Capítulo 12

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Era sábado por la mañana y yo buscaba de todo para matar el tiempo libre sin Mina; así que le acepté el café a Soonyoung, supuse que era un buen pretexto para burlar las horas.

Soonyoung me llevó a un café cerca del departamento, en donde me acordé inmediatamente del día que pasé con Hansol, sin embargo, la emoción no era la misma.

— ¿Puedo preguntar por qué viniste a Venecia? –me dijo cuando la chica nos estaba acomodando nuestras tazas sobre la mesa.

— Bueno, vine primeramente para visitar a Mina y tomar un descanso en mi vida cotidiana. –expliqué, dándole un sorbo a mi café. El sabor a capuchino vagó por mi boca hasta mi garganta.

— Oh, ¿Entones vives con tus padres? –inquirió.

— No. –dije, y salió mucho más seco de lo que esperaba– Mis padres murieron en un accidente.

— Oh, perdóname, no debí preguntar. –su tierno rostro se tornó comprensivo.

— No, no te preocupes. –susité.

— ¿Sabes? Mis padres también murieron. –comenzó a jugar con la taza mientras su mirada se fue profundizando en el líquido oscuro que contenía. Esperé hasta que él decidiera continuar, pendiente de la siguiente palabra que dijera– Bueno, en realidad solo mi madre murió cuando me dio a luz. Mi padre, bueno, el hombre que embarazó a mamá; se fue. –explicó, su voz tomó un tono agrio.

— Oh. –musité. No sabía que más decir, pero lo entendía muy bien al menos ambos teníamos algo en común ahora. No teníamos padres– ¿Desde entonces has vivido con tu tía? –pregunté.

— Sí. Mi tía me ha cuidado bastante bien, ha hecho un excelente trabajo por diecinueve años y no podía estarle más agradecido.

— Que linda tu tía. –dije y recordé cuando dije, o mas bien pensé, que era toda una vieja amargada.

Él me sonrió y sus ojos se volvieron a ocultar en unas líneas.

La tarde con Soonyoung fue excelente, su forma de ser, tan natural, fue lo que resulté admirando. Cuando me dí cuenta de la hora, fue cuando llegamos al departamento de nuevo. Eran las siete pasadas con quince minutos.

— La pasé muy bien, Soonyoung, muchísimas gracias. –dije apenas puse un pie fuera del ascensor, cuando me dí cuenta entonces de que la puerta del departamento de Mina era adornada por un bello ángel. Que mantuvo su mirada sobre nosotros y sus brazos cruzados con indiferencia, siempre tan elegante.

Me sorprendí de ver allí al dueño de la mayor parte de mis pensamientos. Aunque enseguida me retracté de esa idea; Hansol no tenía porque convertirse en dueño de mi materia gris.

— Cuando quieras repetirlo, estoy más que dispuesto. –me dijo, con esa sonrisa bonita sobre su rostro.

Dirigió luego la mirada a Hansol y con un movimiento de cabeza lo saludó. Este respondió de la misma manera.

— Hasta pronto. –Soonyoung se acercó y me besó la mejilla.

Pude sentir el cálido y suave contacto de sus labios contra ella, pero mi cabeza seguía funcionando tan perfectamente como antes.

Ningún pensamiento interrumpido, ningún atontamiento interno, simplemente nada. Sin embargo, sí la mirada de Hansol sobre el acto.

— Hasta pronto, Soonyoung. –dije.

Cuando lo vi introducirse a su departamento, me giré a mirar a Hansol, quien seguía parado allí, de brazos cruzados y mirándome.

— ¿Decidiste hacerle caso a Mina? –bromeó.

— ¿Disculpa? –inquirí, confundido.

Se separó de la puerta cuando yo me dirigí para abrirla.

— Eso de buscarte pareja. –musitó, pero la broma ya no le salió como tal.

Exploté en estruendosas carcajadas.

— Solo salí a tomar un café con Soonyoung para conocerlo mejor. –expliqué– Eso no tiene nada que ver con los planes macabros de Mina.

Él rió.

— ¿Con que son macabros? Se lo voy a decir, te acusaré. –bromeó, divertido.

— No hace falta, ella lo sabe. –abrí la puerta y Hansol se introdujo detrás de mí– Si sabes que Mina llega hasta las ocho, ¿Verdad? –dije, sarcástico.

— Lo sé, pero es que no tengo mucho que hacer y es mejor pasar el rato aquí mientras que la espero.

— Bueno, es agradable tenerte aquí. –pensé... esperen, esperen, ¿no lo pensé, lo dije?

— Gracias, que lindo. –musitó y en ese momento di gracias de encontrarme de espaldas puesto que todo el color se me subió al rostro.

— Mañana saldremos todos; así podrás conocer a mi hermano, Joshua, ¿Lo recuerdas? –dijo; totalmente ajeno al caos que estaba habitando en mi interior debido a sus palabras.

— Emm... sí, estoy emocionado. –farfullé.

— Joshua también.

Así, planeamos lo que sería el día de mañana y estar a su lado lo encontraba cada vez más cómodo y magnífico. Él tenía ese raro poder para maravillarme, dejarme sin el habla o adivinarme los pensamientos a veces; era simplemente sensacional y la fierecilla se regocijaba llena de felicidad; pero solo hasta que llegaba Mina, porque luego, al verlos reírse el uno con el otro y llamarse "amor" esta empezaba a incomodarse y me hacía salir de la escena cursi que no queríamos ver ni ella ni yo.

Porque empezaba a resultarme drásticamente incómodo.

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