Narra Purre
Me había dado cuenta de que estaba comenzando a introducir a Pilar en un mundo horrible y no iba a seguir permitiendo eso. Era tan inocente... Siempre veía el lado bueno de todas las cosas; incluso si estaban destrozadas en mil pedazos, y para nada se merecía vivir lo que estaba pasando. Menos aún preocuparse por mí.
Después de que me dijera aquello, la pedí que me dejara solo y nada más cruzar el umbral de mi casa, cerré la puerta y me deslicé hasta terminar en el suelo.
Me miré las manos que estaban otra vez destrozadas. No me podía creer que hubiera perdido el control por segunda vez delante de ella, pero es que era tan impulsivo...
Thor se acercó a mí y apoyó su cabeza entre mis dos piernas.
—No me mires de esa forma. —le pedí a mi perro que sentía que me observaba con reproche.
Él soltó una queja. —No voy a dejar que la pase nada. —Le volví a decir y giró la cabeza hacia un lado como si fuera una persona y me estuviera diciendo que no me cree. —Es enserio, me alejaré de ella.
Thor me miró por última vez, bajó la cabeza y se alejó de mí.
—Me alejaré de ella. —repetí para mí mismo y apoyé la cabeza contra la puerta de mi casa.
Aunque aquello que dije fue una mentira demasiado gorda...
****************
El viernes llegó y por primera vez en años, odié el último día de la semana con toda mi alma.
Los pocos días que quedaban habían pasado volando.
Mi cara seguía siendo el mapa de Europa con numerosas guerras en ella, pero por lo menos el dolor había disminuido.
Me pasé los patios solo, ya que decidí alejarme de aquellas personas a las que llamaba "amigos", o más bien, decidí alejarme de lo que me hacía mal. Me podría juntar con Jack y el resto, ya que cada vez que me veían por los pasillos me aseguraban que podía regresar al grupo, pero había un único inconveniente: Pilar.
Sabía perfectamente que si me sentaba en aquella mesa, ella terminaría metida en todo en lo que no quería que estuviera. La había estado ignorando estos días, intentaba no cruzarme con ella por los pasillos, cosa difícil porque la mayoría de las clases eran en aulas cercanas a la suya. Cada vez que me hablaba hacia oídos sordos y seguía andando, incluso en casa había pasado de ella cada vez que había llamado a mi timbre. Por lo que no, no volvería al grupo hasta que no se terminara todo.
Miré la hora y me di cuenta que la comida estaba a punto de terminar. Tomé mi mochila y me levanté del césped decidido a ir hacia mi siguiente clase.
— ¡Purre! —escuché que me llamaba su delicada voz.
Ignórala. Sigue andando. Sigue andando.
—Purre espera un momento. —me volvió a decir y aceleré el paso. —José Giménez Zapiola, deja de andar ahora mismo.
Me reí entre dientes al escuchar mi nombre entero y por un momento me olvidé de todo lo malo.
Su pequeño cuerpo se puso frente al mío sorprendiéndome y llamándome la atención por partes iguales y al chocar contra mí, la tuve que agarrar para que no se cayera. Ella se aferró a mis brazos con fuerza y nuestras miradas se cruzaron.
Una semana sin mirar directamente a esos ojos verdes y ya me estaba volviendo loco.
Analizó mi cara al detalle hasta que me miró fijamente con enfado.
—Vos. —me señaló plantando un dedo en mi pecho. —Vas a dejar de pasar de mí y me vas a escuchar.
La miré, la solté de las caderas y pasé por su lado.
—Maldito vecino. —oí que farfulló y se volvió a meter en mi camino.
Suspiré agotado. —Pilar, déjame en paz, por favor.
—No. —me contestó llevándome la contraria y me la quité del medio de malas maneras.
Y claramente, todos conocemos lo testaruda que es, porque se volvió a poner delante de mí poniendo ambas manos en el pecho.
—Escúchame un momento. —me pidió y di un paso hacia atrás para evitar el contacto físico.
Lo pensé. Sabía que si no la escuchaba jamás llegaría a mi siguiente clase.
—Tienes un minuto. — dije cruzándome de brazos.
—Primero, no ganas nada pasando de mí porque yo soy muy pesada y te voy a seguir molestando. —empezó y puse una mueca. —Segundo, no tienes por qué pasarte la vida solo y tampoco tienes por qué excluir a todas las personas que te intentan ayudar. —rodé los ojos. Me recordaba a las charlas de mi madre cuando era pequeño. —Y por último, —dijo cortando la distancia que había y me miró desafiante. —espero que ni se te ocurra ir hoy al CIL o te prometo que me presento allí y te saco con mis propias manos.
Levanté una ceja y sin poder resistirme, me eché a reír. Me miró sin entender nada y la miré sorprendido.
— ¿Me estas amenazando? —pregunté y ella negó lentamente.
—Te estoy advirtiendo. —me aseguró. Acto seguido me sonrío y se marchó por donde había venido.
—Sabes que no me mandas ¿no? —la grité y ella se giró.
—Cierto, pero soy tu amiga o por lo menos es lo que me considero, y los amigos se preocupan los unos de los otros. —contestó.
—No me conoces.
—Créeme, te conozco más de lo que crees. —ambos nos quedamos en silencio.
—Pilar, no tienes que preocuparte por mí. Soy mayorcito para saber cuidarme solo. Y te advierto que si le vas a pedir a Jack que te lleve al CIL... Daros por muertos los dos. —hablé fríamente y ella se mordió el labio nerviosa.
Nos quedamos mirándonos desde la distancia y fui yo quien, enfadado, le di la espalda.
Porque aquella niña, aunque me estuviera volviendo loco, no me conocía, no sabía nada de mí y mucho menos me mandaba.
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Mi vecino me espía [✔]
FanfikceElla era luz y esperanza. Él era oscuridad y dolor. Ella era dulzura y alegría. Él era rabia y arrogancia. Dos polos opuestos que se convirtieron en vecinos, comenzaron a acostumbrarse el uno al otro desde sus ventanas. Ella quería salvarle. Él no q...