Capítulo 22

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Narra Purre

— ¿A quién estamos esperando? —preguntó Pili por quinta vez.

—Cállate. —contestó Isabella de forma borde.

Desde que Pilar estaba allí, su humor había cambio a uno completamente diferente. Aunque la entendía porque sabía que estaba pensando lo mismo que yo: Aitana.

—Menos mal que no has huido como un cobarde. —habló una voz a mis espaldas.

Me giré y me encontré frente a Luck, aquel chico de pelo azul por el que Pilar estaba en parte metida en todo este asunto.

—Te has traído a la chica, eso no me lo esperaba. —comentó mirándola detrás de mí y la guiñó un ojo. —Me alegro de verte de nuevo.

Me interpuse en el medio para tapar su visión. A saber que estaría pensando.

—No está aquí porque yo la haya traído. —contesté. —Ha habido varios cambios de última hora.

Él soltó una carcajada. —Me di cuenta cuando hablé con ella que es muy testaruda. Por lo menos se lo pasará bien. —dijo con una sonrisa y me indicó que le acompañara a solas.

Anduve a su lado hasta que nos quedamos completamente solos.

—Esto es muy sencillo, José. Markus está en alguna parte de las gradas viéndonos y me ha dicho que te proponga algo que puede que te interese. —me dijo.

—Dispara.

—El trato seria este: si tú me ganas, te dejamos en paz y te marchas de todo esto llevándote lo que quieras. —dijo señalando a su alrededor. —Porque sabemos que ya te quieres marchar, amigo. Se te nota bastante. Pero si pierdes, nos tendrás que dar las llaves de tu querido auto y seguirás trabajando para nosotros.

Espera.... ¿qué? ¡SE HABÍAN VUELTO LOCOS!

— ¿El Ferrari? —pregunté esperando que me pidiera alguno de los otros dos autos que tenía.

—Sí, el de edición especial.

El auto que llevaba me había costado una fortuna y mucha suerte. Se lo compré a un ruso hace dos años en una apuesta por menos precio de lo que costaba. Aquel hombre no tenía ni idea de lo que estaba vendiendo. Solo hay tres copias en el mundo como el Ferrari que tengo. Después de que la empresa que los fabricara cayera en banca rota, ninguna otra empresa de automóviles les interesó fabricar más modelos debido a su alto precio de fabricación. Tampoco nadie los podría comprar con lo que valían.

—No.

— ¿No?

—No. Prefiero quedarme aquí una vida entera que daros mi auto. —respondí.

Aunque claramente me iba a marchar antes por lo que era otra razón para decir que no.

Dada terminada aquella conversación por mi parte, me giré dispuesto a marcharme de allí.

— ¿La quieres? —preguntó subiendo el tono de voz.

— ¿Qué? —dije girándome con el ceño fruncido.

—A la chica. ¿La quieres? —preguntó refiriéndose a Pilar.

Aquella pregunta me pilló muy desprevenido.

— ¿A qué viene eso?

—Te gusta, ¿verdad? Es la primera chica que te saca de quicio y te atrae al mismo tiempo. Hace un año que no te veía así... —contestó. —Desde Aitana.

Noté una opresión en el pecho y tragué saliva.

No tenía ningún derecho a compararlas porque para nada eran iguales.

Mi vecino me espía [✔]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora