Number Sixteen

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Justo a cuatro metros de distancia del gran mago está parada una figura conocida para él. Aquellos negros y algo desaliñados cabellos pertenecen a Morgana.

Merlin se limita a observarla fijamente, percatándose de que la mujer que está frente a él es real.

Y sí que lo es.

La túnica negra e invernal de pieles azabaches de la fémina es un factor incambiable. Aquellos azulados y misteriosos orbes llenos de incontables incógnitas son el punto fijo al que Merlin observa con una notable y perceptible curiosidad, sabiendo de sobra que hay "algo" oculto tras repentina aparición.

—Morgana —pronuncia Merlin, con su voz fuerte—. Pensé que sepultada te encontrabas.

La pelinegra no muestra ninguna variación en sus facciones finas, demostrando su indiferencia total hacia el gran mago.

—¿No deseas hablar?

Morgana fija su mirada en los orbes azules de Merlin y con eso basta para elaborar una respuesta precisa.

—Entiendo. —Merlin zafa su túnica blanca y ella lo imita, quitándose su grueso abrigo de pieles y dejándolo caer al suelo—. Iremos por el viejo método.

Con un breve choque de miradas ambos rodean un punto común en el terreno, encarándose mutuamente y demostrándose el posible rencor del pasado que poseen.

La tensión del ambiente sobrepasa cualquier situación antes vivida por alguno de los dos, no hay lugar para arrepentimientos o inseguridades.

—¿Sabes el peso de tus errores?

—Por supuesto.

—Entonces supongo que estarás dispuesto a pagar con tu sangre.

—A menos que te detenga antes —replica él y con un movimiento de sus manos la gravedad sobre Morgana aumenta—. No olvides que te conozco a la perfección, Morgana.

Merlin no duda, su alargado palo negro de varias puntas aparece y con un mortal ataque lo lanza hacia la mujer que un día consideró alumna.

Morgana, por su parte, esboza una sonrisa ligera y cálida sobre sus labios, levantando su vista azul hacia el objeto, deteniéndolo con únicamente la mirada.

—Me parece una falta de respeto que usted me subestime así. —La mujer se levanta sin mucho esfuerzo incluso con la gravedad a su alrededor alterada—. ¿Acaso nunca escuchó que el alumno siempre supera al maestro?

El pecho de Merlin es atravesado por su propio bastón, logrando que por consecuencia a la perforación de su corazón, el hechicero quede atónito observando a Morgana.

Subestimarla es un error.

—Ya veo —gruñe él; el suelo comienza a quebrarse—. Parece que tendré que combatir a tu altura...

La mujer pelinegra sonríe cínicamente y seguido siente el cambio radical en la mismísima atmósfera; Morgana calcula el inmenso potencial de Merlin y su capacidad inhumana de combatir en frente de cualquier enemigo.

—A mi altura no... Yo diría que apuntarás más arriba.

En un ataque veloz y preciso el gran mago sostiene su bastón en dirección a Morgana.

—Ingenua.

En breves segundos el arma de Merlin choca contra la superficie negra y pulida de una guadaña negra, sostenida por la mujer de ojos azules. El aura caótica y de mal presagio que desprende aquel objeto es similar a la misma muerte.

The Dragon in Her || MevieDonde viven las historias. Descúbrelo ahora