6. Acercamiento - Omnisciente

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De tan sólo pensar en lo hipócrita que había sido le daban ganas de vomitar, se estaba pareciendo a su padre y eso no le gustó, no deseaba ser lacra como él.

Sabía que si su padre se enteraba que él se preocupaba por la castaña, se encargaría de destruirla hasta no dejar nada, por eso mantuvo un semblante frío, su padre se había encargado de tener oídos en las paredes.

- Ni siquiera es su hija. - protestó el castaño sintiendo la impotencia recorrer su cuerpo, listo para tener pelea con quien se le cruzara en el camino. Su padre rió antes de responder.

-¿Y? Cuando te vengas empiezas desde lo mínimo, ella sólo es el comienzo. - agregó con desinterés. Zeliel se retiró de la habitación molesto, ya quería poder librarse de él, le faltaba muy poco para completar la deuda que le debía a su propio padre, deuda que se pagaba solo con favores, no dinero, debía ser cancelada por completo o de lo contrario le haría daño, no directamente a él y eso era lo que lo mantenía atado. Lo aborrecía con cada gota de su ser desde el momento que había dejado a su madre a la merced de la muerte en ese hospitalucho de mala muerte.

Era lo que se consideraba un pequeño comerciante de marihuana y sustancias de dudosa procedencia, lo malo para él era que caía muy rápido en un agujero negro, se hundió con su propia droga en una habitación sin salida, pero cuando vio a esa castaña verlo, sintió que había decepcionado a alguien, eso le dolió. Todos creían que era rico, y sí, en efecto lo era. Pero su padre se encargaba de mantenerlo trabajando por una causa vacía, él sabía que le encantaba hacerlo hacer cosas que le aborrecían.

En su habitación habían cosas que le recordaban lo débil que era, su vista se nubló por la ira y rompió lo que se le cruzaba. A su mente llegó la mirada de la castaña confundida, decepcionada, triste. Sintió como si su madre lo hubiera visto.

Su padre tenía problemas de alcohol, pero más que eso, era un controlador y por más alcohólico que fuese, lo impecable lo describía. Negocios limpios y fortunas bien amasadas, todo eso frente a una familia disfuncional de una esposa enferma de cáncer y un hijo que no quería ser como él.

Y ahora esto, Roman Ruce era más que un senador, también tenía negocios sucios, pero a diferencia de su padre, era buen hombre. El problema había sido tres años atrás con la inquebrantable promesa de lealtad entre negocio, surgió un atraco que se llevaron los hombres de su padre al ser saqueados con todas las drogas, días después Roman Ruce había aparecido con dinero demás en los bolsillos y con ganas de salir del negocio porque quería trabajar por su propia cuenta, estaba claro. Él había traicionado a su padre y eso se pagaba caro.

Él había hecho trampa y lo que estaba por venir era aún peor, ese resentimiento no se había ido, con el tiempo Mikael Richter hizo que su hijo hiciera cosas entre la familia de Roman. Espiar, si por él fuera, no hubiera regresado de Inglaterra, país donde nació su madre, pero había firmado un acuerdo y a su padre le debía todo. Ahora sólo quedaba seguir para no afectar más personas.

El plan era entra por lo más que se podía en la vida de Ann y manipularla para poder obtener información valiosa. Con eso saldaría su deuda.

No le gustaba pero había una persona que dependía de él y no debía defraudarla.

...

La observó caminar grácilmente, pero con semblante de tristeza, le lamentaba saber que tal vez era su culpa.

- Hey tú, ¿Qué le hiciste? - su prima se acercaba con todo el aire de carácter fuerte que la caracterizaba, se veía enojada también.

- ¿De qué hablas? - preguntó sin saber el porqué de su acusación, o fingiendo no saber.

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