La imperturbable tranquilidad como objetivo de los inquietos en duelo

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"Tranquilidad"

Sabe que está tranquilo, siente su pecho sereno, su cuerpo ligero y su respirar pausado, imperturbable, la sensación de vacío no existe para él, es algo que desconoce, que no ha vivido ahí, entre los brazos de su madre. Su voz le acaricia los oídos, le canta, le recuerda que sigue ahí mientras acaricia su cabeza con gentileza, como lo haría una madre, como lo haría su madre.

Abre los ojos y se topa con esos rubíes que coinciden con los suyos pero no son ni de cerca los mismos, del mismo tono, con el mismo fulgor encandilado pero con mundos distintos en su interior, estira sus brazos hacia el rostro de la mujer y nota sus manos, son pequeñas, como las de un niño.

Su madre sonríe dulcemente y le susurra, le habla como si fuese un secreto, como si le revelara una verdad que nadie debía escuchar.

- Katsuki, ¿Sabes por que duelen los corazones rotos?

Fingió que la respuesta no le importaba y volteo la mirada hacia el cielo, tan azul y soleado que empezaba a cegarlo, miró la cabaña que les prestaba un techo, sentía que la conocía, miró la silla en la que su madre lo cargaba en brazos, la vio mecerse al ritmo de las cigarras, entre la sombra y el viento, vio el verde del campo que se extendía infinitamente hacia donde mirara.

- Que pregunta tan estúpida...

La mujer rió y le pellizcó la nariz, su rostro se enrojeció ante el dolor y se masajeo la zona mientras maldecía a la vieja bruja que le había hecho daño.

- Es cierto que duele cuando te rompen el corazón, duele mucho... Pero al igual que los golpes, solo duele un segundo, pasa tan rápido que no mides el dolor, y lo olvidas...

Ninguna palabra importaba, ninguna importaba por que no las entendía ¿a él que demonios le importaría eso? Solo era un niño, ¿verdad?

- Lo molesto de los golpes son los moretones y lo molesto de los corazones rotos son los pedazos, por que se quedan ahí, clavados en tu piel, punzando por dentro.

El niño miró los ojos rojizos de nuevo, sintió la calidez de eso brazos soltarle y vio una mano apuntandole hacia el frente.

- Él dijo que te esperaría ahí, en donde siempre...

Katsuki no procesó el mensaje pero empezó a caminar hacia el frente, el campo verde había dejado en su lugar un mar dorado de girasoles, amarillo brillante, deslumbrante con el sol, casi cegador. Siguió hacia adelante, su madre ya no importaba, su voz, su calor, su rostro, todo se había fugado de su mente y caminar hacia adelante era lo único importante.

No se detuvo hasta que vio el verde de nuevo, pero no el mismo verde que había visto antes, en el pasto, en la naturaleza, no ese.

Era el verde mas deslumbrante, el verde mas hermoso, el verde mas hipnotizante que le había tocado presenciar, y estaba en sus ojos.

Sus propios colores no importaban, lo único importante era ese verde, esa mirada, ese brillo.

- Kacchan, traje girasoles...

Vio a su alrededor, estaban rodeados de girasoles, rodeados de amarillo, Izuku era tan solo un niño, tenía los dedos llenos de tierra, la rodillas raspadas, la camisa embarrada de barro, la voz endulzada y tres girasoles entre sus pequeños brazos.

Tenia la sonrisa mas grande y blanca que había visto, las mejillas mas rosadas y los ojos mas expresivos que recordaba en su vida. No fue consciente de lo que hacía hasta que llegó frente a él y usó sus manos para estirar las mejillas a su gusto, vio las lagrimas asomarse en esos jades y se detuvo, vio al niño abrir la boca y decir algo, pero nada llegaba a sus oídos, todo se lo llevaba la brisa, junto a esos pétalos de girasol, justo a esas pequeñas lagrimas.

FEAREST [katsudeku]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora