Capítulo diecinueve

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Marcos Hardy
(26-05-2018) pasado.

Era un día trágico para toda Argentina y Perú posiblemente, debido al terrible accidente aéreo dónde viajaban más de 120 personas las cuales milagrosamente están a salvó, -claro están heridos pero no murieron- exepto por el empresario Pasquarelli que se encuentra desaparecido, las personas lograron salir a tiempo del avión pues luego este explotó. Se dice por ahí que el empresario falleció en ese instante sin embargo la gente dice que el avión no quedo nadie pero, uno con la desesperación de salir creo que no se pudieron haber fijado bien.

Solo deseo que ese hombre esté bien, la pérdida sería terrible para su familia.

Cientos de personas heridas llegan al hospital, la gente de prensa está afuera entrevistando a los familiares de los heridos y alguno que otro doctor, es entonces cuando veo a una mujer entrar desesperada al hospital, luce muy mal, desesperada, para ser sinceros creo que ni ella misma sabe lo que está haciendo, cauteloso me acerco a ella y le pregunto que está haciendo o que necesita.

—Mi esposo— su voz es suplicante, —Tiene que estar aquí, dijeron que todos los heridos que cayeron del avión estarían aquí.

—Oh sí, cálmense, dígame el nombre de su esposo.

Luce muy agitada, sus ojos están rojos de tanto llorar y en una de sus manos sujeta un pedazo de algodón con alcohol, al parecer se ha desmayado antes y no quiere volver a hacerlo.

—Ruggero... Ruggero Pasquarelli, ¿dónde está?

La desesperación es notable, juro que me quedé inmóvil viendo sus ojos suplicantes porque su amado se encuentre bien, pero al parecer ella aún no ha escuchado las noticias, ese hombre a quien nombra está desaparecido. Está es la parte más difícil de los médicos, es horrible no poder ayudar a alguien y darle la noticia a sus familias.

—¡¿Dónde está?!— grita tirando de mi bata.

—Lo siento.

—¿Qué?— eso fue casi un grito, está muy asustada. —¿Que quiere decir lo siento? ¿Está muerto?— ve que no contesto y noto como su mandíbula empieza a temblar y cierra los puños a sus costados, —¡MALDICIÓN! ¡¿POR QUÉ NO LO SALVASTE?! ¡Eres médico! Tenías que salvarlo— golpeó mi pecho una y otra vez, colegas míos intentan separarla de mi, pero les digo que no, comprendo por lo que está pasando.

—Escucha,— digo sosteniéndola cuando la sentí desvanecerse cansada de golpear y llorar a la vez. —él no está aquí,— presta atención a lo que digo. —los rescatistas aun no lo encuentran.

—Está vivo... — escucho su voz en un susurro, la esperanza vuelve a ella y se pone de pie para desaparecer de mi vista.

El hospital estuvo atendiendo con urgencia durante todo el día y no imaginaba que por la noche otro accidente ocurriría, una mujer rubia llegó a recepción, pidió a gritos que la ayudarán que era una emergencia, vi como los enfermeros trasladaban a un hombre en la camilla.

¡Por todos los cielos!

El tipo lucía muy mal, peor que mal, tenía sangre por todas partes y múltiples heridas en el rostro, brazos, piernas, por todo su cuerpo, él no reaccionaba y estaba perdiendo mucha sangre, por lo que rápidamente lo sometimos a la sala de emergencias, luego de la operación no había mucho que hacer por él, todavía no reaccionaba y los raspones en su rostro no permitían que lo observase bien, casi sentía lastima por este hombre en coma, solo Dios sabe cuándo despertara, lo cual es algo horrible para los doctores, no poder hacer nada cuando están en ese estado, entre la vida y la muerte, hay otros casos en los que solo las máquinas te mantienen con vida, que terrible.

CONTIGO HASTA LA MUERTE #AES2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora