Number Four

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Su mirada verde está fijamente posada en la mujer que tiene enfrente, en su mente retumba la palabra "baño" como si fuera el eco de los rugidos de su madre enojada.

—Señorita —habla la mujer amablemente—, tengo órdenes de llevarla al cuarto de baño.

Mal no responde, se siente incómoda en el lugar en el que está.

—Señorita, por favor —insiste otra vez la mujer.

Un gruñido basta para negar sin la necesidad de hacer presente un "no". La sirvienta suspira y da un paso hacia la ojiverde intentando acercarse; se gana otro gruñido más fuerte que el anterior.

—Por favor, no quiero tener que... —La puerta es abierta antes de que la sirvienta pueda concluir su frase—. Oh. Lamento la tardanza majestad, la chica no quiere acompañarme.

Grimhilde observa a Mal con el ceño fruncido y da unos pasos hacia ella. Su azul y larga túnica se arrastra por el suelo haciendo un hermoso y único contraste con las losas de mármol.

—Ven —ordena—, es una orden.

Su respuesta es rápida en forma de gruñido. Está claro que si Mal pudiese entender a Grimhilde de seguro no le haría ningún tipo de caso; obedecer no es lo que mejor se le da.

—¿Eres sorda? —masculla; ¿quién se cree Mal para desobedecerla?— Retírate —ordena a la criada señalando hacia la puerta—. Yo me ocuparé de este diminuto "problema".

La sirvienta abandona la habitación inmediatamente y ambas féminas intercambian miradas.

—Última vez, al baño.

Los dientes de la ojiverde se asoman para demostrarle a aquella mujer que ella no le teme a nada; el depredador siempre encara a su presa por más fiera que esta sea, ¿verdad?

—Basta de faltas de respeto, sabandija malagradecida.

Su paciencia se hace nula y extiende su mano hacia la muchacha; una ráfaga de magia azul sale disparada sin dar tiempo a Mal a reaccionar, quien quizás si hubiera prestado más atención entonces habría evitado salir rodando por segunda vez en dos días.

La ojiverde se levanta del suelo de forma lenta y observa a aquella mujer con deseos de venganza.

Una mirada de odio regresa hacia ella por parte de la dueña del castillo; están en las mismas.

El silencio se esfuma cuando ambas escuchan un toque en la puerta.

—¡Majestad! —llama la voz de un guardia— ¡Se exige su urgente y solemne presencia en la sala de reuniones! ¡La "Reina de Hielo" ha regresado!

Grimhilde voltea a ver a la puerta y su expresión cambia al instante; ¿traerían noticias de aquella criatura?

—Enseguida.

La poderosa hechicera avanza saliendo de la habitación acompañada del guardia real. La curiosidad y la necesidad de saber qué sucedió la poseen.

—¿Ella ha dado detalles de la situación?

—No majestad —niega él—, dice que sólo hablará en su presencia.

Eso le basta a la mujer de larga túnica para seguir su camino pensando en la valiosa información que le darían.

Camina lentamente por el largo pasillo cruzándose con su hija quien va acompañada por Carlos. Grimhilde se detiene y luego se voltea mirando a ambos jóvenes.

—Evie Grimhilde —habla y la muchacha de cabellos azules se detiene—, ¿a dónde se supone que vas con él?

La peliazul sonríe, no puede negar la gran emoción que hay en su ser por lo que piensa hacer.

The Dragon in Her || MevieDonde viven las historias. Descúbrelo ahora