Félix es un fotógrafo amante del espiritismo y lo paranormal, cosas que está muy de moda en los locos años 20's. Su curiosidad es insaciable, por ello investiga algunos casos que captan su atención. Un día buscando a su primo para que lo acompañe a...
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El silencio reinó en la escena que paralizó a los curiosos. Marinette con su rostro sobre el concreto, llora por el dolor de los golpes. Apoyada en la pared del local, Chloe observa con temor a la persona que la confrontó.
—¡Eres una vergüenza! —recriminó con decepción—tratas a esa pobre muchacha cómo a un animal de carga.
—Ella arruinó mis compras, no podía quedar sin casti...
—¡Silencio! —demandó. Chloe cerró su boca, reprimiendo su enfado. Llevarle la contra era impensable a esa persona—¿Te duele demasiado? —se inclinó cerca de Marinette, acariciando con cuidado sus azabaches cabellos.
—Mi pierna—se quejó, no pudiendo siquiera tocar la zona del muslo por la lesión—no...puedo moverla.
—Voy a trasladarte a otro lugar, dónde te atenderán.
—No tengo suficiente dinero para...—un quejido no le permitió continuar.
—No te preocupes por ello. Deja todo en mis manos—se puso de pie y le indicó a su cochero que ayudara a la joven a subir al auto.
—Ella es sirvienta de mi madre, Audrey Bourgeois—replicó Chloe, al ver cómo su sirvienta era llevada sin su permiso—¡Debe llevar mis cosas!
—Si Audrey tiene una queja—exclamó con altivez—que venga a mi mansión a resolver el asunto—dicho esto, subió al coche que se puso en marcha.
Chloe grito de frustración, al no salirse con la suya y tener que llevar las compras ella misma.
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Félix esperaba impaciente la llegada de Marinette, su pie repiqueteaba contra la acera.
—¿¡Por qué tarda tanto?!—el impaciente fotógrafo, comenzó a caminar buscando el transporte que lo llevaría a un destino en especial. Detestaba ir con más personas en un espacio reducido, pero no tenía de otra, no planeaba perder más tiempo.
Minutos después, tras un tortuoso viaje para él, llegó a la zona de burdeles dónde sabía que encontraría a la persona que enviaría a buscar a Marinette a la mansión Bourgeois.
El joven se desplazaba por las aceras de la indecente zona. Las mujeres desde los balcones le llamaban, invitándole a pasar y ofertando sus servicios, pero Félix hizo caso omiso de ello. Sus pasos se detuvieron frente al Chat Noir en Montmartre.
A simple vista, aquel cabaret-artístico, pasaba desapercibido de los transeúntes. Estaba bastante lejos de la zona de los burdeles y fungía como un lugar donde los clientes podían disfrutar de espectáculos, de teatro y música, pero su encanto estaba en la intimidad de los reservados.
— Dis à Xavier de venir. Dile a Xavier que venga—Félix habló con el hombre que cobraba la entrada.
—¿El motivo? —Pregunto el rubio de ojos verdes, llamado Vincent, que conocía al fotógrafo, por sus múltiples visitas al lugar y sus movidas sucias con los busca recompensas.
