Capitulo 34

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Había pasado medio año desde que me fugé con James de la tortura de Mason, me fui sin pensar en lo desastroso que sería el que me encontrara, pero ya había pasdo bastante tiempo desde que me escapé con mis hijos.

Mi querida Luna ya cumplió los ocho meses de edad y  mi amado Crono la protegía de todo lo malo que la acechaba, eran mis tesoros y yo sería quién los protegiese.

- Maya, me voy a trabajar - la voz de James sacó mi vista de mis hijos, quién estaban jugando a los coches o eso pensaba, porque era Crono quién le estaba enseñando a Luna.

Me asomé por la puerta que daba a la cocina para lanzarle un beso a James, quién me lo devolvió con mucha más fuerza.

Estabamos en una especie de relación, desde que nos escapamos siempre ha estado en mis pesadillas de las noches y con los temores de mi vida, me ha estado apoyando en todo momento y eso lo valoraba un montón, me estaba enamorando de él.

- Qué tengas un buen día - le contesté con voz melosa, sin percatarme de como me estaba mirando Crono, con su ceño levemente frunciño y abrazando a Luna - ¿Qué te pasa amor?

Él solamentee siguió con lo suyo, sin responder a la pregunta que le había formulado.

Volví al interior de la cocina para preparar la comida, la cual sería una paella de marisco ya que tenía muchas ganas de aprender a cocinarla dese mi viaje a España que lamentablemente no fue un buen recuerdo para mantenerlo en mi mente.

Lo había aprendido gracias al móvil que me había regalado James, pensaba que deberiamos de estar conectados y pendientes cada uno, por si a alguno nos pasaba algo. Mason rompió el mío en una noche que le levanté la voz, en un arrebato de ira me lo quitó de mis manos y lo estampó contra la pared que tenía a mis espaldas.

Agito la cabeza de un lado a otro, quería olvidarme de la mierda de etapa con Mason para empezar una de verdad con James, quién me había protegido y me mostraba que me amaba, como toda pareja.

La mañana se pasó volando, entre que jugaba con mis hijos y preparaba la mesa. Mi vida había cambiado a mejor y esperaba que todos esos momentos se repitiesen sin cesar. Con Mason todos los día se me hacían lentos, parecía que el sol era un caracol, pero mis hijos me mantuvieron fuertes porque si no ya me encontraría muerta.

- Ya he vuelto - la puerta principal se abrió mostrando a un James sudado y sucio por su trabajo, que se trataba de entrenador de baloncesto, estaba orgulloso de su equipo.

- Hola querido - me acerqué a la puerta para recibirlo, dándole un casto beso en los labios y ayudarlo a quitarse la chaqueta azul que llevaba encima - Hoy he preparado paella.

- Tiene buena pinta, hacía tiempo que no comía una buena paella - me contestó poniendo las llaves en el armario que estaba situado en la entrada.

- Pero si todavía no lo has probado - le contesté riendo - Además, es mi primera vez así que no va a estar muy bueno.

Él se dió la vuelta y me acercó más a él, quedando mi rostro en su pecho.

- Lo que tú haces siempre va a estar bien - sentí sus labios en mi cabeza, logrando sacar una sonrisa.

- Ya veremos - me alejé de él para ir a la cocina y y tomar la paella para posicionarla en el centro de la mesa del comedor.

- ¡¡¡¡Papiii James!!!! - el grito de Crono me prococó una pequeña risa y dirigir mi vista de como se lanzaba a los brazos de él, quién los mantenía abiertos para recibirlo.

- Cómo pesas ya campeón - le dijo soltándole un sonoro beso en la mejilla - Eso es tu madre, que te da demasiada comida.

Me sorprendí demasiado por lo que dijo, abriendo la boca y poniendo un gesto ofendiada, mientras sujetaba en mis brazos a mi pequeña, quién jugaba con diversión con el pelo.

- Eres malo James - le dije negando con la cabeza - Venga que la comida se enfría.

Dejé a Luna en el trono que se situaba al lado mía, para sentarme yo después y empezar a echar en el plato de Crono un poco.

La tarde se fue volando, entre las risas y los juegos de mesa que nos inventabamos con la imaginación, consiguiendo que la noche se alzara por todos el país y que Luna y Crono se durmieran en el sofa de estampado de flores ,le dije a Jame que era de anciana aquel sofá pero a él le guta por lo que no se lo quité.

- Ahora tenemos toda la noche para nosotros - las manos de James subían con lentitud por mis caderas a la vez que empezaba a disipar besor por todo mi cuello descubierto.

No tardé en lanzarme sobre él para darle incontables besos con fuerzas, sintiendo en mi interior un revoltijo de sensaciones maravillosas.

- Parece que tu también lo sientes - me dijo entre los labios.

Yo solo me reí un poco con  mis labios muy pegados a los suyos, acariciando su suave cabellos tumbados en el sofá, sin importarnos el dolor de espalda que tendríamos mañana a la hora de hacer nuestras necesidades.

- Hueles muy bien - inspiró muy profundo mi cabello, logrando que cerrará los ojos y mi cabeza estuviera apoyada en su fuerte pecho - Me quedaría oliendote todo la vida.

Me separé un momento para ver la sonrisa que le había formado, sin poder evitar soltar  una pequeña carcajada.

- ¿Oliendome toda la vida? ¿No suena bastante raro? - le dije escondiendo mi rostro entre el hueco de su cuello.

- La verdad es que sí - sentí como se reía.

- ¿Piensas que ya me habrá dejado de buscar? - le pregunté después de cinco minutos en la misma posicinedo, consiguiendo que poco a poco me quedara dormida.

Él solo me acariciaba el cabello.

- No lo creo, ese hijo de puta no se cansa de dar por culo - tragó saliva - Tranquila que no nos va a encontrar, y si l hace os protegeré con mi vida.

Unas lágrimas empezaron a rodar por mi rostro, cayendo el en cuello de James y tambier tapando mis sollozos.

¿Por qué no lo encontré antes que Mason?

TorturaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora