Narra Purre
Estaba acostumbrado a que todos me miraran con miedo o pena cuando aparecía con golpes en la cara, pero me di cuenta en ese instante que no estaba preparado para que Pilar me mirara de la misma forma.
Subí los pocos escalones que me quedaban y me senté detrás de ella.
Siendo sincero, me estaba empezando a acojonar bastante que desde que Pilar había llegado a San Francisco, todo lo que me importaba ahora era que tuviera una buena imagen de mí, que no me viera como el demonio que todo el mundo ve.
Una semana y poco más desde que estaba aquí y ya aparentaba que llevara toda una vida en esta ciudad.
Durante estos nueve días que me había quedado en casa para descansar y que nadie viera el aspecto tan horrible que tenía, porque antes era peor, me había dado tiempo a observarla día tras día en su habitación.
Suena de psicópatas, lo sé, pero al final se había convertido en mi programa favorito del día. Y eso que no me gustaba ver mucho la televisión.
Me di cuenta, que aquella chica intentaba ser ordenada y milimétrica, pero en el fondo era un desastre andante. Y a mí me gustaba más así. Me gustaba cuando se ponía a bailar sin preocuparse por si hacía los pasos correctos, me gustaba su cara de frustración cuando algo no le salía o la cantidad de veces que se echaba colonia de más porque no le parecía suficiente. Me gustaban sus gestos de las mañanas y su manía de echar todo a lavar nada más usarlo... Y podría contaros miles de gestos más, pero os acabaría aburriendo.
Eso sí, había dos gestos en ella que eran los que más me gustaban. Uno era cuando por la noche no podía dormir y se sentaba en el banco de su ventana para leer, su cara reflejada a la luz de la luna era incluso más bonita que de día. Sus ojos verdes concentrados en la lectura y como su cara iba cambiando de expresión por cada frase que leía.
Y la otra era que cada vez que podía o entraba en su habitación, lo primero que hacía era mirar a la mía para ver si me veía, para descubrir si estaba bien. Porque aún sin entenderlo, y mirar que lo he pensado mil veces, a aquella chica le importaba.
Jamás me vio en esos nueve días. Yo vivía en las sombras de mi habitación y me las había apañado para que no descubriera que la estaba mirando. Lo dicho, suena de psicópatas.
Observé su pelo rubio desde atrás y me di cuenta a los pocos minutos que no estaba tomando ninguna nota de la clase teórica.
Me dolió saber que estaba en el limbo por la imagen que acababa de ver de mí y decidí sacar un papel y un boli para apuntarlo yo.
La chica de mi derecha me miró como si se me hubiera cruzado un cable y yo la miré de vuelta con cara de pocos amigos.
¿Tan raro era verme tomar apuntes? No lo hacía muy a menudo, pero oye que no soy idiota.
Al parecer sí porque yo creo que cada persona de la sala me miró aunque sea solo una vez para confirmar lo que sus ojos creían que estaban viendo.
Suspiré cansado y seguí escribiendo.
Cuando terminó la clase y pasé por la mesa del profesor me felicitó por mi atención de hoy, cosa sorprendente ya que él y yo nos llevábamos como el perro y el gato.
—Ojalá trabajaras así todos los días. —me dijo antes de marcharse.
—Ojalá te atropelle una bici. —pensé en decirle pero no podía cargarme aquel "bonito" momento.
Me coloqué la gorra de nuevo para que no se me viera ningún rasguño, al próximo que me pidiera quitármela se iba a ir a la mierda porque no lo pensaría hacer.
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Mi vecino me espía [✔]
FanfictionElla era luz y esperanza. Él era oscuridad y dolor. Ella era dulzura y alegría. Él era rabia y arrogancia. Dos polos opuestos que se convirtieron en vecinos, comenzaron a acostumbrarse el uno al otro desde sus ventanas. Ella quería salvarle. Él no q...