Capítulo 27

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— ¡Mina! –me levanté, desconcertado– Yo no... –intenté explicar.

— ¿Tú no qué? ¡Te acabo de escuchar, Seungkwan! –las lágrimas salían de sus ojos como si fueran caballos de carrera, desesperados por ganar– Oí cuando se lo dijiste a Joshua, ¡Eres un traidor! –gritó y al instante, sentí el sonoro golpe de la palma de su mano contra mi mejilla, produciendo un ardor instantáneo y el seguro enrojecimiento de mi piel. Tan duro fue el golpe que, la cara se me desvió hacia un lado y Joshua tuvo que retener a Mina.

— ¡Mina, tranquilizate! –le ordenó, asustado.

— ¿Cómo quieres que me tranquilice? Si mi supuesto mejor amigo me traicionó, claro, ahora entiendo todo. –no dejaba de llorar y el coraje era visible en su rostro.

Los nudos se habían quedado atascados en mi garganta y el corazón, hecho pedazos en mi pecho, latía angustiado. Mis lágrimas eran de amargura, deseaba ferviéntemente que todo esto fuera una pesadilla.

— ¿Cómo no me di cuenta antes? ¡¿Y tú no pensabas decírmelo?! –me empujó y Joshua volvió a sujetarla.

— Min...

— ¡Te abrí la puerta de mi casa! ¿Y me pagas robándote a mi novio? –seguía farfullando llena de furia e hizo caso omiso a la voz de Joshua– ¡Qué estúpida! No puedo creer que tú... –se quedó a la mitad de la frase, le dolía bastante. La conocía y sabía que estaba echa pedazos, cosa que solo sirvió para hundirme más en la miseria.

Seguía sin poder hablar, solo lloraba y miraba a Mina.

— Hace algunos minutos estaba llorando porque te ibas. –farfulló– Ahora entiendo la razón, que cobarde. –siseó– Pero, ¿Sabes? Me da gusto que te largues, hipócrita. –me dio una última mirada despectiva, dolida y se dió media vuelta para salir de la habitación.

Me quedé inmóvil, dejando que mis lágrimas se suicidaran sin piedad; respirar me era difícil y sentía que me faltaba el aire. Joshua me miró, decepcionado.

— Ve. –alcancé a susurrar, con el hilo de voz que salió de mi garganta– No la dejes sola.

Se me quedó mirando, era una mirada extraña, estaba entre la frustración y la angustia. Pero enseguida salió detrás de Mina. Entonces me quedé solo.

Las lágrimas no se cansaban de salir y parecía como si nunca se acabaran, esto no debió de haber terminado así, ni siquiera debió tener comienzo.

Me quedé inmóvil durante un par de minutos y luego, miré a mi alrededor, ya no volvería a ver Joshua y no había tenido la oportunidad de decirle adiós.

Busqué con la mirada algún cuadernillo y divisé una hoja encima de su escritorio, tomé un bolígrafo y garabateé sobre el papel en trazos largos–:

Me lo dijiste, lo sé.

Disculpa todo el daño que hice, que le hice a ella. Era lo que menos hubiera querido que pasara. Agradezco todo lo que hiciste por mi, gracias por entenderme.

Fuiste mi mejor amigo y nunca voy a olvidarte.

Perdóname.

Te quiero.

Lo dejé sobre su cama y luego, con un nuevo dolor en el pecho, salí de aquella habitación. Me deslicé como ánima en pena escaleras abajo y cuando bajé a la sala para cruzarla y llegar hasta la puerta, la mirada de la madre de Joshua me detuvo.

— ¿Estas bien? –me preguntó. Mantuve mi mirada baja, avergonzado y negué con la cabeza– ¿Quieres una taza de té? –me ofreció, amable.

^___^ ## ★ MANUAL OF THE FORBiDDENDonde viven las historias. Descúbrelo ahora