Dieciséis

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Cuando Mary abrió los ojos se descubrió en su hamaca, en su habitación. Lo último que recordaba era ver la lluvia de estrellas, apoyarse en el hombro de Daishinkan... Luego se durmió, supuso, y él la llevó de vuelta. Salió medio dormida a la sala y en el sofá se encontró con el Gran Sacerdote dormido. Caminó hasta allí y lo miró un instante. Realmente parecía un muchacho cualquiera que descansaba a gusto en ese incómodo lugar. Se arrodilló junto a él y le peino el cabello con la mano mientras miraba ese rostro redondo, que le daba ese aspecto tan infantil. Lo miraba, pero no lo veía, estaba absorta en sus pensamientos y cuestionamientos hacia si misma como para prestar atención a otra cosa, incluso a lo que hacía en ese momento. Se apartó de él y se fue al baño.

El toque de la muchacha lo despertó, pero se quedó quieto fingiendo que dormía. No le gustaba que ella desbaratara su peinado, pero si el cosquilleo que los dedos de esa muchacha le causaban. Era algo extrañamente relajante.Se levantó y fue hasta la cocina. Ella comía eso llamado avena, con alguna fruta y ese pan tostado con jamón y queso fundido, pero no encontró nada de eso por lo que su idea de hacer el desayuno se esfumó.

-Voy a la tienda- le dijo ella desde la sala y después de eso escuchó cerrarse la puerta.

Se quedó allí porque él tenía prohibido ir a ese lugar, pero le hubiera gustado acompañarla para estar al exterior. Quizá por eso salió al patio posterior. Habían dos árboles ahí, no muy altos y con frondoso follaje, muchas macetas con plantas como las mentas o el orégano; también algunas flores y claro la madre gato y sus gatitos. Dos de los cuales fueron hacia él. Levantó a uno de ellos, el que apoyo sus patitas sobre su pierna. Lo miró con atención, examinandolo. El gatito tenía una mirada algo penetrante y parecía molesto.

-Me recuerdas a alguien-le dijo e intentó hacerle una caricia, pero el animalito lo mordió-
Definitivamente me recuerdas a alguien- reitero y le dió al pobre una mirada fatal.

Se quedó sentado en ese agradable lugar a esperar a la muchacha, pero está estaba tardando demasiado. Creo una esfera de cristal en su mano y a través de esta busco ver a Mary. La descubrió caminando con dos bolsas en la mano y a su lado el joven de la fiesta. Aquello lo hizo fruncir el ceño y volvió a la casa. Pocos minutos después la puerta se abrió y la muchacha ingresó en compañía de aquel chico,
que le ayudaba con las bolsas.

-Hola Tannat ¿Recuerdas a Marcos?-le preguntó Mary.

-No, me temo no fuimos presentados-dijo un poco seco.

-Pero yo si te recuerdo, eres el primo de Mary ¿No?- le dijo el muchacho mientras iba a dejar las bolsas a la cocina.

-En realidad ella y yo no somos parientes- le dijo el Gran Sacerdote.

-¿No?- cuestionó el joven.

-No,la verdad no-le dijo Mary-
¿Te quedas a desayunar?

-Claro, si no les molesta -declaro el muchacho.

Daishinkan no vio eso con agrado, pero guardo silencio. No estaba muy seguro del motivo por el cual la presencia de ese muchacho le disgustaba o bien si, pero le era algo que prefería ignorar, mas en la libertad de manifestación que tenía en este mundo y su falta de tacto, medio conciente, no se limitó demasiado a la hora de dejar en claro que la presencia de Marcos le disgustaba, al menos en su semblante. Los escuchaba hablar sintiéndose por completo ignorado.

-Por cierto ¿Cuándo vuelves al gimnasio? El entrenador me dijo que estabas lastimada, pero yo te veo muy bien-le comento el muchacho.

-Sí, bueno...

-Lo estaba. Yo la cure-señaló Daishinkan y Mary lo miró recriminandole su declaración.

-¿Eres doctor o algo asi?-le preguntó Marcos.

La menos pensadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora