardaba su motocicleta. Vehículo que Daishinkan vio con desconfianza.

-Si no mal recuerdo usted, colisionó en una de estas-le señaló el Gran Sacerdote, rascando su mejilla con una actitud dubitativa.

-No choque, me chocaron y aún tengo una audiencia pendiente por eso- le contestó Mary.

-Pondría llevarla volando hasta allá-le dijo Daishinkan-No me tomaría mucho tiempo llegar y...

-¿Volando?-lo interrumpió Mary con interés.

¿Volar? ¿Quién ha no ha soñado con eso? Mary lo hacía. Se sujeto al Gran Sacerdote, rodeandole el cuello con sus brazos, y él puso su mano derecha en la cintura de ella, mientras con la otra sujetaba la mochila.

-No se suelte- le dijo y se elevó veloz en línea recta hacia el cielo.

Fue demasiado rápido y Mary no vio nada hasta que él se detuvo quedando suspendido a unos dos mil metros de altura sobre la ciudad. La pelirroja quedó, literalmente sin aliento y aferrada a él como una gata que quieren lanzar lejos. Estaba algo mareada, pero bien.

-Este es el límite al que puedo volar cargandola a usted- le dijo el Gran Sacerdote- Más arriba los efectos de la presión y ausencia de oxígeno podrían causarle algunos problemas.

-Es hermoso-comentó la muchacha y él la miró de reojo. Tenía su mejilla pegada a la de él- Me prefiero al paisaje, no a usted.

-No hace falta que lo diga. A mi me parece hermosa...

-¿La vista? Si,lo es...

-Me refiero a usted-le dijo y ella lo miro entrecerrando los ojos.

-Quieres dejar de hacer eso...

-¿Por qué? A mi me resulta divertido que algo así le cause molestias sólo porque...

-Mejor vamos a la montaña, Tannat- lo interrumpió Mary y él se sonrió divertido.

La menos pensadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora