09

162 20 5
                                    

Han pasado dos noches y ya no ha vuelto a hablar por teléfono, no ha peleado con Josuke, se ven todas las mañanas, le sigue sonriendo como siempre pero está raro conmigo. Cada vez que yo bajo para desayunar junto a ellos deja de sonreír, se siente incómodo y cada vez que eso sucede Josuke se va molesto por más que Rohan le ruegue quedarse.
Ahora es incómodo que él esté sentado en la cama, dándome la espalda, pensativo y sea el único relajado acostado sobre la cama pero si le digo que me voy a dormir al sofá se altera. Estoy esperando para taparme con él. Ya parecemos peor que pareja de casados peleando por tonteras.

–¿No quieres decirme qué te sucede ahora?

No responde pero al menos logré que se parara y me mirara a los ojos.

–¿Tengo que realmente destacar que fue tu culpa que ahora esté incómodo contigo? –contesta con otra pregunta, desafiante.

–Si –respondo con tranquilidad–. Por algo te pregunto.

Se acercó y se sentó con lentitud, sin olvidar la timidez que me está mostrando. Se acostó finalmente al lado mío, mirándome aún con timidez. Es raro que sea tímido. Me siento intimidante ante a él pero no significa que me guste serlo.

–No quiero ser un muñeco para ti, esa noche parecías estar a punto... –toma una pausa nervioso– de besarme.

Me acerqué un poco más a él.

–No te quiero besar –respondo susurrándole–, pero...

–No te estoy pidiendo que lo hagas, Jotaro –interrumpe mi respuesta–. Te estoy diciendo que no quiero ser tu muñeco de despecho por tu ex esposa cuando ni siquiera lo siento por ti, lo siento por ella por tener que pasar el momento del divorcio, sé que a ti no te duele tanto.

Lo abrazo sin importar lo que me haya dicho. Debería decirle todo ahora.

–Es tu culpa –me dice–, me tienes confuso. No sé ni qué quieres aquí.

Acaricié su brazo pero me lo quita al instante al sentir que me intento acercar cada vez más a él.

–Linda coincidencia, también te culpo –susurro–, si me quedé aquí fue por la oferta que me diste. Si quieres me voy.

No quiero irme realmente pero si es lo que quiere, no tengo problema en soltar ataduras aquí. De todos modos no busco a alguien con quién desahogarme, busco que alguien me encuentre.
Intenté pararme pero me detuvo abrazándome él esta vez a mi. Ahora si lo terminaré besando si se acerca un centímetro más a mi.

–No te vayas ahora, te ayudo en la mañana pero no te vayas enseguida, ¿si?

Le di la espalda, estaba molesto. No lo entiendo ni un poco y ahora se siente tanto la distancia entre él y yo que no entiendo por qué me molesta tanto. Sentí su mano acariciar mi brazo y cuando estaba relajándome para poder dormir la quita y me da la espalda. No pude dormir bien esta noche.

A la mañana siguiente ya no estaba en la cama y se escuchaba su voz en el primer piso, la puerta está abierta. Bajé sin importar como estuviera vestido, no podía quedarme callado ahora. Aproveché justo el momento en que quien sea que fuera la vista se fuera al baño. Todo está ordenado, él está en el patio y cuando me vió se paró enseguida, tan solo me mantuve en la entrada de la puerta.

–¿Por qué? –pregunté.

Me mira confuso sin entender lo que sucede.

–¿Por qué quieres que me vaya? No me mires así.

Se acercó a mi, como si intentase calmarme por alguna razón, creo que estoy exagerando. Intenté relajarme pero no puedo lograrlo si se acerca de esa manera a mi.

–Solo lo sugerí porque te noto extraño aquí.

–¿Por qué quieres que me vaya? –insistí.

Lo miré fijamente, no quiero esa respuesta pero tampoco busco lo que quiero escuchar, quiero que sea honesto, quisiera que me diga que no quiere que me vaya pero así no tendría sentido, necesito su honestidad y si me tengo que ir, partiré inmediatamente.

–Por favor, escúchame de una vez, señor Kujo, solo lo diré una vez. Era solo una sugerencia. Deje de quejarse y madure.

Se acercó aún más al punto en que ya no había tanta distancia.

–No me estoy quejando, Rohan.

Suspiré, esperando que me dijera algo más pero no dijo nada, me hace preguntarme constantemente qué espera de mi con esa cara que me pone.

–Al menos déjame hacer algo –pedí–, por favor.

–Hazlo –contesta cruzado de brazos, teniendo esa misma mirada de siempre pero no hacia a mi.

Así que lo abracé, mis brazos rodearon por su abdomen y lo apegaron más a mi cuerpo, él aún siguió con sus brazos cruzados.

–Déjame darte lo que debí hacer hace unas noches.

Él solo asiente la cabeza. Realmente no le importa lo que haga así que solo le acerqué más, logrando que me mirara a los ojos por unos segundos, bajé mi cabeza a su cuello y lo besé. Pude ver su rostro sonrojado cuando volví a querer mirarlo a los ojos. Seguía con los brazos cruzados y cuando menos me lo espero toma mi rostro y me obliga a que lo acorrale contra el marco de la puerta, hicimos lo que debimos haber hecho esa noche, besarnos.

Se pudo escuchar unos pasos y cerrar una puerta con brusquedad pero no nos importó, el beso seguía y sentía placentero, sus labios son dulces, irresistible. Me pregunto cuánta azúcar le habrá echado al té para que su boca esté tan dulce. Cuando acabó el beso, sus manos bajaron a mi pecho, que los acariciara era la mejor sensación que podía tener en estos momentos.
Ese beso me hizo sentir completo.

ComplétameDonde viven las historias. Descúbrelo ahora