Punishment

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Una luz envolvente se hizo presente ante Gabriel y compañía, un grito desgarrador se escuchó e inmediatamente, aquella luz tomó forma conocida para después desaparecer. Ahí se encontraba Crowley, aun gimiendo de dolor mientras que las plumas negras de sus alas se caían y se incendiaban hasta desaparecer al momento tocar el piso sagrado. A medida que cada pluma caía, una nueva nacía dolorosamente, pero de un blanco pulcro. Alas de ángel.

—Bienvenido, ángel— dijo Gabriel una vez los gritos de Crowley cesaron —O debería decir, ¿demonio? Si antes no sabíamos qué eras, ahora no tenemos ni la más remota idea—

Crowley observó por un momento sus manos temblantes, luego subió la mirada observando con dificultad la excesiva blancura del lugar. Volteó levemente y vio con impresión el color de sus alas. ¿Qué estaba pasando? ¿Por qué sus alas eran blancas? ¿Por qué era un ángel ahora?

— ¿Qué...? ¿Por qué estoy aquí? ¡¿Dónde está Aziraphale?! —

Las cuatro autoridades frente a él sonrieron al mismo tiempo y Crowley pudo sentir un nudo en la garganta cuando entendió lo que estaba pasando.

Dos ángeles en uniforme se acercaron a Crowley, y lo tomaron de los brazos aun manteniéndolo arrodillado en el piso. Inmediatamente después, una blanca túnica aparecía en su cuerpo para cubrir su desnudes.

—Aziraphale, el ángel traidor, no pertenece más aquí— dijo Miguel, los demás asintieron en acuerdo

Gabriel se acercó a Crowley dos pasos aun manteniendo esa sonrisa en su rostro — ¿Crees que nos quedaríamos tranquilos sabiendo que había dos... como ustedes afectando el equilibrio natural del universo? —

Crowley siempre fue un alma inquieta que, con el estímulo adecuado, podía ser capaz de responder de la peor manera; sin embargo, ni la sonrisa arrogante de Gabriel, ni las miradas de superioridad de los demás ángeles y mucho menos su reciente ascenso y supuesta redención podían quitarle algo de su mente: Aziraphale había caído por su culpa.

—El placer carnal es un pecado para cualquier ángel— dijo Uriel —Era cuestión de tiempo para que lograras tentarlo—

—No... yo no lo tenté, est-... —

—Oh, por favor, ahora eres un ángel, no sigas diciendo mentiras— interrumpió Gabriel —Tentaste a Aziraphale y con eso lo condenaste—

— ¡No! ¡Aziraphale no cometió ningún pecado! Eso solo fue una demostración de amor ¡Fue la manifestación de nuestro amor! —

—Los demonios no son capaces de amar— comentó Sandalphon mostrando su cruz dorada en los dientes con una perturbadora sonrisa

—Exacto— contestó Gabriel —El pecado de la lujuria fue cometida por Aziraphale y en consecuencia, se va al infierno. Pero... — Gabriel volteó alzando un poco su mano para permitir hablar a Miguel

—Pero en este caso, siendo tú un demonio, la unión de cuerpos hizo que te purificaras. Ascendiste como ángel y Aziraphale descendió como demonio—

Crowley intentó forcejear para liberarse al sentirse abrumado, culpable y sobre todo, confundido. Él era un demonio, pero amaba, lo hacía de verdad, amaba a Aziraphale con todas las fuerzas de su existencia. Esa demostración de amor había sido verdadera, ellos no pudieron haber cometido pecado, eso nunca debió haber pasado.

—Fue un alivio encontrar la manera de devolver el golpe— comentó Uriel

—Estoy de acuerdo— respondió Gabriel

Mientras tanto, abajo en el infierno las cosas seguían su curso, la caída de Aziraphale había reunido a muchos demonios, Hastur y Dagon miraban ansiosos mientras que Belcebú permanecía en silencio sintiendo la presencia de Aziraphale cada vez más cerca.

Hasta que entonces cayó.

Apenas sufrió el golpe de la caída, Aziraphale empezó a sentir el ardor del fuego infernal envolviendo sus alas. Esta se expandió rápidamente cubriendo la longitud de las mismas hasta volverlas completamente negras.

—Bienvenido al infierno, bola de grasa— dijo Belcebú mirándolo a casi tres metros de distancia

Los demonios a su alrededor no esperaron a que la transformación de sus alas terminara para empezar a patear, empujar, e incluso rasguñar su piel. Aziraphale lloró desesperado sin poder escapar. Soportó golpe tras golpe por unos minutos mientras que el dolor en sus alas se volvía cada vez más llevadero, pero en cambio, su cuerpo desnudo no resistía demasiado el maltrato que recibía. Temía perderlo si la situación continuaba.

— ¡Basta! — gritó Belcebú, todos los golpes repartidos empezaron a cesar poco a poco —Si van a golpearlo, aseguren de no dejarlo inconsciente, Lucifer querrá encargarse de él también—

Aziraphale entonces levantó la cabeza lentamente, Belcebú se acercaba a él mirándolo con desprecio.

— ¿En qué clase de híbrido te convertiste? ¿Cómo lo hicieron? — preguntó apenas se detuvo

—Dicen que ambos son inmunes al fuego y el agua bendita, ¿cómo pudieron hacerlo? — dijo Hastur abriéndose paso entre los demonios —Crowley no murió en su juicio y tú no ardiste en el fuego ¿cómo lograron ser inmunes? —

Estaba perdido, Aziraphale había quedado atrapado en su propia trampa. ¿Cómo decirles que había sido un simple truco y que eran tan mortales como todos ellos? ¿Cómo podría confesarles que había mentido sabiendo que esa verdad lo condenaría a una muerte lenta y dolorosa?

— ¡Habla! — gritó Hastur

—No importa, tenemos toda la eternidad para hacerlo hablar—

—Yo no tengo toda la eternidad— susurró entre dientes el demonio

—Yo tampoco—

La voz de Dagon llamó la atención de todos, especialmente cuando alzó su mano y chasqueó los dedos haciendo que el fuego infernal se encendiera en la palma de su mano.

—Eso no le hará nada— dijo Belcebú

Aziraphale entró en pánico, si un poco de ese fuego, así sea una pequeña flama lo tocaba, su cuerpo se encendería en llamas.

—Los ángeles que son desterrados al infierno aún sufren el ardor del infierno— respondió Dagon

—Este imbécil es un híbrido... o lo que sea. No le afectará el fuego del infierno— Dijo Belcebú claramente molesta

—Mierda, entonces dame el gusto de hacerle el camino de la vergüenza—

— ¡¿Qué?! — Belcebú no podía creer la estupidez que había escuchado

Los demonios alrededor empezaron a reír.

El camino de la vergüenza era un clásico en el infierno. Los ángeles caídos serán prendidos en fuego, uno de menor fuerza para que solo provocara quemaduras, y así entre gritos desesperados eran llevados a la presencia de Lucifer.

— ¿Qué clase mierda creen que esto? Malditos demonios inmaduros, ese hijo de puta es la venganza que estábamos buscando ¡¿Y solo quieren jugar con él?! — dijo Hastur

—Tú no te metas, Hastur. Nadie hace esto por tu marido, solo queremos divertirnos primero—

Dijo Dagon para entonces alzar su mano y así lanzar una bola de fuego a Aziraphale, algo que ocasionó lo impensable en él...

— ¡No! ¡Por favor...! ¡No! —

Todos los presenten quedaron en silencio mirando la desesperación que mostraba Aziraphale.

— ¿Qué mierda...? — dijo Belcebú

—Por favor... — susurró Aziraphale —Tengan piedad, se los ruego, por favor—

Is It Real Love? [Ineffable husbands]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora