Sentimientos Muertos

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Elliette Kurtzberg Bustier de dos años, estaba sobre su pequeña cama, rodeada de frescos jazmines y narcisos

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Elliette Kurtzberg Bustier de dos años, estaba sobre su pequeña cama, rodeada de frescos jazmines y narcisos. Las delicadas flores desprendían un aroma dulce, el cual se esparció por toda la recamara.

Sus bucles rojos parecían tener un brillo natural, hacían un bello contraste con el blanco del Bonnet de finos encajes y listones, su pálida piel se fusionaba con el color claro del vestido de bautizo que, no hacia hace dos meses había usado.

A simple vista parecía una tierna princesa, esperando el beso de su madre para despertar. De no ser por su carencia de expresión. Culpa del rigor mortis.

Elliette tenía tres días de haber fallecido, la causa: Gripe española, una enfermedad para la cual aun no había cura. Una vez adquirida, la muerte era el único alivio para el infectado.

Félix era el encargado de maquillar el rostro de la pequeña. Ocultó los signos de su estado de descomposición: los del hospital habían tardado en entregar el cuerpo de la menor a su madre.

Los afilados verdes, observaban los rasgos de la menor que necesitaban una capa extra de rubor o talcos. El rubio había arremangado las mangas de su camisa blanca, para evitar mancharla con los polvos sueltos, al ser esparcidos sobre la rígida piel con la ayuda de una brocha.

—¿Está listo el siguiente escenario Nathalie? —inquirió en un tono osco, sin abandonar su labor.

—Si, Madame Caline viuda de Kurtzberg está sentada al centro de las flores, cómo lo pediste, Félix—respondió con voz neutral la sería mujer de lentes. Manteniendo sus manos entrelazadas tras su espalda, en una posición firme.

—¿Dónde está el hijo mayor?

—Al final de las escaleras. Esperando.

El rubio bufo con molestia, el chico parecía el guardaespaldas de la fallecida, lo cual era irritante. Para Félix, el cuerpo de la menor no era más que un cascaron vacío, sentir afecto hacia este era inútil.

—Supongo que le has dicho lo que debe hacer, en cuanto yo baje con el cuerpo.

—Lo sabe—respondió la discreta mujer, que se mantenía de pie junto al marco de la puerta.

Los verdes del zagal observaron a Nathalie: bien podría compararse con una enviada de la muerte, por el largo vestido negro, su cabello azabache recogido en un moño y su rostro sin emociones.

El oji-verde, metió los maquillaje y brochas en una bolsa de papel, para ser desechados. Consejo que le dio su madre Amelie, para evitar un contagio, al haber estado en contacto con la piel de una victima de la gripe española. Nathalie se ubicó al lado del rubio y tomó la bolsa, para tirarla una vez estuvieran fuera de la propiedad de los Kurtzberg.

Félix tomó con cuidado el cuerpo de la pequeña, no quería dañar los retoques recién terminados. La oji-celeste se situó detrás de él, para seguir el trayecto del fotógrafo.

FLM  +18 Felinette// Adrinette (EN HIATUS POR EDICIÓN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora