Vegetta caminaba con el ceño fruncido mientras aun lo tenía en su espalda, era raro que por primera vez en lo que llevaban conociendose no dijera ni una sola palabra y pensó que era su culpa por haberle respondido allá en la casa de Fargan ¿pero en realidad era su culpa? así que se dedico a mirar al suelo y a dejar que su animal interior disfrutara el verse acogido por el olor del humano.
Llegaron a una zona que parecía un bosque solo que detrás de ello se veía una muralla que al parecer protegía la entrada a cualquier persona, el pelinegro lo dejo en el suelo suavemente y lo sostuvo de la mano guiándolo hacia unas escaleras. Todo se veía jodidamente gigante y para alguien como él que apenas salía de su hogar era como un mundo nuevo, Vegetta soltó una risita al verlo tan sorprendido e hizo que subiera rápidamente.
— Flipa ¿no? — Soltó el mayor risueño e hizo que el muchacho se parara en un bloque que lucía totalmente nuevo para él. — Solo salta, te veré arriba en un momento.
Rubios asintió algo desconfiado pero de todas maneras lo hizo, cuando llego a la parte de arriba no podía creer lo que estaba viendo. Sus orejas se movieron emocionadas y sabia que si su cola se pudiera mover también lo estaría haciendo, camino un poco para mirar hacia abajo y se dio cuenta de que el hogar donde vivía Vegetta parecía una jodida isla flotante y molaba un montón, corrió hacia la gran puerta que era la que más parecía a una entrada pero se fijo en algo rarísimo y es que la puerta decía que no era el dueño del escáner de retina.
Gruño molesto y lo intento de nuevo sin darse cuenta de que Vegetta lo estaba mirando como si fuera el ser más adorable que haya pisado Karmaland, se aburrió luego de un momento y escucho como Vegetta se hacia a un lado de él abriendo la gran puerta para ambos. Si afuera todo parecía irreal adentro era como si estuviera en una dimensión totalmente diferente, el desgraciado ese vivía en una gran mansión y todo parecía estar totalmente de otra dimensión.
— ¡Pero que guapo! — Dio pequeños saltitos revisando todo, había bastantes animales quienes pasaron completamente de el y había demasiados caballos, uno blanco le llamo la atención y se acerco suavemente.
— Parece que te gusta, si te dejas curar sin hacer algún un berrinche te prometo que lo puedes montar.
— ¡Vale!
Ambos pasaron a la gigante mansión y de nuevo el olor ansioso de Vegetta lleno el aire, a veces se sentía como si le estuviera escondiendo algo pero prefería creer que no era así y confiar en lo poco que le contaban. Se quedo mirando las paredes y se echo a reír, es que Vegetta era de lo que no había.
— ¡Pero que guapo! — Dijo entre carcajadas y se acerco a mirar más de cerca, al parecer eso había aliviado la tensión entre ambos. — Y que pan tan pequeño, ¿seguro que es así?
Vegetta se sonrojo pero de todas formas también se echo a reír, era la segunda persona que veía sus cuadros pero la mejor reacción. — Creo que mande a hacer el pan muy pequeño, ya sabes. — Levanto las cejas de forma graciosa y lo invito a pasar a la sala de estar. — Espérame aquí un momento, iré a por las cosas para poder curarte... no te muevas de aquí.
Asintió y vio al pelinegro subir las escaleras corriendo, toda la casa olía delicioso, se sentía como si su olor estuviera dañando el buen equilibrio que había ahí además que estaba demasiado ansioso... el olor del chico lo ponía algo tontito y hacia que el suyo se descontrolara sin poder hacer algo, mientras que el revisaba hasta los más pequeños detalles de la habitación, Vegetta estaba escondiendo cualquier cosa que pudiera delatar todo por lo que llevaba un tiempo nervioso, cuando bajo para encontrar con el híbrido este se encontraba bastante concentrado mirando la televisión.
— Ven aquí, osito. — Lo molesto mientras que el mismo se sentaba en el sofá, el castaño se acerco despacio y se sentó a un lado suyo con un puchero en sus labios. — No te quejes tanto, solo será un momento.
Vegetta le tomo la mejilla con cuidado y curo la herida que se hizo, sus caras estaban tan cerca que podía sentir su respiración.
— ¿Qué sucede ahora? — Hablo despacio y concentrado en su trabajo pero aun le hacia gracia ver al chico tan nervioso y como sus pequeñas orejas cafés lo delataban.
— ¿Mhm? — Si hablaba probablemente se le fuera a cortar la voz de lo nervioso que se sentía, apenas podía y controlarse para no salir corriendo.
Rubius miro fijamente a la cara del pelinegro, de verdad que se le hacia precioso todo en Vegetta y el haber estado solo tanto tiempo le estaba empezando a cobra factura... si tan solo los ojos morados de Vegetta no fueran tan lindos y la forma en la que lo hacia todo tan suavemente como si no lo quisiera rompen entonces no hubiera hecho eso.
Acuno la cara del muchacho y se inclino para lamerle la mejilla, su corazón iba a mil por hora y sentía como si todo lo que estuviera pasando fuera una puta jugada que hizo su mente. Vegetta se le quedo mirando con los ojos abiertos como si no creyera lo que había acabado de pasar y entonces todo se odio más cuando una explosión de olores lleno la habitación, arrugo su nariz e intento que sus instintos no se descontrolaran.
— ¿Y eso? — La voz de Vegetta sonaba ronca y su olor se estaba esparciendo por todos lados, intento aun más no poner sus ojos en blanco por el gusto que le daba estar ahí en ese momento. — Uff, tienes el cabello super erizado ¿algo que te haya gustado, chico oso?
— Y-yo... lo siento, solo actué por instinto. — Su cara estaba totalmente roja y soltó la cara del chico para revolverse los cabellos más avergonzado con antes, ya no daba para más pero se dio cuenta de que el chico solo lo estaba diciendo para molestarlo. — Pero bien que te gusto, hueles a...
— ¿Huelo? — Vegetta se burlo y lo tomo por la capucha de su saco para que no escapara. — Pero guapo, no entiendo que quieres hace pero si me lo explicas tal vez te pueda ayudar con algo.
"Escapa de aquí" su animal lo presiono para que saliera de esa situación, si se quedaba ahí y el olor de ese cabrón se seguía metiendo a su sistema le iba a dar algo, probablemente terminara gimiendo como un desquiciado y rogando por algo que no quería que pasara (aun) pero tampoco quería desaprovechar la oportunidad que tenía ahí enfrente.
— Ya vale, no creas que voy a dejar que hagas lo que quieras.
— Sal conmigo, Rubius... — Vegetta lo miro nervioso y agito su cabeza como recordando en lo que acabo de decir. — Digo, quiero que vayas a una cita conmigo... no podrías conocer mejor a todo el pueblo de Karmaland que conmigo.
— Vale. — Asintió emocionado y dejo fluir su olor.
Entonces Vegetta pensó en tres cosas importantes: 1. Que Rubius era la persona más jodidamente adorable y caliente que había conocido 2. Cuando estaba a su lado olía delicioso pero no lo entendía muy bien y 3. ¿Qué habría pasado si Rubius se hubiese dejado llevar más por su instinto?
Porqué el estaba ahí sin poder contenerse por más tiempo, solo pensaba en las palabras amenazadoras de sus amigos y en unos ojos verdes que lo miraban fijamente.
🐻
Oof, ¿escucharon sobre el evento de San Valentin? Ojalá nos den más momentos Rubegetta que mi corazón lo necesita urgente. Quería escribir algo pero ya no me da tiempo para hacerlo... F
Creo que este ha sido el capítulo más difícil de escribir porqué no encontraba inspiración y no tengo suficiente fluff en mi corazón xd y también incluyendo el hecho de que no puedo concentrarme en nada ._. En fin, siento si salió muy cutre pero bueno <3
Gracias por las 1K, de verdad <333 ¿Rubiuh con cabello rubio platinado o castaño? ¿Hermandad oscura o los tres mosqueteros?
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Hybrid.
FanficKarmaland están lleno de habitantes con habilidades especiales, pero hay algunos de ellos que fueron creados mucho más de lo que la imaginación puede llegar. Rubius era un híbrido de oso, se escondía en su cabaña hasta que la curiosidad lo llevó a...