Capítulo 4

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[n/a]: Hago el aviso al principio para llamar su atención jajaja.

¡Tengo una cuenta de Instagram!

@chosen_race_

Vayan a seguirme, estaré haciendo dinámicas, dando devocionales, compartiendo versículos e interactuando con cada uno de ustedes. Realmente quiero que esa cuenta sea de bendición en su vida espiritual y nos ayudemos a crecer cada día más en el camino de Cristo.

Ahora sí los dejo con el capítulo:

Jueves, 5:00pm.

Lille, Francia.


— ¡No entiendo como no están estresados con todo los trabajos que nos han dejado! — exclamó un compañero de clases. — ¿Cómo hacen?

Aaron y yo intercambiamos miradas y ambos sonreímos.

— ¿Quieres saber? — preguntó Aaron.

— Pues claro, ¿Consumen metanfetaminas? ¿Van a terapia? Quiero saber, cualquier cosa me vendría bien en estos momentos.

— Oh, créeme lo que tenemos es muchos mejor que drogas, hermano — exclamé palmeando su hombro para después retirarme de allí.

Quería que Aaron hablara, él siempre ha sido retraído en temas de hablar de la fe. Tal vez me reproche por dejarlo solo, pero es necesario para su crecimiento, y sé que él lo sabe perfectamente.

Estaba realmente hambriento. Así que fui a la cafetería por algo de comer, pero terminé encontrándome algo más que comida.

— Jacob, no esperaba encontrarte por aquí.

Cerré fuertemente mis ojos cuando escuché esa voz a mis espaldas. Esa voz tan hipnótica, tan cautivante, esa voz tan seductora, pero a la vez tan hostil.

Una boca que transmite engaño por todas partes, que te miente para hacerte caer en su juego, que se aprovecha en el instante que te dormiste para robarte lo que te costó construir.

Un lobo disfrazado de oveja.

— Amélie, ¿T-tu asistes a-aquí? — tartamudeé confundido.

— Claro, estoy en mi segundo año, te lo dije la última vez que nos vimos..
Pero claro... Estabas demasiado ebrio — susurró lo último con una sonrisa que me provocó escalofríos.

Miles de recuerdos invadieron mi mente.

Las luces, la gente, la euforia, la música fuerte, el alcohol, el humo, yo bebiendo, yo y ella besándonos...

El día que rompí mi promesa con Dios.

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Mis compañeros me invitaron a otra fiesta, la séptima a la que iría desde que los padres de Lauren se fueron de viaje, las reuniones de jóvenes se habían suspendido pero la mayoría de nosotros no íbamos a dejar que eso nos afectase, porque se supone que el congregarnos no debe ser el único momento en el que pasemos tiempo con Dios, aparte que las reuniones de los domingos aún seguían, pero yo sin darme cuenta, me estuve desconectando de la fuente.

Llamados Y Escogidos II © [TRILOGÍA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora