Nos levantamos de un salto de la cama, era mi padre. Regí las prendas de ambos del suelo, alcanzándole a Justin las suyas. Lo empujé de la espalda para que se metiera al baño y encerrarlo allí, él abrió la puerta nuevamente y caminé hacia él.
—Esto me trae recuerdos—sonrio—
—A mí también. Ahora quédate allí.
Reí, para besarlo. Él asintió y cerró la puerta. Caminé hacia la entrada y abrí la puerta a mi padre.
—Vine a preguntarte si estás bien, tu madre anda preocupada y ayer tuvimos una pequeña discusión, aparte de que Rodrigo dijo que estabas gritando…
—Estoy bien—sonreí—
—¿Segura?
—Si
—Bien, eso es suficiente. De seguro tu madre exagera y era una pesadilla. Si te pregunta le dices que fui al aeropuerto. Está dormida.
—¿Aeropuerto? ¿Viajarás?
Pregunté confundida.
—Sí, y no. Debe de haberme llegado un paquete, y de paso veo lo de tu vuelo, solo dos meses.
Sonrió entusiasmado, yo solo sonreí rogando que Justin no escuchara eso. Era como si mi padre deseara que pasaran aquellos meses para que me vaya ¿Acaso se cansó de mí?
*2 meses después*
—Qué ocurre estás más rara de lo normal
—Ya pasaron dos meses…
—¿Y?
—Javiera, nos graduaremos… en menos de dos semanas
—Si ¿No es genial? ¿Crees que tu padre acepte hacer una fiesta en tu casa por ello?
—No sé
—Trata de convencerlo… sería un día inolvidable.
—Trataré, debo irme. Me esperan—susurré—
—Oh, claro, dejarás que me vaya sola.
—¿Sola? Creo que Christian te hará una MUY buena compañía—reí—
—Noté tu sarcasmo, eh
—Esa era la idea ¿Javiera?
—Dime
—¿Qué es lo que sabes de Matías?
—No mucho, sus padres y el desaparecieron. No sé nada, nada de él. Eso es raro
—Extraño cuando me hacía reír, pero. Tal vez un día nos lo encontremos
—Ojalá no
—¿Y eso?
Pregunté confundida. Ya que escuchar eso de parte de ella, no era casi normal.
—Creo que alguien está empezándome a gustar, y no me gustaría verlo. No sé, en el fondo aun siento algo por él
—¡_____!
—Debo irme. Te veo luego.
Dije. Besé su mejilla y caminé hacia Justin. Me dedicó una sonrisa y yo le devolví el gesto. Di un paso más colocándome en su delante y él estiró su mano.
—¿Vamos?—preguntó—
—Sí.
Sonreí, ambos subimos al vehículo y Justin emprendió caminó. Paró el carro, ya que el semáforo dio en rojo. Él giró a verme y preguntó:
—¿Estas bien?
—Sí—sonreí—
Ya han pasado dos meses desde mi reconciliación con Bieber. Las discusiones disminuyeron, no del todo. Hacia su esfuerzo para que esto funcione, aunque no quiera aceptarlo, me golpeó… pero solo tres veces. Esta vez me las merecía, ya que tuve gran parte de culpa. A veces debería de permanecer callada, pero no. Siempre abro la boca y nunca pienso lo que digo. Tratamos de olvidas aquellos días. Estas últimas semanas he estado pensando, bastante. Y aun no encuentro la forma de decirle a Justin lo del viaje. Temía su reacción.
—¿Segura?
—Ujum… solo ando cansada, eso es todo.
—Bien…
Me dispuse a ver por la ventana, estaba realmente nerviosa y aburrida a la vez. Miraba a varias personas felices, otras besándose o agarradas de la mano. Niños con sus padres. ¿Algún día me veré así con él? Creo que me estoy apresurando, demasiado. Somos jóvenes, no me veo con hijos, no aún. Cuando el coche paró, me di cuenta que estábamos en frente de mí casa.
—Ya ¿Me dirás que pasa?
Preguntó, giré a verlo. Yo solo mordí mi labio.
—No pasa nada, nos vemos mañana ¿Sí?
—¿Mañana?
Preguntó confundido.
—Prometiste que iríamos a la playa, Justin.
—Lo olvidé.
—Dime que irás. Javiera irá con Christian, no quiero estar sola.
—Veré.
—Vamos. Di que sí.
Rogué. Me quité el cinturón de seguridad. Para sentarme en sus faldas, si tenía que jugar sucio para que acepte, lo haré. Rodee su cuello con mis manos, su respiración se aceleró. O sí, lo tenía.
—Dime que irás.
—Tengo planes, ______.
—¿Por mí?
Pregunté, haciendo un puchero.
—No lo sé, no puedo cancelar así por así.
Pasó su mano por detrás de la nuca ¿Qué acaso ‘aquello’ es tan importante como para dejar a tu novia sola?
—¿Prefieres que vaya con alguien más?
—No.
Respondió serio. Oh, vamos; acepta por una buena vez.
—¿Entonces vas?
—Ya te dije que no sé.
—Por favor.
Susurré cerca de sus labios, roe la punta de mi nariz con la suya y él sonrió. Me incliné más, rosando mis labios con los suyos, me tomó de la nuca, atrayéndome más a su boca. Coloqué una mano en su pecho, separándome de él.
—¿Entonces?
Pregunté coqueta. Haciendo círculos por encima de su playera.
—¿Tendrás que usar esa cosa?
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