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Jisung no era tonto, sabía que Chan lo miraba de otra forma, cada vez que lo arropaba para dormir o cuando le acariciaba la cabeza. No eran simples gestos que el mayor hacía por que si.
Pero ahora que lo tenía todo más que claro, le era imposible reaccionar.
Bang siempre iba a ser su amigo, uno de los mejores, hasta lo consideraba como un hermano mayor ya que este lo cuidaba demasiado.—Yo...— intentó hablar pero fue callado por el rubio.
—Shh... No digas nada Jisung— Chan se separó del contrario para poder ver los ojitos brillantes que tanto le gustaban—, solo quería que lo supieras.— acarició la cabeza castaña con todo el cariño del mundo mientras que con su otra mano buscó la pequeña cintura de Jisung. De a poco lo dirigió a la cama.— Espera, estás mojado.
—Me caí al río— murmuró el menor sientiendose nervioso ante tanta atención. Pudo escuchar a su guardaespaldas soltar una risa nasal. Éste le empezó a quitar la prenda con sumo cuidado tratando de no hacer movimientos confusos.
Quedando en ropa interior Jisung se alejó— Yo puedo cambiarme solo— le dijo al rubio, quien sólo apartó la vista sin intenciones de irse—. Mañana es el último día de castigo, podré volver a ver a Felix... De verdad lo necesito, me siento solo.— intentó cambiar de tema, eso hizo que Chan apretará los puños. No esperaba ser correspondido ni nada de eso, pero una respuesta no le vendría mal.
—Jisung.
—Oh Chan por favor— pidió sintiendose como un tonto—, ya sé que es difícil... Pero no puedo corresponderte.
—Me duele Jisung, ya no se si pueda aguantar más— Chan se tocó el pecho casi ahogado, quería ponerse a llorar pero sabía que no debía insistir.
—Entonces renuncia.
—Sabes que no lo haré, necesito el dinero.
—Dinero dinero... Todo el mundo quiere lo mismo— dijo el menor mientras se tiraba a la cama.
—No te enojes conmigo— suplicó el rubio acercándose a la cama. Jisung lo observó con determinación, lo que vió no le sorprendió. Era Chan, su guardaespaldas, su amigo... No le producía ni un mareo, no le causaba la típica aceleración cardíaca que tenía cuando estaba con otro chico. BangChan era hermoso, pero Jisung se sentía tan agusto con el que lo confundía con un familiar, hermano.
Así que suspiró, le tendió una mano.—No estoy enojado— sonrió con dulzura—, quédate conmigo hoy ¿si?
—Todo lo que desees.
Durmieron juntos, con las manos entrelazadas. La calidez no se fue nunca del cuarto por que ambos transmitían sentimientos llenos de amor, un amor distinto al otro. Pero más que verdadero.
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A la mañana siguiente le dieron tres bolsas llenas de botellas a Jisung, quien ahora estaba quejándose por no saber de dónde salían tantas.
—Son de tu cumpleaños, el señor Hwang se las prestó a tu padre con la condición de que se las devuelva más tarde— explicó Changbin mientras caminaba unos pasos atrás del hijo de su jefe.—, por suerte son las últimas que quedaban.
Chan iba un poco más adelante en total silencio, no se atrevía a mirar ni siquiera hablar con Jisung después de lo sucedido el día anterior. Se sentía mal, arrepentido más que nada.
—No puedo esperar a que me den una deliciosa comida en el bar— continuó hablando el pelinegro, llamando la atención de los otros dos que lo miraron confundidos.