Living without you

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Crowley pasaba caminando lentamente frente a lo que antes era una antigua librería. La librería de Aziraphale. El lugar aún conservaba esas grandes ventanas por donde solía observar al ángel unos minutos antes de tocar la puerta, pero el resto ahora era diferente. El nuevo restaurant que ahí se encontraba no había sido del todo mala idea, pues si había algo que Aziraphale amaba tanto como los libros, era la comida.

Ahora, con el destierro del cielo, su prohibida entrada al infierno y su existencia como un ángel en la tierra, Crowley simplemente se resignó a pasar los días recordando a Aziraphale y viviendo a su manera. Su preciado Bentley ya no estaba con él, había decidido venderlo a un coleccionista de quien se aseguró que solo lo usaría de exhibición, no soportaba la idea de que alguien más usara el auto tanto como él. El departamento también fue vendido y casi todo objeto que le recordaba a Aziraphale, podría sonar bastante extraño de su parte, pero si el ángel no iba estar más con él, era mejor pasar la página.

Lo había decidido poco tiempo después de caer al lago, él había intentado hablar con los más altos rangos del cielo, ya que era un ángel, se supone que podría, pero nunca llegó alguna respuesta. Crowley así comprendió que ya no había nada qué hacer.

Intentó acabar con su vida muchas veces también, quería deshacerse de su cuerpo físico de alguna manera para que su alma desaparezca. Sin un lugar a dónde pertenecer, lo más probable es que eso ocurriera. Pero fue en vano, ese era su castigo, su infierno. Su cuerpo no moría, se curaba solo y resistía, resistía como si fuera inmortal.

Pero no podía quejarse ahora, tenía una tienda de discos y películas (a la que casi nadie entraba) y una mascota fácil de mantener que le hacía compañía. Ciertamente, elegir tener una serpiente como mascota le recordaba su vida como demonio, una que extrañaba en ocasiones, especialmente cuando veía que sus poderes eran limitados y aburridos. Tenía los ojos marrones ahora, sin colmillos ni visión nocturna, además de sus vergonzosas alas blancas que le recordaban la muerte de Aziraphale.

—Sí, sí, ya sé, olvidé alimentarte— dijo Crowley —Comiste una presa bastante grande la última vez, no es que te estés muriendo de hambre ahora—

Crowley sonrió de lado mientras veía a su silenciosa compañera tragarse una rata blanca entera.

¿Cuánto tiempo había pasado desde su destierro? No lo sabía, había dejado de contar el tiempo a partir de los dos años exactos. Ya no importaba, ahora su atención se dirigía a leer por décima vez toda la pequeña colección de libros que logró llevarse de la librería de Aziraphale la última vez que estuvo ahí. Leer las mismas páginas que leyó el ángel, lo hacían sentirse cerca de él de alguna manera.

Entonces ahí estaba, en su pequeña tienda de discos y películas, a punto de volver a abrir luego de la hora del almuerzo. Este era un gran ambiente que se dividía en dos, había un mostrador donde se encontraba el espacioso terrario de su serpiente y detrás, una cortina en la entrada del otro ambiente escondía la privacidad de su pequeño hogar: una cama, un televisor y un baño y una cocina casi sin usar.

Unas horas más tarde, cuando estaba a la mitad de un aburrido libro de Shakespeare, sentado detrás del mostrador, la puerta de la tienda sonó al abrirse.

—Hola, busque lo que quiera, lo atiendo aquí— dijo Crowley sin dejar su lectura

—Oh, hola... —

Aquella voz le resultó conocida, pero él no se dignó a mirar, no hasta que el cliente se acercó a él.

—Buenas tardes, quería saber si en tu magnífica tienda puedo encontrar discos de vinilo—

Crowley frunció el ceño y levantó la mirada.

¡Aziraphale!...

Algo en su mente se quebró que se quedó sin palabras, su lengua no obedecía y sus ojos no daban crédito a lo que veía. Era Aziraphale, justo ahí frente a él, tan real. No vestía igual, ni traía anillo en su dedo, pero era Aziraphale... su ángel estaba frente a él.

Is It Real Love? [Ineffable husbands]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora