He is the new black || Harry Potter ||

Capitulo 10:Enfermería

La presión en mi antebrazo comenzó a inquietarme, picaba como si se anclaran a él un millar de agujas pero, sobre todo, comenzaba a molestarme; la gran y blanquecina mano de Severus ejercía aun mas presión ante mis discretos intentos por soltarme que, obviamente, fueron fallidos.

Las malas palabras picaban ansiosamente en mi garganta pues el toque a mi persona era, aparte de todo menos permitido, inaguantable. Crear incógnitas en la mente del brillante maestro de pociones sobre mi persona seria contraproducente, pues este, ni rápido pero mucho menos perezoso comenzó a crearse ideas de mi persona en su cabeza, ideas que estaba seguro giraban en torno a la molestia y el odio; que hilarante que aunque sea una serpiente pueda llegar a ser odiado por él como en el pasado, como si fuera un gallardo león y, así mismo, comprobando una de mis teorías... Snape, aparte de odiar a los leones sin razón, depuraba odio a diestra y siniestra sin distinción.

"Silencio ¡oh! Gran amigo mío, se mi aliado esta ocasión para evitar que mi lengua sea mas veloz que mi mente. Evitemos juntos mi muerte prematura" recitaba en mi mente sin descanso.

Snape estaba consciente de la molestia superficial del joven Vasilis que resentía su toque con abominación; ¿Que si le importaba?... en lo más mínimo, es por ello que le dio la importancia inexistente que se merecía, ósea, una importancia nula. El señor de la noble casa Prince decidió que su enojo actual era mucho más grave que el, aparente, malestar del más bajo; no solo su clase de pociones fue interrumpida sino que, también, tenía que tratar con el exasperante joven bajo su tutela que, tal parece, goza de una estúpida valentía sin sentido. Las actitudes heroicas le parecían simplemente estúpidas pero sobre todo para el, y para su casa, eran actitudes blasfemas.

- Su comportamiento no es aceptable ni adecuado, es estúpido y no acertado, es simplemente una abominación. Un comportamiento característico de Gryffindor en la casa Slytherin es simplemente blasfemia, Vasilis - Ya frente las grandes e imponentes puertas de la enfermería es donde Harrison era acorralado mientras recibía las feroces palabras bañadas en veneno provenientes de la boca de Severus que, afortunadamente, ya no tocaba su persona. La mirada altiva que Snape le dedicaba era tan oscura y ensombrecida como la recordaba, Harrison se preguntaba si el Severus de esta vida había sufrido aunque sea una mínima parte del sufrimiento que Harrison alcanzó a acariciar en sus recuerdos - Vaya a arreglar su estupidez y cuando termine su horario escolar lo espero en mi oficina. ¿Quedó claro señor Vasilis? - La dura mirada de Snape llena de sugestión dejaba en claro que esperaba algo, una respuesta ya sea para dejar en claro la diferencia de rangos o simplemente por cortesía. Harrison recordó como Severus adoraba, no más bien, amaba, ama y amara dejar en claro la posición en donde te encuentras, así como lo hizo anteriormente con el chico Potter que de lejos irradiaba odio y molestia al nombrar con respeto al profesor de pociones. Harrison lo sabia, Snape no perdería la oportunidad de humillarlo y, tal vez, castigarle un poco. ¿Por que no?, eso es algo que el haría. 

- Si, señor - Snape busco con fiereza un ápice de molestia por el honorífico utilizado en los, extrañamente, atrayentes ojos del niño Vasilis que lo miraban impasible; decepcionado es como se sintió Snape al notar un infinito vacío de emociones en aquellos ojos verdosos, todo menos molestia.

- Tch, chiquillo molesto - sin esperar respuesta alguna la larga capa negra de Snape se ondeo exageradamente advirtiendo de su retirada.

Snape tenía que regresar a lidiar con aquellos adefesios, molestos y alborotadores que dejo en su preciado salón de clases y, a pesar, de la desagradable curiosidad que sintió por el joven Vasilis sabía que reparar mucho en el niñato le traería problemas, problemas con los que no tenía ánimos de lidiar, por ahora.
En el momento que el sol toque lo mas alto de su auge saldará cuentas con el descarado Harrison, mientras tanto rezaba a la madre magia que su salón de clases se encontrará intacto y si así no fuese rezaba por las almas con las que arrasaría su enojo .