El silencio que consuela a aquellos en desdicha a causa del luto

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"Silencio"

Desde que tenia memoria, desde que podía hacer uso de razón, había estado rodeado por ello, silencio frío, silencio calmado, silencio incomodo, silencio por todas partes.

Podía sentirlo, los murmullos, los secretos a voces que se expandían cual plaga por aquellos que lo rodeaban, era un veneno para ellos, daño continuo, una quemadura, una picazón, escozor, era aberrante, recuerda las miradas de repudio, recuerda el temblor de los cuerpos, recuerda el pánico en sus pupilas, recuerda su reflejo en los ojos ajenos, lo recuerda. Pero no le atormenta, no le hace llorar, ni sufrir ni nada por el estilo, simplemente están ahí, como algo perturbador que vive en sus memorias, como una laguna en la que le gusta ahogarse a menudo pero nunca tocar el fondo.

Todo es silencio, ¿quien iba a querer romper ese silencio a su al rededor? ¿quien se atrevería? ¿Quien era el deseoso de morir?

"Ella"

Sabia que estaba cerca, llevaba mucho tiempo caminando por el casi invisible sendero entre los arboles, en medio de ese silencio perpetuo con únicamente sus pasos interrumpiendo el sonido de la nada rítmicamente, pisando hojas y ramas secas, pateando piedras sin querer, esquivando raíces, mirando al frente, impasible, estoico.

Había caminado infinidad de veces por ese camino, siempre a lo mismo, solo por él, siempre esperando lo peor.

El bosque era engañoso, los arboles se parecían los unos a otros tanto que podrías perderte fácilmente, todos eran grandes, en todo sentido de la palabra, anormales, eran tan altos que él mismo era incapaz de ver el limite, siempre había creído que llegaban hasta las nubes, los troncos no disminuían su tamaño a pesar de subir demasiado alto, el viento no mecía las hojas, el sonido era tan ensordecedor, era el sonido del vacío, de la nada.

Y por primera vez desde que empezó a caminar ahí, algo mas ademas de sus pisadas podía ser escuchado.

Era esa voz, era ella y ese ruido estático que siempre la acompañaba.

Eran dos sonidos perfectamente distinguibles, el de su voz soñadora y aquel arroyo al lado de su casa.

A medida que se acercaba podía escucharlo mas claramente, estaba ahí, el agua, la fuerza, probablemente ese arroyo era lo único que se movía con naturalidad en ese bosque, el resto de las cosas en el se sentían tan ajenas a lo natural que era incapaz de creer que eran reales. Pronto sintió la voz mas cerca, y podía distinguir que se trataba de un tarareo, era una mezcla que podría asociar a una canción de cuna con timbres de voz irregulares, la verdad sonaba un tanto tétrico.

Supo que había llegado en cuanto sintió una pequeña ventisca de aire mover sus cenizos cabellos y su desgastada gabardina negra, se rasco con desesperación el cuello y siguió adelante.

Vio la casa, y pensó que parecía una vieja choza abandonada, pero podía escuchar su voz ahí dentro, siempre le pareció extraña esa casa, siempre estuvo ahí, antes de que ellos la vieran, antes de que ella empezara a vivir ahí, siempre. Había aire al rededor de la casa, algo extraño si consideraba que en el resto del bosque no había tal cosa. La casa se encontraba escondida entre los arboles y el río estaba a algunos cuantos metros de esta, era como si ese lugar estuviese lleno de arboles desde antes y la casa simplemente hubiese sido puesta ahí, era como si no perteneciera a ese lugar, podía notarlo al ver el árbol que salía del techo de la casa y que de seguro atravesaba gran parte de la sala, pero que aun así, no perturbaba la construcción en lo mas mínimo. Le daba la ilusión de estar viendo dos modelados tridimensionales traspasarse entre ellos, como si de un vídeojuego mal hecho se tratase.

FEAREST [katsudeku]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora