La brisa era cálida y al mismo tiempo embriagante, una mezcla entre tierra mojada, cardamomo, café y la fragancia de Zeliel Richter. Sabía que el ataque de ira que había amenazado con aparecer no había aparecido por nada, la tensión que sintió estando ahí con el señor Richter era notable, incluso escalofriante, su mirada era tan fría, como si despreciara con ella.
— Por aquí. — las manos de Zeliel le rodearon la cintura, pegó un respingo pero no se alejó. Su tacto era cálido, no pudo evitar pensar en Nick, sentía asco cada vez que él la tocaba.
Caminaron cerca de un hermoso roble y tendida estaba una manta amarilla de cuadros y una canasta, era un picnic.
— Sorpresa, espero te gusten los sándwiches, lo hice yo solo así que no es comida gourmet pero sí está rica. Digo yo. — Ann ríe por lo bajo y se da la vuelta para verlo mejor, la diferencia de altura era notable él con su 1.83 y ella con 1.65, tenía que elevar la cabeza para verlo a los ojos.
— Estoy segura que me gustarán. — dice y él lanza una sonrisa de lado inconcientemente, carraspea.
— Vamos a comer entonces. — ambos toman asiento y Ann paciente espera a que el ojiverde termine de sacar los alimentos, dos botellas de jugo de naranja, uvas, galletas, sándwiches y una caja de chocolates Ferrero Rocher, casualmente eran sus favoritos. El ojiverde le extiende un emparedado y ella gustosa lo toma para empezar a comer, era un sándwich de pollo muy delicioso. — Cuéntame sobre ti Ann. — aquello la deja pensando por largos segundos, traga lo que tiene en la boca y toma jugo de naranja.
— No hay mucho que contar a decir verdad. — le resta importancia elevando los hombros, no quería terminar llorando contando su trágica historia.
— Quiero que me cuentes lo poco entonces. — el castaño sonríe mientras se come una uva, sus ojos le examinaban el rostro y eso le ponía muy nerviosa. Traga en seco y piensa cómo librarse de contar su vida.
— M-mejor pregunta tú. — Zeliel ladea una sonrisa de satisfacción mientras eleva el rostro un poco.
— ¿Color favorito? — el aire que estaba conteniendo salió de sus pulmones lentamente, al menos no era una pregunta incómoda.
— Celeste. — menciona tomando un bocado de una galleta que tenía muy buena pinta.
— ¿Cuándo es tu cumpleaños? — inquiere el ojiverde entrecerrando los ojos.
— 19 de septiembre. —Zeliel asiente. — ¿Y el tuyo?
— 8 de febrero. — su semblante dejó un poco de decepción.
— Ya pasó. — susurra, él asiente sin darle importancia.
— ¿Te gusta la playa? — Ann abre los ojos y le brillan, asiente fervientemente.
— Me encanta, sin embargo es un recuerdo vago en mi cabeza, la última vez que fui tenía 4 años y fui con mi padre, no he vuelto a ir porque a mi madre no... — calla, habló de más.
— No te detengas, sigue. — sonríe apenada, carraspea.
— A mi madre no le gusta hacer nada que le recuerde a mi padre. Si a él le gustaba salir al zoológico ella lo aborrece, si a él le gustaba el color amarillo ella lo aborrece, ella es así. No quiere nada que le recuerde a él. — él frunce el ceño.
— ¿Por qué hablas de él en pasado? — ella baja la mirada.
— Él murió. — sus ojos se clavaron en los de Ann, diablos, boca suelta.
— Lamento mucho tu pérdida, no debí preguntar. — nunca sabía cómo reaccionar ante ese tipo de cosas, cuando alguien pierde a un ser querido.
— No te preocupes, mejor cuéntame de ti. — y al ojiverde le incomodó la propuesta porque temía contar demás.
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Sálvame
PoesíaAnn sufría mucho, desde pequeña todo lo que su vida implicaba eran lágrimas, sabía que necesitaba algo de dónde agarrarse para no caer de nuevo y quebrarse. Y no se imaginaba que esa mirada fría teñida de verde sería su salvación, sin embargo, con l...