II

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Habían pasado dos días desde aquel momento. El fin de semana iba terminando y Claire acomodaba las cosas en su mochila. Nunca se olvidaría de lo que experimentó hacía no mucho, ni el dolor que aún sentía, el que se escondía la mayor parte del tiempo pero se mostraba cada tanto.

Inhaló y exhaló nerviosa. Debía ir a una librería al otro lado de la ciudad, la única abierta ese día, y debería pasar por la sala y luego la cocina para salir, lugares donde bien podría estar Chris. No había salido del cuarto en esos días, más que para ir al baño.

Ni siquiera había comido...

Su hermano había entrado con una bandeja con comida a la hora del desayuno, del almuerzo y de la cena, pero no había tocado nada.

Ahora tendría que pasar frente a él, probablemente, y esto le asustaba. Aún así, cargó su mochila a los hombros y abrió lentamente la puerta. Miró por la abertura unos segundos, luego la abrió por completo. Caminó a paso lento, intentando no hacer ruido alguno, hasta la puerta de entrada.

Chris no estaba en casa...

Suspiró aliviada. Salió y caminó por la vereda, muy concentrada en sus pensamientos. Al día siguiente debía entregar un trabajo para poder rendir al mes siguiente, y aún no lo había terminado. Se había quedado sin hojas en su carpeta y necesitaba más.

Cabizbaja, no prestaba atención a su alrededor. La gente la iba esquivando, algunos hasta se quejaban al chocar brazos con ella. No le importaba siquiera disculparse, sólo quería llegar a la librería antes de la noche.

Se sentía tan insegura...

Entonces, chocó de lleno con una mujer haciéndole caer un portafolios lleno de papeles.

- Lo siento -dijo la mujer-, no te vi.

Se agachó a recoger los papeles y a acomodarlos. La joven decidió ayudarla y, cuando sus manos se tocaron yendo al mismo papel, se miraron. La otra tomó los papeles y los juntó.

- Creo que te vi en algún lado...

- ¿Ah, sí? -preguntó la menor con confusión.

- Sí, un compañero de trabajo tiene tu foto en su escritorio. Soy Jill, Jill Valentine. -y extendió la mano para saludar.

Dudó, pero aceptó el saludo.

- Soy... Claire...

- Tu hermano habla mucho de ti -ambas se pusieron de pie y Jill se dedicó a guardar las hojas-. Se nota que te quiere mucho...

"Sí, me quiere... me quiere tanto que me hizo eso...", pensó la joven. Por el contrario, contestó:

- Yo también lo quiero mucho. -forzó una sonrisa, cosa que no pasó desapercibida para la otra.

- ¿Estás bien? -preguntó con preocupación.

Claire atinó a asentir y se apresuró a alejarse de Jill lo más rápido que sus pies le permitían caminar. Valentine quedó confundida, pero siguió en lo suyo, más tarde hablaría con Chris de la reacción de su hermanita... no debería importarle, pero parecía que algo estaba sucediendo...

Ya en la librería, entró y sin mirar a nadie se dirigió a la sección donde estaban los blocks de hojas rayadas tamaño oficio. Buscó con la mirada, tomó el que necesitaba y fue a la caja a pagar.

Esta vez, caminó apurada y esquivando a la gente. Quedaba cada vez menos tiempo para hacer el trabajo y era realmente necesario entregarlo. Frente a la puerta de casa, dudó. No quería entrar, pero no tenía otro lugar a donde ir.

Se armó de valor y entró.

- Hola, Claire, ¿a dónde fuiste?

Su hermano estaba cocinando la comida favorita de la peliroja. El aroma llenaba el lugar y era atrapante, hacía agua en la boca con solo hacerse la imagen mental de aquellos canelones con salsa y carne picada.

Esto le abrió el apetito.

- A la librería... -respondió sin mirarlo.

- Qué bueno, ¿qué compraste?

- Hojas...

- Bueno, ¿me prestarías algunas? -volteó.

Escuchó una puerta cerrarse y el hecho de que Claire no estuviera ahí hacía obvio que se había encerrado en su cuarto. Siguió cocinando como si nada pasara en realidad.

Lo Que Chris Le Ha HechoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora