III

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 —Postal—
1710 palabras

  Llevaba la primer carta que jamás había escrito directo a la oficina postal para enviarla. Jamás lo había hecho porque nunca antes tuve que enviar una, pero, esta vez no tenía otra opción.

  En mi cabeza sonaba como una buena idea dentro de las pocas posibilidades que tenía. La carta tenía anotada su dirección de cuando aún hablábamos, pero... ha sido hace tantos años que mandarla allí es como poner un mensaje en una botella y arrojarlo al mar, esperando que le llegue. Y esta es una prueba para saber que si obtengo respuesta, valdrá la pena el viaje.

  Pagué lo que correspondía del envío y me volví a mi casa, ¿esperando qué? No lo sé. Quería creer que la leería pero algo en el fondo me decía que eso, por mucho que yo quisiera, jamás sucedería.

[...]

  Han pasado dos semanas desde la última vez que pisé la oficina postal por última vez, pero no me he rendido.

  Volví a enviarle otra carta, en la que ahondaba en relatar mis días sin tenerlo conmigo. Parece que él jamás encontrará aquellas dichosas botellas.

  Luego de dejarla en el montón de cartas a enviar, me volví a mi casa triste como aparentemente se me hizo de costumbre estar...

  Dicha rutina se repetía cada máximo dos semanas, y mínimo tres días, durante dos años. Aún tenía la tenue esperanza de que las haya recibido, pero las ignorase, y con eso me bastaba. Escribía cartas porque no solo era un método para desahogarme, sino que quería que quedase huella, aunque sea lo más mínimamente pequeña de que me lamentaba y arrepentía por lo sucedido entre los dos.

  En ellas guardaba copias de fotos que teníamos juntos, hasta incluso una vez coloqué la copia de un dibujo que me hizo para una ocasión especial. Infantil pero con un significado tras de sí que de solo recordarlo sentía que me desmayaba.

  No estaba loco, solo expresaba el dolor que me causó que me arrancaran tan ferozmente el corazón, y se lo llevaran a donde nunca lo volvería a ver. Nada fue igual.

  Hoy tenía ganas de escribirle cómo interpreto a día de hoy todo lo sucedido.

  "Killer.

  Quiero contarte la manera en la que hoy puedo contar el proceso que poco a poco causó la muerte de mi felicidad, como si la cocieran a fuego lento. Tener la posibilidad de contarte cómo fue todo desde mi perspectiva. He encontrado esta foto, tal vez la recuerdes porque fue la primera que nos tomamos. Es la silueta de nosotros sentados en la arena de la playa frente al atardecer, recuerdo que esta en particular te hacía ilusión tener. En fin, esta es la original y yo me quedé con la copia.

  Recuerdo que nuestros padres a penas podían soportar vernos juntos, aunque no estuviéramos haciendo nada. A tí jamás te llevé a casa, pero cuando me invitabas a comer a la tuya sentía como la mirada de desaprobación de ellos me atravesaba el cuello como una lanza... Tú notabas mi miedo, y recuerdo con excepcional claridad una vez que mientras comíamos patatas fritas y mirábamos un vídeo en Youtube sentados uno al lado del otro, sentiste mi malestar y cogiste mi mano, dedicándome una sonrisa preciosa.

  Supe que cuando enfermé, no me ibas a visitar tan seguido porque tus padres ponían excusas de viajes o comidas familiares a los que te impedían faltar por mucha edad que tuvieras. Yo me sentía tan mal física y anímicamente que fingía tomar los medicamentos frente a las enfermeras porque no tenía ganas... De solo recordar eso, el corazón se me parte porque fue aquello que detonó el fin de nuestro mundo.

Blurred memories - one-shotsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora