14. Mió 🤐

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Un grito desastroso retumbo en el bosque, muy cerca del lago, tal grito sonó impotente, frustrado y herido.

El dueño de tal grito esta eufórico, muy enojado consigo mismo, da varias vueltas en el mismo lugar como si el bosque fuera pequeño y no le alcanzara, por suerte hoy no toca entrenamiento con Lazuly porque no está de los mejores humores para darle clase.

Intenta formular algo en su mente, algo que mejore su estado de humor, nada, nada llega a su mente, se siente realmente mal. Su garganta retiene un nudo uno que amenaza con dejar salir, mira hacia el cielo como si el cielo le dará algún tipo de consuelo, quien diría que el hombre más fuerte necesita desahogar sus penas pero lamentablemente no puede contar con nadie, no puede llamar a sus amigos, porque descubrirían su pecado.

Aprieta la hierba verde como si tuvieron la culpa de su desdicha, siente que está por explotar, que no podrá con tanto.

En su vida había pasado por algo similar. Cierra sus ojos deseando que todo se valla al carajo, que el tiempo retroceda y regresar al instante en donde acepto entrenar aquella la culpable de que se sienta tan miserable.

“En ese momento debí de…negarme – aprieta con fuerza su mandíbula - …p-pero…que debo hacer si la amo – deja escapar una que otra lagrima – acaso…está mal…amar a una persona casada… - niega con la cabeza – no, está mal querer a quien no lo hace”.

Toma fuerza y sin más salida decide ir a un lugar que visitaba regularmente, uno que años atrás visitaba con frecuencia, uno en sonde no lo juzgarán, su única escapatoria en toda esta soledad.

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Tira el móvil sobre el sillón de su habitación, está realmente molesta, molesta de que su tío quien desde que lo llamo ayer en la tarde no responde, ni contesta sus llamadas. Se pregunta el motivo, uno de peso que justifique su falta de comunicación, comprende que ese hombre no es de aquellos que pasa con el móvil a la mano pero era la primera vez que no responde puesto que siempre aquel le regresaba las llamadas aún par de horas después pero esto sí que le parece muy extraño.

Sin más remedio decide ir averiguar que es lo que le pasa para al menos saber que Goku está bien y no estar con una preocupación, sí que siente aflicción de no saber qué le pasa.

Un mal pensamiento divaga por su cabeza, abre grande sus ojos al pensar en una posibilidad que la angustia, intenta negar ya que le resulta poco creíble puesto que aquello en lo que piensa fue hace años y duda que él vuelva hacerlo, él se lo prometió.

Cuatro años atrás.

En aquel momento yo solo tenía 16 años, corría por la grama del bosque en donde mi tío vive, necesitaba verle ya había pasado una semana desde que tuve que parar de verlo ya que mis estudios estaban cayendo en descenso, mi padre me dijo que no me daría permiso de regresar hasta que no anivelara mis calificaciones, de modo que pase siete días desvelándome con tal de adelantar tareas y materias para al fin faltar un par de días para ver a mi tío.

Aquellos siete días fueron los más largos, como si hubiese pasado un mes, aunque parezca exageración, pero era mi verdad, eso era lo que sentía en aquel tiempo, si desde ese momento ya me había dada cuenta que estaba ya enamorada de Goku.

Al correr a toda velocidad y salir del denso bosque pude localizar con mi vista a esa persona quien está sentado en una roca, a la orilla del lago, con una mirada perdida, sin duda se le puede ver muy mal como si a pesar de que ya han pasado dos años desde que su esposa lo dejo por motivos injustificados a él parece no pasar esa historia.

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