17. Conexión

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Su familia está unida a Génesis por sangre, usted ya tiene hijos y ni siquiera saben que usted está vivo, ya es hora de encontrar a su familia y traerla para que tomen su papel como herederos— el hombre de ojos cafés toma una breve respiración ante las palabras del hombre que lideraba su seguridad desde hace casi ya 20 años. Le daba la completa razón pero temía que sus hijos lo odiaran por desaparecer y dejarlos en la nada, nunca fue su intención pero su pasado era algo que aún seguía pagando.

— Lo haré, pero a su tiempo. — el hombre niega.

— Una de sus pequeñas ya cumple 18 en septiembre y la otra en noviembre. Y uno de sus hijos ya tiene 19. Recuerde que a las familias fundadoras les corresponde no solo involucrar a los primogénitos, deben ser todos. Y deben saberlo lo más pronto posible, sabe que sus nombres saldrán a la luz para cuando suceda la reunión génesis en noviembre y usted tiene muchos enemigos, no es oportuno que vayan por sus hijos.

— Y eso lo sé, pero hace nueve meses regresé de estar escondido por más de diez años. Me perseguían, querían mi cabeza en bandeja de plata. La ventaja mínima de todo es que ninguno de mis hijos utilizan sus verdaderas identidades. Aún tengo que arreglar las cosas no solo de mi herencia, sino también de mi familia y esa última es la más difícil. — toma un sorbo de bourbon para tragar el nudo que yacía en su garganta, era asfixiante. — Pero ten por seguro que pronto apareceré en la vida de mis hijos. — dicho eso último se levantó del sillón de terciopelo y ajustó el saco negro que tenía puesto, en su mano izquierda había una notable cicatriz que mostraba el indicio de una de las tantas peleas que enfrentó. A su mente llegan los recuerdos que lo hacían sentir miserable, sus hijos sin un padre. Sale de la habitación.

Ann

Estábamos visitando el Art Déco en Miami para apreciar el arte de los edificios del lugar, realmente los colores son muy cálidos y llenos de una arquitectura lejos de ser la aburrida gran ciudad. Las fachadas tenían diseños suaves y agradables al ojo, el entorno parecía ser de esas películas de los 80's por los colores. La semana recreativa se pasó rápido y Rob no quiso hablar conmigo, Celine me dijo que le diera un poco más de tiempo y es lo que he estado haciendo. Zeliel ha estado como usualmente siempre está, alejado. A veces sí se acercaba a mí y empezábamos a hablar pero eran pocos minutos, además yo había estado más tiempo con Celine divirtiéndome, ya era viernes y me daba pesar que mañana teníamos que regresar a Atlanta.

— ¡Mira Ann! Tengo hambre. — Celine jala mi mano para señalar un restaurante. Asiento sonriente, se ajusta el sombrero sobre su cabeza, ella no había expresado indiferencia desde la pelea que tuve con Rob y agradecía que no fuera de las personas que guardaban rencor por otras.

— Unas papas fritas y un sándwich de pescado no me caerían mal. — digo eso sonriendo. Recuerdo que eso mismo fue lo que pedí en la caseta con Zeliel.

— ¡Ni a mí! — ambas reímos y ella pasa su brazo por encima de mis hombros, Zeliel venía alejado del grupo y Rob estaba igual, era cómico porque ciertamente ambos tenían cierto parecido en la actitud que tomaban.

— Nuestra última parada del día será en el restaurante Perla, queda frente al mar. — todos hicieron una bulla alegres mientras nos dirigimos a la playa.

Caminamos tranquilamente y nos adentramos a la Perla, definitivamente era un restaurante costoso.

Nos ubicaron en mesas de cuatro personas y nos extendieron la carta, Rob, Celine, Zeliel y yo estábamos en una mesa todos juntos. Rob y Zeliel quedaron frente a frente y se estaban lanzando miradas poco amigables.

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