El señor Han empujó a Jisung del carruaje, logrando que el menor cayera al suelo dándose un buen golpe en la espalda. Hehjin observó espantada aquella escena, sabiendo que lo que ocurriría después no sería para nada lindo. Sin embargo no dijo absolutamente nada, ya que podría traerle consecuencias.
El padre bajó después y se acercó al cuerpo de su hijo, este estaba asustado y sorprendido. Intentó levantarse, pero Wooyoung fue rápido y le puso uno de sus pies en el abdomen.
-¡Ah!- gritó el castaño, nunca había experimentado esa clase de dolor, jamás lo golpeaban de esa forma, sólo eran cachetadas o a veces empujones, nunca iba más allá de eso. Este día parecía ser la excepción.
El grito se escuchó muy fuerte, ya que era de madrugada y las calles estaban por completo solitarias.
El hombre sonrió cínico al ver el dolor en la cara del menor. Sacó el pie de encima y con una de sus manos tomó el brazo de Jisung para comenzar a caminar, asimismo arrastrando el cuerpo que tanto había cuidado desde que nació.
-Es una pena Jisung- habló mientras continuaba avanzando hasta su casa. El nombrado ni siquiera se podía mover, sentía que su espalda era raspada por el suelo y su brazo quería salirse de lugar por la fuerza que ejercía al ser arrastrado. Su corazón latía tan rápido y su respiración era agitada.
Una especie de tranquilidad inundó la mente de Jisung al llegar por fin a la casa. ¡Allí estaban Chan y Changbin!, ellos vendrían a salvarlo, pensaba el castaño dejando salir un sin fin de lágrimas producto del dolor.
Al llegar dentro del hogar, Wooyoung hizo que su hijo se levante del suelo, sonrió al verle la espalda llena de marcas y sangre.
-Señor Han...- La voz de Chan se notaba cansada, recién despertaba. El rubio tardó sólo unos segundos en procesar la información de lo que estaba pasando justo en frente de sus ojos, los cuales abrió con sorpresa.
-BangChan, ayuda a mi mujer que está afuera... en el carruaje-le ordenó con desinterés. Chan puso los ojos en su lindo Jisung, que respiraba asustado y lo miraba pidiendo ayuda. El guardaespaldas tragó saliva y asintió con la cabeza.
-Si... si, señor Han- dicho eso se encaminó a las afueras de la casa para acatar la orden de su jefe. Jisung estaba en trance, no podía creer que su amigo sé haya ido dejándolo con su padre, quien parecía enloquecido.
-¿Ves?- El padre apretó las mejillas empapadas, haciendo que el menor lo mirase-. Ahora nadie te quiere.
El menor quería gritarle que si, que Minho lo quería, que él estaba enamorado y no importaba más nada, por que Han Jisung se había entregado a Lee Minho en cuerpo y alma, ya no había más remedio. Era un hecho. Pero las palabras nunca salieron de su boca.
Ahora Wooyoung empujó a su hijo por los largos pasillos de la casa, hasta llegar a un lugar desconocido para el menor. Abrió una puerta y ambos se adentraron en la oscura habitación.
Un miedo indescriptible recorrió el cuerpo del menor haciéndolo temblar en el lugar. La carcajada de su padre sólo logró descolocarlo más de la cuenta. Pese a la oscuridad, Jisung podía ver a su progenitor caminar de un lado a otro, buscando aparentemente algo.
Luego de prender unas cuantas velas, las suficientes como para verse de pies a cabeza. El señor Han se paró delante del castaño, sosteniendo en sus manos un látigo largo, con una extensión de cuero en la punta, pero lo demás era puro metal.
-Desnudate ahora- pidió con calma, Jisung abrió los ojos totalmente desconcertado-¡Ahora!
-No... no por favor... papá- balbuceó el menor tratando de acercarse y hablar para llegar a un acuerdo o algo- ¡No hice nada malo!