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"Ya no estoy asustado, porqué estas junto a mi"

Luego de que sus nuevos amigos le ayudaran a curar a Juan Carlos III, se dedicaron a revisar cada lugar de lo que era la casa del chico. Estaba un poco desorganizada pero era bastante grande, se preguntaron cuanto le costo a Rubius lograr que cada una de las salas estuviera hecho y de cómo pasaba los días junto a sus animales.

Ricardo corría feliz por toda la casa ya que nunca había visto a su dueño con tantas personas y además tan amables como ellos, y Rubius sonreía mostrando lo feliz y agradecido que estaba de tener por primera vez personas con las que pudiera compartir, sus orejas se movían a cada lado intentando escucharlos a los dos al tiempo y su instinto de oso lo empujaba a estar más cerca del pelinegro, Vegetta también era un buen chico y su olor le fascinaba.

El humano tenía un olor de violetas combinado avellanas y si forzaba un poco más su olfato lograba recoger otro olor, no sabia si su oso se había enganchado a él pero por el momento quería tener toda su atención. Sabia que los híbridos llamaban mucho la atención y quería usar eso por primera vez, así que dejaba que el pelinegro le acariciara las orejas cada que quisiera pero en ese momento estaban haciendo algo que a cualquier híbrido lo ponía tenso.

Tocar la parte más sensible de su cuerpo y esa era su cola.

— ¡No me toques! — chillo mientras corría por toda su cada tratando de huir de Luzu quien estaba obsesionado con el tema. — ¡Toca tu culo si tanto quieres hacer eso!

— ¡No seas una nenaza, Rabis!

Vegetta se estaba sosteniendo el estomago de tanto reir, es que la situación era bastante cómica y estúpida, podía ver los colmillos del castaño mientras que gritaba y como su cabello estaba erizado. Pero ya era demasiado, tomo de la capucha al oso quien lo miro con sus brillantes ojos verdes, como si fuera un nene chiquito que no sabia nada acerca el mundo pero entonces Luzu lo hecho a perder. Sintió como las garras de Rubius le alcanzaban a hacer daño en la mano y este salía corriendo con los ojos llorosos.

— ¡Mierda, Luzu! — Grito Vegetta en medio del dolor buscando con la mirada al muchacho que se había ido corriendo a la zona de los hornos.

Rubius estaba tan asustado que no podía sacar su cabeza de sus piernas, no estaba acostumbrado a que nadie le tocara justo ahí y mucho menos un humano, además podía jurar que había rasguñado a Vegetta y que este probablemente estuviera enojado con él, eso llevaría a que ya no quisiera volver a su casa y que ya no quisiera ser su amigo.

Un lamento salió de su boca, enterró sus garras en la palma de su mano, nunca había odiado lo que era pero ahora que había lastimado a alguien que estaba empezando a apreciar. Sintió como alguien se sentaba al lado suyo, se acerco más a la pared intentando desaparecer de la vergüenza que tenía, el olor de Vegetta estaba llenando todo su espacio y quería no enloquecer.

— ¿Sabes que fue culpa de Luzu, no? — Vegetta hablo tan suave que se volvió para mirarlo curioso. — Eres un oso bueno, ¿pero qué tiene tu cola que no puede ser tocada?

— Yo... uhm, hay partes de los híbridos que no deben ser tocadas. — Las palabras tropezaban en su boca, intento recordar algo más del manual que le habían dado sus padres antes de que se marcharan.

Vegetta alzó sus cejas de manera picara y eso le hizo soltar una risita. — Vale... recuérdame nunca tocar tu cola.

"Pero tu podrías hacerlo, solo si me dejas tu olor" se sonrojo por sus pensamientos e intento desviar la mirada para no seguirse avergonzando, entonces el pelinegro empezó a tocar nuevamente sus orejas, acariciándolas lentamente como si lo intentara calmar.

— Tienes que conocer al resto de personas que viven en Karmaland, todos son muy majos como tu y te llevaras muy bien con ellos.

— ¿De verdad? — Sus orejas se movieron con felicidad, intento con todas sus fuerza no soltar ningún sonido que lo avergonzara. — Escuche de Luzu que hay otro híbrido ¿es verdad?

Vegetta lo miro enternecido, parecía uno de esos bebés osos que necesitaban ser cuidados todo el tiempo. — Si, es un híbrido de búho, es un chico muy bueno pero a veces se le va la olla haciendo bromas.

— Un ave... — abrió la boca sorprendido hasta que se dio cuenta de que Vegetta lo estaba tratando como si fuera el que se hubiera lastimado, frunció el ceño y se hinco enfrente de él. — Te rasguñe ¿estas bien? de verdad lo siento mucho...

— ¡Estoy bien! — Entonces su mirada se poso en las manos del castaño que también parecían estar sangrando. — ¿Y a ti qué te paso? — Sostuvo las manos de este con preocupación y se intento levantar para ir a buscar algo con que curarlos sin embargo Rubius lo sostuvo con fuerza sin dejarlo ir. — Déjame ir, tengo que buscar algo para curarte.

Rubius nego repetidas veces y entonces ahora tomo sus manos, con miedo de hacerle más daño, cuando las tuvo enfrente de el la lamió lentamente en la herida. Vegetta lo miro como si estuviera loco pero lo volvió a hacer hasta que esta quedo limpia por completo, tenía que curarlo a su manera. Mientras que Vegetta por otro lado estaba intentando no salir a correr porqué claro, tenía a un chicho guapo en frente de sus ojos que le estaba lamiendo.

— No necesito que me cures, Veg, los híbridos nos curamos bastante rápido y que lo hagas solo te haría perder el tiempo.

— Vale...

Ambos se quedaron mirando en silencio por un rato, sin saber que más decir para romper la tensión que se había formado justo en ese momento, de repente llego Luzu quien se les quedo mirando algo sorprendido pero de todas formas se acerco hacia donde estaban y acarició los cabellos del castaño con cuidado de no tocar sus orejas.

— Siento haberte molestado de esa manera, no sabia que te iba a molestar tanto... — La expresión que tenía Luzu daba mucha pena así que negó levemente, quitándole importancia. — Pero tu Veg... ¿estas bien?

— Sip. — Se levanto del suelo y sonrió incomodo, era hora de macharse. — Es hora de irnos, Luzu, vendremos pronto para darle su merecido recorrido a Rubius.

Ambos se despidieron, acariciando por ultima vez a Rubius y antes de que Vegetta pudiera caminar hacia la salida, Rubius lo sostuvo por el borde de su pantalón impidiendo que se fuera. — Gracias por venir a mi casa. — Sus ojos brillaron y abrazo al pelinegro con fuerza. — Nos vemos luego.

— ¡Adios Rubius! — Luzu saco al pelinegro por las fuerzas ya que este se había quedado por completo en shock, una vez que estuvieron fuera de la casa y algo alejado de ahí lo empujo con fuerza logrando que saliera de su ensoñación. — Ni se te ocurra hacer algo con él, solo lo vas a lastimar.

No sabia si podía cumplir con eso.

🐻

¡Hola! estaba de viaje así que no podía subir nada y pues no tenía nada preparado así que me demore aun más, la actualización salió totalmente tarde 7-7

Espero que disfruten el capítulo, siento que esta historia es como mi bebé así que la estoy intentando dejarla lo más linda que pueda, nos leemos pronto.

Gracias por los votos y las leídas z3

🐻

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