Mi pequeña tigresa (Taiga Aisaka fanfic)

Confesión (Parte dos)

Capítulo 21 – Confesión (Parte dos)

La castaña estaba pensativa, ya casi era hora de que termine su jornada. Cuando termine de trabajar pediría su paga, iría a su casa y se metería a la cama a dormir. Estaba cansada y no quería ver a nadie, ni siquiera a Ryuuji.

O a Kaori.

Por Dios, ¿Qué le diría a Kaori? Cuando se vean en la escuela el lunes, ¿Qué demonios haría?

Tal vez lo mejor sería evitarla.

Sí, eso haría. Evitarla lo más que se pueda, por lo menos hasta que todo se olvide.

Había vendido todo el chocolate, toda la jornada se la pasó pensando en la peliamagenta y la vergonzosa situación en la que estaba envuelta ahora.

–¿Taiga?

La tigresa subió la mirada, encontrándose cara a cara con los ojos fucsia de su amiga.

Inmediatamente se sonrojó, entró en pánico y miró hacia otra parte.

–¿C-cómo sabía que estaría aquí? –Tartamudeó la del sonrojo.

–Me lo dijo Ryuuji –Le contestó la contraria.

–¡Maldito Ryuuji! –Pensó Aisaka.

–Oye, sobre lo que pasó...

–¡No te rías! –Le suplicó la ojimarrón, escondiendo su cara en sus manos. Como siempre, se veía adorable.

Kaori soltó unas pequeñas risitas de lo adorable que era.

–¡Estás riendo! –Le regañó Taiga– ¡Te dije que no te rieras!

–No me estoy riendo por eso –Le aclaró su compañera– Irónicamente, me estoy riendo porque nunca me reiría de esta situación.

La más baja no entendió sus palabras, ¿Qué clase de paradoja era esa?

–¡Eso no tiene sentido!

–Está bien, ya no me estoy riendo, ¿Ves?

–En cinco minutos termino de trabajar, cuando acabe y me paguen vamos a hablar –Le dijo Aisaka– Si intento escapar de nuevo tienes que detenerme, por favor.

Nishimura le prometió que no la dejaría ir de nuevo. Después de los cinco minutos acordados, Taiga se desvistió, se puso su abrigo y le dieron su paga en un sobre. Salió de la pastelería junto a Kaori.

–Esta vez la paga fue buena –Le comentó a la pelimagenta mientras miraba el sobre.

–Eso parece, ¿Te lo quedarás para ti sola?

–No, se lo daré a Ryuuji.

–Ya veo...

Ambas dejaron de caminar, viéndose una a la otra. Sin palabra alguna, se dejaron perder en los ojos de la otra.

Era algo mágico, ambas se veían sonrojadas, estaban muy cerca, muy juntas.

Hasta que una voz interrumpió todo.

–¡Taiga!, ¿Qué haces aquí?

Las dos chicas voltearon hacia atrás, viendo a una señora de labios rojos, lentes y ojos café oscuro.

–¿¡Qué haces aquí!? –Le volvió a decir la mujer, tomándole de los brazos.

–¡No me toques! –Pataleó Aisaka, tirándo el sobre con dinero.

–¡No seas testaruda! –Le reclamó la señora– ¿¡Qué crees que vas a hacer tu sola!?

–Oye...Taiga...–Trató de decir Kaori.