El agente del FBI Christopher Evans se somete a una misión para acabar con su peor enemigo, Sebastian Stan, un criminal, sin alma y corazón.
La misión es vital para acabar con el asesino de su hijo...
Todo se complica cuando la arriesgada misión se...
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Sebastian no sabe cómo es capaz de llegar a la casa de los Evans sin haber tenido un accidente automovilístico, la imagen de Alexander cayendo y la sus ojos abiertos, sin vida lo acompañan y se repiten una y otra vez en su cabeza. Se queda con el auto aparcado sin bajarse, agarra el volante con fuerza hasta que sus nudillos se vuelven blancos, siente un nudo en el estómago y sabe que tiene que tranquilizarte antes de entrar con "su" bellísima esposa que está seguro que no lo espera, para dormir.
Su pequeño hermano ha muerto, por culpa de Evans.
Quiere hacerlo pagar, quiere quedarse con su vida, con su esposa, pero sobretodo quiere matarlo con sus propias manos, quiere hacerlo suplicar por su vida y que pida morir en sus manos.
Lo quiere tanto que no importa el precio que tenga que pagar, suspira y empieza a planear cómo lograr su objetivo. Baja de la camioneta y pasan de las doce de la madrugada, un ruido más bien unos gritos bajos le llaman la atención, Sebastian busca con la mirada la fuente de ellos y se da cuenta de que en la acera de enfrente hay un auto negro estacionado que se mueve bruscamente, él se acerca con cautela y se da cuenta qué hay dos adolescentes tal vez de unos dieciocho años que forcejean, la mujer lo golpea para que se aparte de ella pero evidentemente su fuerza no se le compara.
Entonces Sebastian encuentra el remedio perfecto para liberar la tensión que lleva acumulando, la ira recorre por todo su cuerpo y sin detenerse pensarlo un poco se encamina furioso al auto se quita la chaqueta del traje, la envuelve es su brazo y sin medir su fuerza impacta el vidrio, el joven salta de su asiento.
Sebastian lo jala de la ropa y lo tumba contra el pasto de algún vecino, la joven también está sorprendida pero se limpia las lágrimas, la han salvado.
—Infeliz...—le dice Sebastian al menor.
Este está aturdido pero decide enfrentar al mayor.
Grave error...
Rápidamente termina sobre el cofre del auto con el brazo torcido, hasta el punto que cree que el hombre mayor lo va romper.
—Escúchame bien maldito...—se acerca hasta su oído aún aplicando fuerza mientras el joven aúlla de dolor—Nunca más vuelvas a tocar a una mujer así...¡¿Me entendiste?!
El menor asiente frenéticamente bajo la atenta mirada de la menor que está conmocionada por lo que está observando, era la primera cita y no sabía que saldría con un imbécil como aquel.
—Ahora, discúlpate...—volvió a decir el castaño.
Torció sólo un poco más su brazo y vio lágrimas asomarse a su cara.
—...Lo siento...—hizo una mueca de dolor—lo...sien-to...
—Lárgate...—lo soltó lentamente—sí te vuelvo a ver por aquí haré que te arresten—espetó con furia.
