Capítulo 31

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La luz del contestador parpadeaba cuando llegué a casa. Había estado casi toda la mañana vagabundeando por Seúl en busca de buenas fotografias para tomar.

Había tomado solo tres en casi seis horas.

Me acerqué y apreté el botón para oír el mensaje, mientras iba por un vaso de agua.

"Oh, buenos dias señor Boo, o buenas tardes según escuche mi mensaje. Su fotografia nos hafascinado y queremos que nos muestre toda la colección. Hay algo especial en esa imagen y, estaríamos muy honrados en ver su trabajo para si usted quiere, hacer la exposición. Comuniquese en cuanto oiga el mensaje. Ya sabe el teléfono de la compañia, pregunte por el señor Bin.

Que pase buen día hasta luego."

El pitido que anunciaba el final del mensaje me hizo aterrizar.

¿Cuál fotografía? ¿De qué exposición está hablando? ¿Qué señor Bin?

Corrí hasta el teléfono y garabateé el número de esa llamada en un papel, luego lo marqué y garabateé el número de esa llamada en un papel, luego lo marqué. Una voz femenina me contestó al segundo timbre.

Olmos Estudio, ¿En qué puedo servirle?

— Amm... ¿Hay allí un señor Bin con quien pueda comunicarme? –pregunté, terriblemente confundido.

Claro, enseguida.

— Gracias. –tamborileé los dedos en la mesita mientras escuchaba la fastidiosa melodía a través de la bocina del teléfono.

Oficina del señor Bin, ¿En qué puedo ayudarte? –me contestó otra voz más aguda que la primera.

Fruncí el ceño. ¿Qué allí todo mundo contestaba de la misma manera?

— Hola, ¿Podrías comunicarme con el señor Bin, por favor?

— ¿Quién lo busca?

— Boo Seungkwan.

Oh, claro. Enseguida. –dijo y transfirió la llamada por un lapso de tiempo más corto que el anterior.

Señor Boo, es usted. –dijo la voz de hombre.

— Eh... si, pero aun no entiendo quién es usted. –musité, con franqueza.

— Bueno, soy el presidente de las exposiciones fotográficas de esta empresa, Moon Bin.

Los ojos se me abrieron como platos, Moon Bin, había leído de él hace bastante tiempo; era el "productor" de las exposiciones fotográficas que tuvieron más fama en el país y no solo allí.

— ¿Señor Boo? –preguntó, ya que me había quedado mudo.

— Estoy aquí. –farfullé– Pero aun no entiendo por qué me llamó.

Pues vimos su fotografía. Nos ha encantado y...

— ¿Qué fotografia? –lo interrumpí.

— Un joven vino el día de ayer mostrándonos una fotografia que usted tomó en su viaje a Venecia, Italia, según nos contó él muchacho.

El corazón comenzó a latir debajo de mi pecho. Todo estaba cobrando sentido de pronto.

A decir verdad, la fotografia es muy buena y pensamos que una exposición con ese tipo de fotografias sería magnífico, pero antes queremos ver todas.

— Ah...

— Si se pregunta cómo conseguimos su teléfono y su nombre, déjeme decirle que tiene un amigo muy... insistente. –soltó una risita gutural.

^___^ ## ★ MANUAL OF THE FORBiDDENDonde viven las historias. Descúbrelo ahora