Number Twenty-Seven

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La tranquilidad y la paz del bosque eran características en aquella época del año. Los pájaros trinaban y se escuchaba uno que otro picoteo en los árboles causados por los pequeños carpinteros. El cielo lucía claro y despejado, sin ni un nubarrón negro manchando lo azul de su pureza. Parecía un lugar de ensueño: un ensueño que fue cortado por un relámpago frío que atravesó los árboles.

De un momento a otro las ramas quedaron pulverizadas y el césped se tiñó de negro. Algunas gardenias y gladiolos lucían quemados. Las aves volaron en cualquier dirección y con quizás, un rumbo muy lejano a aquel lugar no se volverían a acercar a aquella "presencia".

Los cabellos azules de Evie estaban regados sobre su rostro y sus ojos estaban cerrados. Su cuerpo estaba tendido sobre el pasto y con algunas amenazas de dolor, logró visualizar dónde estaba. No era menos cierto que se había precipitado al usar el hechizo de teletransportación, pero estaba segura de que si no lo hubiera hecho, aquella "cosa" las habría tragado. Evie se movió torpemente intentando levantarse, y en justo pensó en algo al ver su brazo izquierdo.

Ese fue el momento en que Evie se dio cuenta de que le faltaba "algo"...

—¡¿Mal?!

El grito de Evie pareció no ser escuchado por algo que no fuera una pequeña ardilla. Evie se preguntó qué había sucedido. Apoyó sus manos en el suelo y se levantó sacudiendo sus rodillas. Miró hacia todos lados desesperada y nada. ¿Dónde estaba Mal?

Se decidió a dar un paso y cuando lo hizo, sintió algo moverse detrás de ella. Evie no tuvo tiempo exacto para distinguir quien era, pero su corazón se disparó y de un chispazo, la persona vestida de negro voló en dirección a un árbol estrellándose con este. A la princesa le bastaron un par de segundos para distinguir quién era.

—Tan ofuscante...

Evie observó a Maléfica sentada en el suelo sacudiendo su negra capa de las hojas amarillentas y verdes que habían en esta. La peli-azul se mantuvo estática y con el ceño fruncido no dejó de ver a la mujer dragón. Maléfica se levantó del piso y con un gruñido ronco volvió a tener su postura usual.

—¿Dónde está Mal?

—Lo supiéramos si tu hechizo no se hubiera roto por culpa del cetro en media teletransportación.

Evie pestañeó un par de veces y frunció el ceño al escucharla.

—¿Dices que se quebró?

—En efecto.

—¿Y por qué tú aterrizaste aquí?

—Por pura suerte. —Maléfica la observó con molestia—. Habían más posibilidades de que el cetro me llevara con él pero no lo hizo.

—¿Por qué? —preguntó con una mirada de superioridad. Era obvio lo que quería transmitirle.

Maléfica apretó los dientes ante las preguntas de Evie y esta sólo se quedó esperando pacientemente una respuesta. Si no hubiera sido por ella, la mujer dragón estuviera una infinidad de metros bajo tierra. Estaba reclamando algo a costa de haberla salvado.

—El cetro ya no responde a mí. —Maléfica se quedó en silencio un momento y miró hacia unos árboles.

—¿Entonces es de Mal? —Maléfica no respondió—. Res-

La mujer dragón se llevó el dedo índice a sus labios rojos y con su mirada refulgente hizo a Evie entender que no debía hablar. Caminó unos pasos seguida de la peli-azul y se detuvo observando hacia "aquello". Los orbes marrones se abrieron de par en par y Evie no supo con qué cara ver a aquel inmenso perro de tres cabezas.

The Dragon in Her || MevieDonde viven las historias. Descúbrelo ahora