23

137 17 6
                                    

Los murmullos de la fiesta en celebración por la boda decían toda la felicidad que sentían todos por la unión de Yukako y Koichi. La música, el lugar amplio, un hermoso lugar.

Creo que me equivoqué, había algo más hermoso que este lugar y está frente a mi ahora mismo, sonriéndome, riendo a las bromas que le haga y siempre con un nerviosismo con sus manos, jugando con sus manos y desviando con ternura su mirada para luego mirarme. Fingir es tan difícil que él es el que menos puede.
De toda la música, el alcohol, las personas a nuestro alrededor, de todas las personas que podía hablar hasta entre ellos el chico que lo hostiga, sigue buscando sin darse cuenta estar a mi lado. Yo me estaba controlando pero creo que estoy perdiendo las riendas poco a poco.

De todas las personas que había dado un discurso a los recién casados fue él, nadie lo había visto tan apasionado y menos por su amigo. Solo hizo que gustara más y que la boda sea aún más reconfortante.

–¿No quieres ir a otra parte? –propone con una tierna mirada que ocultaba otra intensión.

Estuve a un pelo de caer en su encanto pero no podía irme si estaba todo preparado para cuando todos se fuera.

–Rohan –susurro sonrojado–, aún no.

Él rió, al parecer confundí su mensaje.

–Está bien, pero no era para lo que tú creías –responde alejándose de mi–. Ya vuelvo.

Y los minutos pasaron, pasaron horas, cada vez se hacía más tarde. Claro que para algunos ver al introvertido mangaka en fiesta era extraño por su personalidad, supongo que es el único que no siente raro eso aunque si complicó convencerlo en venir a esta fiesta.
Poco a poco se fueron yendo todos los invitados, el plan iba en marcha y recién pude ver a Rohan volver. Me alejé con tal de acercarme a Josuke, quien sigue allí y me pasa la pequeña cajita que necesitaba. Esta vez me acerqué, "Sweetest Thing" se empezó a escuchar, al menos sabría como establecer la conversación y allí poder finalizar con mi propósito hacia él.

–¿Tu me imaginas dedicándote estas canción? Porque ni yo podría, ni de disculpa.

Él sonríe y ríe honesto a mi comentario.

–No pero ese día en que dijiste esas cosas hirientes creo que hubiera sido una alternativa para que no te tiraras al mar ese día –contesta sonriente–, hubieras evitado estar en cama un par de días y que te cuidada como un bebé.

Sonreí por su respuesta, tomé una mano suya con tal de que no dejara de mirarme a los ojos.

–Pues lo hago ahora entonces –susurro– porque sabré que te decepciono a veces, que quizá te hayas cuestionado las razones que esté contigo.

Solté su mano, dejé la cajita en mi bolsillo y tomé sus mejillas, empezando a acariciarlas teniendo en cuenta la delicadeza en su rostro. Parecía que mis palabras estaban dando al clavo, quizá habían noches de insomnio cuestionando de que esté con él por despecho y esta noche se lo descartaré por completo.

–No sé cuantas veces te habrás cuestionado eso pero necesito que sepas lo increíble que eres para mi y he tenido los más dulces detalles junto a ti –dije, con cariño en mis palabras y secando pequeñas lágrimas que se escapaban de sus ojos–. Y para que lo sepas, necesito que mires atrás de ti.

Toma en cuenta mis palabras y da media vuelta. Está Josuke con un cartel el cual está escrito la pregunta que me he estado guardando, la propuesta que he querido hacerle después de ese día en que lo herí. "¿Quieres ser mi novio?"  Mientras seguía sorprendido por la pregunta, aproveché con tal de arrodillarme y abrir la cajita ante él. Al momento en que me mira nuevamente queda aún más sorprendido.

–Ya sabes la tradicional manera de mostrar confianza y el mayor aprecio a través del tiempo a una persona al final del ciclo escolar es dando el segundo botón del uniforme a esa persona. No la conservé en el gakuran para nadie en especial y ahora sé que lo mereces tú.

No dijo nada, solo se arrodilló, sus manos acunaron mi rostro y con una sonrisa asentía con su cabeza repetidas hasta que se aferró a mi pecho.

–Si –responde contento–, quiero ser tu novio.

Su mirada volvió a posar en mis ojos, esta vez le robé un beso con tal de expresar la felicidad que sentía. No habían palabras qué decir, solo un par de sonrisas y sus manos acariciando mi cuerpo que dijeran todo lo que hacía falta por saber y nada más.

ComplétameDonde viven las historias. Descúbrelo ahora