DÍA DE CULPA

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Una conversación que escuchó sin querer fue el motivo que la tiró a la cama a juzgarse así misma duramente a culparse por cosas que deben ser  pensadas antes de hacerse.

A su lado una taza humeante de té verde le dejaba un ambiente melancólico con olor a culpa, con olor a indisciplina.

"¿Acaso el que encontrara mi campamento había sido una coincidencia, el accidente, el té, el veneno en mi sangre?" Se decía en la mente.

Bueno, ¿Quién podía pensar con los besos de esos labios tibios, fríos, delgados y pálidos pocionistas en el cuello, mejillas y piel, con ese olor potente amaderado que te envuelve por completo la existencia? ¿Era necesario pensar o sólo era aquella ocasión desconcertante por la duda del qué sucederá?

Ella no podía pensar pero lo hacía y es que aunque era prohibida la relación además de ser bastante increíble, sentía excitante tener ese permiso en el corazón de llamarle en secreto a aquél hombre recto, serio e intelectual "Mi amor".

Todo había pasado rápido, ese profesor de pociones estuvo cerca a ella sin otra intención que fuera protegerla aunque en un principio su mal humor común quería expulsarla.

Ella nunca tuvo intención de atravesar barreras o reglas tan tajantes, no quiso conquistarlo o sentir por él lo que ahora sentía.

Y ahora estaban tan enredados, enamorados, necesitando al otro a escondidas. No se les pasaba por la cabeza dejar de verse, sentirse, hablarse si se lo pedían, aunque la idea de hacer lo correcto fuera la primera opción.

Por alguna tonta regla estudiantil o del magister si se enteraban que salía con el pocionista o peor que mantenían una relación prohibida y clandestina ella perdería cualquier beca a la universidad de Francia, su reputación de conducta impecable, sus diplomas de primer puesto en el tercio superior prefectoral y otras cosas más como una catástrofe de relaciones entre casas que antes se odiaban a muerte dentro de Hogwarts.

Él podría ser destituido, eliminado del cuadro de honor de los mejores profesores bajo tutela del ministerio, diplomas por mejores investigaciones en pociones y colaboración con San mungo como principal proveedor de recetarios naturistas, reconocimientos generales por ser un excelente mentor de defensas contra las artes oscuras, estatus en el salón de fama internacional como héroe de guerra y mártir, incluso el mejor sueldo que ahora percibía por triplicado al negarse a volver, convencido por Minerva a estar a cargo de dos cursos en el último semestre.

El pensar en eso la hizo sentir mal del estómago, vómitos, nervios incontrolables, temblores e incluso un ataque de pánico en la madrugada al despertar por el ruido del nuevo búho de Harry afuera de su ventana. Se sentía terrible, que el aire se le iba de vez en cuando.

La conversación fue seria, fue radical, fue una advertencias a los hechos que hasta entonces guardaba porque en un momento de verse con el profesor después de hacer el amor en el campamento pensó que si todos se enteraban le valdría un pie de mandrágora sin embargo ahora tenía mucho miedo de las consecuencias.

Y en fin al menos le aliviaba que no faltaba nada para acabar la escuela y empezar la especialidad como aprendiz durante seis meses más.  No era tonta, las cosas como habían estado sucediendo le revelaron que Snape podría ser por mucho, mejor mentor que cualquier universidad Francesa la cual incluía en su currícula el estudio de cursos con relación a las artes oscuras.

Podría hacer esa especialidad de forma particular ¿Snape aceptaría, o tendría que pedir el cupo en Hogwarts para ser asistente del pocionista? Lo que ella deseaba era estar lejos de ahí y no tener nada que ver con las reglas de esa escuela para así poder salir con él y tener libertad aunque también las reglas del ministerio fueran estrictas aún siendo egresada.

VENENO Y TÉ-MORE  (SEVMIONE)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora