El agente del FBI Christopher Evans se somete a una misión para acabar con su peor enemigo, Sebastian Stan, un criminal, sin alma y corazón.
La misión es vital para acabar con el asesino de su hijo...
Todo se complica cuando la arriesgada misión se...
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Cuando Chris logró ver el lugar donde se encontraba su respiración se aceleró, unas luz cegadora se dejó ver por el recinto, varios guardias apuntaban hacia él.
Estaba en el centro de la gran habitación, portaba unos botas que parecían de metal y eran muy pesadas, estaba rodeado de guardias.
—A partir de hoy formas parte de la prisión de Erewhon...No eres ciudadano de ningún sitio.—pronunció la voz de un guardia.—Aquí nadie sabe de nuestra existencia, cuando digo que tú culo me pertenece, a eso exactamente me refiero.
Después Chris sintió cómo algo lo hacía sentirse más pesado en los pies y observó que las botas que tenía puestos se adherían al suelo, no podía mover sus pies.
Intento dar un paso le pesaban los pies pero pudo moverse, apenas unos cuantos pasos.
—La prisión entera es un campo magnético, las botas nos dicen dónde estás.—escuchó la voz del guardia.—¡621, al área de población!
Sintió como dos guardias se acercaban hasta él y lo obligaban a moverse.
Lo llevaron a un recinto donde estaban los demás reclusos era el área del comedor, todos portaban las mismas botas que Chris.
Se dio cuenta que todos lo miraban reconociéndolo al instante, el famoso Sebastian Stan había sido capturado, algunos lo miraban con odio y otros tantos con cautela.
Chris pudo observar entra todos ellos a su objetivo de misión:
Alexander Stan.
Este lo miró y no hizo ninguna expresión, pero se levantó de la mesa donde comía y dejó salir una pequeña sonrisa, Chris se encaminó hacia él pero una voz lo detuvo.
—Hey, hey ¿Qué pasa colega?, ¿No recuerdas a la gente pequeña?—preguntó un hombre rubio de baja estatura y con lentes de gran armazón.
Chris se dio la vuelta y lo reconoció.
—Burke Hicks...—pronunció él.—Yo te arres...—se corrigió así mismo y carraspeó.—Chris Evans te arrestó por asechar al secretario general.
El hombre frunció el ceño y negó, Chris empezó a caminar en dirección a Alexander.
—No, Evans me tendió una trampa yo no tuve que ver con nada de eso...—dijo el rubio, caminando detrás de él.—Se rumoró que habías muerto.
Todos escucharon atentamente al hombre rubio.
Evans observó que todos voltearon a verlos, tenía que actuar como Sebastian.
