| Parte IV | Capítulo 6: Dulces Sueños

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Los monstruos infernales seguían sueltos por la casa. El zorro pirata ya se encontraba dentro del armario, esperando en las sombras. Ambos, conejo y gallina, merodeaban por los pasillos, esperando la oportunidad de cazar al niño, quien seguía temblando con mucha intensidad.

La cama seguía desierta, tan solo había un pequeño y tierno peluche de Freddy Fazbear. Algunos sonidos robóticos y extraños se escuchaban con menor intensidad por el mueble.

El crío miraba a través de las puertas de los pasillos de la izquierda y derecha, así como la del armario. Los sonidos chirriantes provenientes de la cama se intensificaron. El pequeño se giró a iluminar la estancia.

Hasta tres Freddles se encontraban ahí. Eran pequeñas versiones del original Freddy. Tenían los ojos negros y brillantes, con pequeños y afilados dientes. Su tamaño tampoco los hacía adorables. Se movían violentamente de un lado para otro, produciendo esos sonidos extraños, pero no se dirigieron al crío, ni siquiera se acercaron.

La luz de la linterna los asustó. Rápidamente los Freddles desaparecieron entre las sábanas de la cama. El pequeño suspiró agitadamente. Ahora la cama era otro punto a tener en cuenta en estas peligrosas noches.

Pasillos, armario, cama. El niño estaba muy atento a todo. Era demasiada presión. Aquellos monstruos sin alma tan solo querían matarle, acabar con su noche. ¿Cómo los podría esquivar?

Con el paso de la hora los Freddles siguieron apareciendo. Uno, luego tres, luego dos, luego otra vez dos, luego otra vez uno, y otra vez tres. Parecía que su límite era tres.

¿Pero qué pasaría si, por alguna razón, al niño no le diese tiempo de espantarlos? ¿Aparecería un cuarto? El pequeño se vio obligado a descubrir la respuesta.

Los sonidos chirriantes, que llevaban demasiado tiempo intensificándose, desaparecieron abruptamente. El niño estaba en ese momento ocupado con el armario, y no se esperaba que de repente el ruido cesase.

No podía ser buena señal. El crío fue directo a la cama, agachándose, mientras una sombra se hacía presente en frente de él.

Nightmare Freddy era una abominación del verdadero oso pardo. Estaba muy dañado, dejando ver parte de su endoesqueleto y cables sueltos. También estaba, sorprendemente, bastante musculoso. Seguía llevando su sombrero y pajarita negra. Sus ojos también producían brillos infernales y terroríficos. Aunque su boca no era tan grande, sus dientes seguían afilados, y sus manos imponían demasiado. Por la cintura y parte del pecho estaban colgados los tres pequeños Freddles; Daba la impresión que el gran oso era como su 'mamá'.

El niño soltó un grito ahogado, en cuanto Nightmare Freddy saltó encima de él. El oso gritó de una manera terrorífica, y silenciando todo por unos momentos.

La alarma de las 6 AM sonó en el dormitorio. El sonido producido por el reloj en una de las mesas cercanas a la cama acabó con la noche de esta manera abrupta.

El niño se había caído al suelo. Se levantó, suspirando y sudando con gran intensidad. El oso había desaparecido de repente, al igual que el resto de animatrónicos Nightmare.

Una noche más.

Una de las muchas que había hecho, y de las que aún le quedaban.

¿Cuánto duraría esto? ¿Ellos se cansarían algún día?

El crío se sentía mareado. Se apoyó en las sábanas, mientras vio algo que le llamó la atención.

Había un jarrón rosa, lleno de flores, justo al lado de la cama.


[...]

5 días para la fiesta.

Five Nights at Freddy's - Donde las Memorias Nunca Mueren |FNAF Fanfic|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora