Prólogo

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La guerra había llegado a su fin, el Armagedón había terminado aunque a un alto precio. Un olor pútrido se respiraba en cualquier rincón, la agonía de los muertos en batalla era el producto de una vil y sucia guerra con objetivos egoístas llenos de crueldad. Por mas que mirara alrededor no lograba encontrar en pie a otro ser vivo más que a él mismo, que tan cruel era la vida como para mantener aire burbujeante en sus pulmones mientras veía como uno a uno de sus compañeros recibían a la muerte. Que ironía que el criado para morir aún siga con vida. 

Lágrimas silenciosas brotaron de sus cuencas mientras recorría lo que fue un hermoso y misterioso castillo. Tanto que pudo haber evitado; muertes, dolor, agonía y hasta su propio tormento si tan solo el no hubiera sido Harry Potter una marioneta sin alma manejado por letras legibles que bailaban por la mente de todos aquellos que las admiraron mejor conocida como su condena, una profecía. El fue un ser humano usado para beneficio del prójimo.

El reloj ya se había detenido hace muchísimo tiempo, silenciosamente guardar en su memoria cada una de las imágenes que este paisaje le proveía, era su único consuelo. Cuerpos que aún destilaban líquido escarlata pintaban los pies descalzos y heridos de Harry, la varita de sauco bailaba elegantemente en sus dedos mientras breves destellos verdes sobresalen de está apuntando ansiosamente a la única persona viva en el lugar... él.

Por más que le ordenará a su magia asesinarlo esta misma creaba un escudo a su alrededor que repelía al instante cualquier intento de suicidio. Frustración y odio era lo único que podía sentir en ese momento, el sólo quería morir al igual que todos ¿por que su magia no lo entendía?, acaso el era tan egoísta para aun pensar en la posibilidad de seguir vivo, ¡No!, ¡Por supuesto que no!, él no podría seguir en un mundo donde todavía era Harry Potter.

Un breve destello a lo lejos llamó su atención, sus penetrantes ojos verdes no apartaban la vista mientras su cuerpo se movía con lentitud a dicho destello. Sus pies llenos de sangre, tanto suya como de sus compañeros, se detuvieron cercanamente a lo que podía ser su salvación, la hermosa espada Gryffindor, empuñadura dorada con hermosos diamantes rojos incrustados en ella, era la respuesta; si su magia no le permitía suicidarse lo haría de otra manera. Así lo pedía la madre magia pues, si no fuera el caso, el objeto punzante no habría aparecido ante sus ojos, ante el elegido, ante el heredero único y merecedor de portar tal reliquia.

Aquel que observó que la gente menos esperada puede tener el corazón más puro, aquel que perdió a todos sus seres queridos en batalla, aquel que de la manera más muggle posible terminó con la vida de Tom Riddle alias Voldemort, aquel que en estos momentos se mantenía de pie en medio de todos los destrozos de la guerra pensando en cuál catastrófica fue su miserable y patética vida; el ya no quería ser aquel conocido como Harry Potter, el niño que vivió. 

Que al fin de esta existencia transitoria a la que tanto nuestro afán se adhiere, la materia, inmortal como la gloria, cambia de forma, pero nunca muere. 

Gotas de sangre caían con lentitud del cuerpo de Harry mientras su mirada se oscurecía a la inminente llegada de su muerte una pequeña sonrisa se asomó en su rostro mientras un hilo de sangre recorría un camino hasta la barbilla, un dolor punzante atravesaba su corazón donde la hermosa espada Gryffindor residía con avidez. Un sonido seco se escuchó en el lugar y el cuerpo de Harry residía en el pavimento. Si la vida no cumplía su capricho de morir él lo haría con sus propias manos. Lo último que Harry Potter vio en vida fue oscuridad infinita.

El 3 de mayo de 1998 Harry Potter cometió suicidio con una espada incrustada en el corazón.

He is the new black || Harry Potter ||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora