Los recuerdos brotan de la psique de los afligidos tras la llegada de la parca

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"Ebrio"

Los rubíes que sus ojos vestían se perdían en la extensidad de aquella superficie de licor en su vaso, pensó con desgano que le quedaba poco para estar totalmente intoxicado y motivado por ese ansiado resultado, termino lo que quedaba en el fondo, alzó la mano, esperando llamar la atención del pacifico hombre que le había servido este séptimo vaso, para pedir un octavo, el mencionado recibió el mensaje pero lo miro con mala cara, ese cliente ya debería estar totalmente pasado, ese rubio no debería tomar mas de eso o podría terminar hecho un desastre sobre la barra. No querían mas ambulancias en el local, eso era mala reputación.

-Disculpe, pero ya no debería tomar mas, es por su seguridad... - indicó de forma serena aquel hombre, negándose a servirle otra copa del mismo fuerte licor que había estado tomando desde que se plantó en esa banca.

-¿hah? no es tu trabajo decirme lo que debo o no hacer, dame otra de estas mierdas, te estoy pagando por esto joder, solo haz tu puto trabajo idiota... - exclamó furioso, con la voz ronca por la sensación abrazadora que el licor le dejaba en la garganta, desde el quinto trago sintió el escozor joderle el habla, también sentía muy poco su lengua, así que, gesticulaba de más al hablar, sus ojos entrecerrados y las mejillas ruborizadas le indicaban al barman que en efecto, era suficiente alcohol para ese cliente en especifico.

El hombre frunció el ceño ante el mal trato del que estaba siendo victima, no podía permitir esa clase de comportamiento en su local, si bien, ese establecimiento no era lujoso y el no era un bar tender profesional, tenia su dignidad, ningún borracho le hablaría así en ese lugar, miro hacia un costado, busco el contacto visual de uno de los hombres con apariencia mas ruda en la barra, y al conectarse sus pupilas, el barman señalo al ebrio cenizo frente a él con un movimiento de cabeza.

El hombre entendió el mensaje casi instantáneamente, se incorporo en su sitio para después caminar hacia Katsuki con puños cerrados, este ultimo notó lo que sucedía y cuando estuvo a punto de gritarle mil improperios al barman, simplemente se detuvo...

-No es necesario traer a tu amigo por mi, me largo de este puto lugar, no necesito un bar para beber... - con ello se levantó de su asiento, no sin antes dirigir una mirada de odio absoluto al barman y a su guarura fornido que le devolvió el gesto.

Salió tambaleante del bar, miro a su costado y vio un hombre vomitando en la acera, pasó de él agarrado de la húmeda, áspera y descuidada pared, la brisa de la solitaria calle golpeó su rostro.

Olía a vomito y alcohol barato al mismo tiempo. Nada reconfortante.

Miró a sus alrededores con el ceño fruncido, empezó su caminata con el aire aun chocando contra sus mejillas, se estaba mareando mucho más ahora que emprendía su camino a casa, antes, sentado en la barra, no era capaz de percibir que algunas de sus extremidades ya no funcionaban correctamente, el alcohol le había entumecido las piernas y los dedos, había calmado su furia, pero no había eliminado el desastre punzante en su pecho.

Porque dolía, y ni siquiera terminaba de entender por qué dolía así de intensamente, la sensación de pérdida era agobiante como ninguna otra, una presión constante, inquietante, por alguna razón esperanzadora.

Esperanza entre la tempestad.

No iba a mentir.

Sentía esperanza de caminar a su departamento y mirar como sus horarios de llegada coincidían con los Izuku, esperanza de toparse con él en el elevador y mantener aquel incomodo silencio que nunca fue capaz de romper, esperanza de encontrárselo muy temprano en las mañanas y ver sus gestos renovados, escuchar aquel "buenos días" susurrante que decía por cortesía y esa tímida sonrisa que solía dirigirle por los nervios que lo caracterizaban ante su presencia.

FEAREST [katsudeku]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora