Sus ojos observan la foto, seca la pequeña lágrima que había derramado. Cuando se drogaba se ponía sentimental.
- Zeliel, la mercancía ya está aquí. - sus pensamientos se ven interrumpidos por Spencer, un amigo de armas al que le confiaba hasta su vida, ambos compartían cierta historia que los unía. - Debes dejar de llorarle a los fantasmas. - dice. Zeliel ríe, solo a él le permitiría ese tipo de comentario. - Y debes de dejar de consumir esa porquería. - se lo había dicho miles de veces pero nunca aprendía, sus ojos rojos le indicaban que estaba intoxicado, de nuevo.
- ¿Cuánto esta vez? - el rubio suspira abatido, como siempre cambiaba de tema.
- 20 kg, un mes. - asiente, tendría mucho trabajo que hacer. - Aún me pregunto por qué trabajas como dealer si eres millonario.
- Porque es entretenido. - Spencer ríe carente de humor.
- Ja ja ja, te haces el gánster.
- Algo así. Sabes que mi padre me quiere cerca de los negocios así que voy de a poco. No quiero sentarme como cabecilla de buenas a primeras. - rueda los ojos oyendo al castaño.
- Es una estupidez, pero ahí tú. - ríe por su comentario.
Sale de la casa de su amigo, estaba en un barrio de mala muerte y por ello le tocaba dejar su auto tres calles antes para que no le robaran todo. En el transcurso de la semana entrante iría y vendería la mercancía.
Si su madre lo viera, lo estaría regañando por ponerse en peligro.
- Si tan solo no te hubieras enamorado del hombre equivocado. - susurra por los pensamientos en su cabeza. Su madre, Roxana, vivió un infierno junto a su padre, lo que no entendía era que no fue así desde el principio, ella era feliz, la recordaba contenta y a su padre lo recordaba como alguien intachable, un padre excepcional. Pero cuando él cumplió 10 las cosas empezaron a cambiar y a ponerse violentas.
Sube a su carro y las 4 cervezas empiezan a hacer efecto. Le había gustado la tarde que había pasado con Ann, reía y solo se sentía bien, tranquilo. Ve el reloj y se da cuenta que son las 9 pm, suspira y de a poco se le van cerrando los ojos.
...
- ¡Jodida mierda! Zeliel, levántate. - los golpes en su ventana lo hicieron fruncir el ceño y reacomodarse en su asiento. - Maldito infeliz, con cara de maliante pero duermes como princeso. - toca la ventana más seguido y fuerte.
- Qué... - un resoplido de exasperación resuena.
- Que te voy a patear el trasero, levántate. - sus ojos se abren acostumbrándose a la luz, amaneció en su auto. Reacciona y se levanta, un furioso Spencer lo ve impaciente.
- Buenos días.
- Buenos días será, maldito loco levántate. Tú y tu maldito dinero váyanse al carajo. - dice aventando los dólares que el ojiverde le dejó, se había llevado 200 gr de cocaína. - Si la policía hubiera venido antes que yo y te encuentra dormido y aparte de todo intoxicado y drogado el lío que se nos arma. Y aparte de todo con 200 gr de cocaína... O 100 tal vez, tú dime ¿Ya te instalaste 100?. Tuve que sacar a Tobey a hacer popó hasta acá para que ninguna vecina me reproche y me encuentro contigo.
- Ya tranquilo, ya me voy a ir. - enciende el auto.
- Ve con cuidado. - le lanza un beso al aire.
- No tienes remedio Spencer.
- Y tú menos Zeliel.
Eran las 5:30 de la mañana, al menos le daba tiempo de ir a casa, tomar un baño e ir al colegio. Le dolía la cabeza demasiado y sentía los párpados entumecidos.
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Sálvame
PoesiaAnn sufría mucho, desde pequeña todo lo que su vida implicaba eran lágrimas, sabía que necesitaba algo de dónde agarrarse para no caer de nuevo y quebrarse. Y no se imaginaba que esa mirada fría teñida de verde sería su salvación, sin embargo, con l...