Tras dormir bastante tiempo, se levantó tambaleante. Se sentía relajada y con dolor de garganta cuando tragó profundo. Frunció el ceño por el dolor. Era horrible. Sabía que cuando despertaba así no podría hablar gracias al dolor, no era la primera vez que le tocaba dormir en el patio.
Se sentó al filo de su cama con lentitud, su espalda dolía, tal vez haber dormido antes en una banqueta no fue la mejor elección, era eso o entrar a la había... Se quedó pensando por unos segundos con la inquietud que le carcomía, ¿En serio había hablado con ese chico?, O tan sólo había sido algún tipo de ensoñación. Realmente no lo sabía y prefería que fuese así.
Se levantó y buscó algo de ropa para salir, unos vaqueros azules y un suéter, teniendo en cuenta su estado, era mejor salir abrigada porque sino empeoraría.
Salió de su habitación cautelosamente con una mochila en su espalda en la cual guardaba lo necesario para volver hasta la noche, salió de la mansión y caminó, nunca le había gustado ir de arriba para abajo en una limusina, era muy ostentoso y a pesar de los años teniendo esa vida, no se había acostumbrado. Se puso sus auriculares y dejó guiarse por la música y el camino, estaba inquieta, normalmente el camino siempre ayudaba a despejar su mente pero, en ese momento no dejaba de tener esa sensación en el estómago gracias al recuerdo del ojiverde. En serio que no sabía si había sido un sueño o sí había pasado. Bufó indecisa, de ser real estaba avergonzada.
Tropezó con una piedra por estar distraída y eso le colmó la paciencia más de lo normal y estalló en lágrimas de frustración, sólo quería desaparecer, sentía todo su cuerpo tenso y extraño.
— Mierda. — susurró, una y otra vez hasta le vio mil significados a la palabra. Dejó caer su última lágrima y se relajó al ver la casa de Roberto, su mejor amigo.
Tocó la puerta de su casa y rápidamente fue abierta por un sonriente chico castaño de ojos cafés y facciones suaves y atractivas.
— Hola Ann. — habló suave, siempre había sido delicado con Ann, él sabía por lo que pasaba, sabía la fragilidad de su mejor amiga.
Esperó unos segundos hasta que Rob salió y le extendió algo, una bolsa de gomitas que le encantaban, eso la hizo sentir especial, más que eso, querida, no soportó más y se abalanzó sobre sus brazos sollozando, estaba deshecha, deja al castaño sorprendido.
— Me duele la garganta porque dormí afuera, en el jardín, Nick estaba en mi habitación de nuevo. — dicho eso el cuerpo de Rob se puso rígido, sabía lo que ella vivía día con día, él le había propuesto ya hace mucho tiempo escapar, pero ella nunca había aceptado puesto no era así de fácil.
Rob no era mucho de hablar, pero sí de escuchar, en especial escuchar la voz de Ann.
Él no le dijo nada, sólo la abrazó, después de que terminara de llorar empezaron a caminar al auto del castaño para ir al lago en el que siempre se reunían, cerca de él quedaba un restaurante que tenía una ambiente muy bonito y acogedor.
ESTÁS LEYENDO
Sálvame
PoésieAnn sufría mucho, desde pequeña todo lo que su vida implicaba eran lágrimas, sabía que necesitaba algo de dónde agarrarse para no caer de nuevo y quebrarse. Y no se imaginaba que esa mirada fría teñida de verde sería su salvación, sin embargo, con l...