46 • Construir •

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« Mis huesos se calaban de miedo ».

Mis pasos eran lentos pero un poco decididos, caminaba por toda la cera al lugar donde me dijeron que queríamos para hablar sobre el plan de Min. El sol estaba fuerte, me incomodaba eso, por lo que busqué sombra de un árbol mientras miraba la hora.

— Justo a tiempo.

Mire a los alrededores y no había rastro de Seokjin, ni de Yoongi. El lugar citado era al frente de la heladería de Yoongi. Lo cual se me hacia raro, ¿cómo hablaremos del plan de Yoongi cuando su madre trabajaba al frente?

Había un pequeño parque, exactamente donde me encontré con mi padre. Pero, no estaba cerca de ahí, sino por la acerca que estaba a lado de la autopista. Había suficientes árboles a esos alrededores por lo cual me sentía cómodo sin sentir tan fuerte los rayos del sol.

Envié unos mensajes y Yoongi solo respondió diciendo que estaba en camino, que distrajo a su madre, la cual estaba en casa, no trabajando como suponía. En eso, una pelota diminuta rodó por mis pies y siguió hasta la autopista. Un can de pelaje blanco pulcro corrió tras el, y el sentido de alerta se activo en mi. Había carros pasando.

— Oh no...

Cruce la autopista agarrando al can de su collar para hacerlo retroceder y que los carros sigan su curso sin ningún accidente.

— Eso estuvo cerca pequeño, no vayas, yo iré por tu pelota —un ladrido del can y fuí al rescate de la pelota.

Volteaba a cada rato mirando los autos y ver si el can obedeció, afortunadamente fue así. Al sostener la pelota de colores en mis mano de regresó, la seguí mirando por sus llamativa gama de colores encendidos.

— Que graciosa es tu pelota, pequeñin...

Mi voz se apago al ver esos ojos almendrados al frente mío. Esos mismos ojos almendrados que brillan cuando se conectaba con los mismo de manera extraña. Me sorprendí mucho, pero una rara tranquilidad se poso en mi corazón al volver a verlo.

— Eh... Aquí está la pelota del perrito.

— Mi perrito, pequeña dulzura. ¿Qué haces aquí?

Pequeña dulzura...

Me voy a reunir con unos amigos.

Baje rápidamente la vista. Cada vez se me hacía más difícil mantener contacto con los ojos almendrados de Park. Eran bellísimos, brillaban como mil estrellas y yo solo quería unirme a su constelación. Temía que se de cuenta que me quedaba anonadado por los brillos que poseían sus ojos.

— ¿Quieres compañía? Así podemos hablar... Sobre lo que sucedió ayer.

Mi respiración se volvió mas errática. Los pensamientos de mi antigua relación invadieron mi mente. Pero, no por la nostalgia, o extrañeza, sino porque temía de nuevo lastimar y salir lastimado. Temía lastimar a los dulces ojitos almendrados de Park y que él me lastime por mi débil estabilidad.

— ¿Te encuentras bien, Jeon? —dejo de tocar a su can de pelaje como nube para empezar a tocar con una mano mi mejilla y la otra en mi cintura— ¿Hice algo mal?

Al escuchar sus últimas palabras mi corazón se derritió porque era una persona cobarde que no podía dejar el pasado atrás, que su mente lo torturaba con sus malos momentos afectando su presente.

— Dime algo, por favor... No llores, no.

Y me envolvió en sus brazos. Sentía su olor a vainilla y frutillas en mi, sus manos acariciando delicadamente mi espalda para que me calmara. Sin embargo, seguía ahí yo. Siento tan frágil como una hoja de papel que volaba por los aires. No merecía sus afectos porque no sabía si podía corresponder. No sabría si mi mente seguiría ahí atormentando todo mi alrededor. No necesitaba tiempo cuando tal vez no haya un futuro.

『Amor por Casualidad』[JiKook]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora