Bajó la mirada abochornadamente confundida, ¿Había pasado o no? Pensaba que estaba muy paranoica por eso, si no había pasado, estaba bien, y si sí, bueno... También estaba bien, pero no tan bien.
— Está delicioso. — Gus le habla maravillado por el sándwich de jamón con queso que le había parecido más delicioso que toda la comida en el Lunch Court.
— Gracias... Mañana te traeré uno solo para ti. — le sonrió como respuesta antes de fruncir las cejas.
— Qué mala persona soy. Me comí tu almuerzo, déjame recompensarte con postre, el que tú quieras. — Ann negó un par de veces pero parecía decidido, además, algo que sí era delicioso de allí eran los postres, debía admitir.
— Está bien, tú ganas. — conforme se levanta y ella nota su altura, vaya, por eso era parte del equipo de basketball, sigue sus movimientos hasta llegar a la barra en donde pide un bol de helado de pistache con crema de avellanas. Sonriente le agradece a Gus que la mira satisfecho.
— Gracias.
— No hay de qué. — volvieron a la mesa y sentía su corazón acelerarse al notar la mirada que Zeliel le lanzaba, no conforme con eso volteó a ver si había alguien más trás de ella, nadie. Elevó las comisuras de sus labios por unos segundos volviendo a sentir esa sensación en su estómago.
Se sentaron y ella gustosa inició a comer el helado, era delicioso.
— Estoy muy emocionada por poder por fin darle la bienvenida a Zeliel que acaba de llegar de Inglaterra, se ha transferido a aquí. Es un chico callado y si se meten con él, se meten conmigo. — habló Celine sonriente mientras que Zeliel mantenía una mueca de fingida tranquilidad, se notaba su incomodidad.
Tocaron la campana, una hermosa reliquia del siglo XIX de bronce puro, sí que sonaba y sabía anunciar algo. La mayoría de alumnos se levantaron y volvieron a sus salones de mala gana. En el camino a su salón se logró terminar el helado y los pensamientos vagaron en su cabeza todo el día, sobre Zeliel. Le sorprendía que estuviera por allí, parecía alguna clase de ensoñación por la casualidad tan... inesperada. A la salida le sorprendió no ver la limusina, su móvil sonó, no quiso contestar por la persona que llamaba, Nick.
— ¿Sí? — contestó con la voz temblando.
— Yo iré por ti al colegio. Estaré allí en unos minutos. — la confusión y el miedo atacaron contra sus rodillas que flaquearon cuando escuchó eso, ¿Cómo era posible?, Se supone que debía estar en la universidad.
— Okay. — dicho eso colgó y se limitó a sentarse en una banqueta cerca de la salida viendo a los estudiantes salir y entrar a limusinas o carros carísimos. Cayó en la conclusión de que algo malo le pasaría esa tarde y no le quedó más que dejar sus ojos aguarse. Se sentía una completa cobarde, tan cobarde que no sería capaz de acabar con todo eso, ni siquiera con su propia vida. Una cobarde. Observó a Rob salir al lado de Celine, cuando él la vio se dio cuenta de la aflicción que mantenía su semblante, preocupado se acercó.
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Sálvame
PuisiAnn sufría mucho, desde pequeña todo lo que su vida implicaba eran lágrimas, sabía que necesitaba algo de dónde agarrarse para no caer de nuevo y quebrarse. Y no se imaginaba que esa mirada fría teñida de verde sería su salvación, sin embargo, con l...