INTRUSO

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Por fin a salvo. Bueno, más o menos, ahora estaba encerrada con mis heroínas.

Ya era la hora de dormir, por lo tanto, nos teníamos cambiar. Pero ahora tenía otro problema, los baños estaban fuera de las habitaciones, y desafortunadamente no podíamos ir. Estúpido castigo.

No quería que me vieran cambiarme, me daba muchísima vergüenza.

Todo estaba muy silencioso, como en mi antigua habitación, y eso me molestaba ya que en este lugar podía ser yo misma, así que decidí romper el hielo:

-Vaya primer día he tenido- comenté mirando como Romberly se ponía los pantalones del revés.

-Por suerte, bastante tranquilo- contestó Robin dándome la espalda para ponerse su pijama.

¿Tan acostumbrados están a la muerte?

-Pobre Tomás- recordó Romberly- al final sí que fue su último día en este lugar.

- Sí, y también en la tierra.- añadió Obiana sin importancia. -Bueno Riley, ¿Te cambias o esperas a que te haga un estriptis? Mira que una vez empiezo ya no paro. - dijo intentando poner una voz seductora.

-Es que los baños están cerrados, y lo siento, no quiero que me vean sin ropa.-

-Harry Styles tiene 4 pezones, y hasta que no muera, será el chico más sexy in the world- replicó Obiana -además, no pasa nada que te veamos con ropa interior, aunque cueste de creerlo, somos chicas. Unas chicas que no te dirán nada por lo que tienes, te guste o no- dijo acercándose hacía mí-además, créeme que es mucho más incómodo cambiarte delante de tres pingüinos- susurró mirando a la pared.

Obiana tenía razón, no tenía nada que esconder, pero igualmente mi confianza no era tan alta como para hacer una fiesta nudista, así que decidí cambiarme detrás de una de las literas.

Casi eran las 23:00, dentro de poco apagaban las luces. Me estiré en la litera que estaba cerca de la de Robin y Obiana, de bajo de Romberly.

-Oye Riley...- susurró Romberly des de su cama- es que a veces tengo pesadillas... Y bueno... Me meo encima- dijo un poco avergonzada.

A mí también me pasaba de pequeña, pero es que esta chica ya es demasiado mayor. Encima dormía a la litera de arriba.

-Bueno pues cruzas de piernas ¿Sí?- le contesté cansada.

El tiempo pasaba, Robin roncaba como un cerdo, y yo no podía dormir.

Por las noches era cuando más pensaba en mi familia, sobre todo en mi hermana Carla.

No tenía muchos recuerdos de ella, al parecer no tenía muchos recuerdos con nadie.

Solíamos usar los mismos vestidos, a mamá le encantaba vestirnos igualitas, aunque Carla lo detestara, ella era más de pantalones.

Pero un día mamá y Carla ya no regresaron, según mi padre, se fueron para siempre. Como las echo de menos... Y mientras pensaba en mi destrozada familia, me dormí.

Nunca soñaba con nada, y si casualmente mi mente elegía un día para que viviera una gran aventura mental, era hoy.

Uno de los pequeños recuerdos de mi corta infancia apareció en frente de mí. Papá y mamá discutían, Carla y yo jugábamos a las muñecas. Ella tenía una muñeca sin cabeza que intentaba matar a mis queridas Barbies que tomaban tranquilamente el té, y cuando quería morderles la mano, agarraba mi estuche, y lo primero que sacaba de él se lo lanzaba sin fuerza, ya que era una niña de 11 meses intentando defenderse de su hermana de 2 años. Qué tiempos aquellos...

Sé que volverá, tal vez nunca se haya ido.

¿Por qué literalmente pensar en esto me asfixiaba?

Me desperté, y noté como unas manos muy grandes me tapaban la boca, casi no podía respirar. Intenté sacarme las manos que tenía encima de mí, pero la persona me apretaba con mucha fuerza. También intenté gritar, pero con los nervios y el miedo, no podía. Era imposible ver con claridad, la habitación estaba a oscuras.

- Si intentas moverte o gritar, te mataré, y no tendré ni una pizca de remordimiento- ordenó esa voz masculina.

Y de repente, me soltó. Él estaba seguro de que no intentaría hacer nada, que me podía controlar. Estaba tan confusa y adormida, que le hice caso, no murmuré ni una palabra.

-Bien hecho, perrito. Te daría unas galletitas por tu buena conducta, pero últimamente no te estás portando muy bien. A los amos no nos gusta que nos roben nada. Tendré que castigarte, o mejor, asesinarte. - dijo de la manera más seria posible.

Klaus había entrado a mi habitación cerrada con llave. Por favor Romberly, meate encima para mojarme y despertarme de esta pesadilla.

-¿Y bien?- continuó -Mi regla, ahora.- dijo firmemente.

Asustada, saqué la regla de debajo de la litera, y temblando un poco se la di.

-Buen perro, Scooby- me fijé como una sombra se acercaba hacia mí, y seguidamente me acariciaba el pelo. - Pero tú y yo aún no hemos terminado- espetó con calma.- mañana iré a buscarte, para que me ayudes con un trabajito que tengo para ti, pero cuidado que no se te escape de la boca, que ahora ya tengo mi regla, y con un solo movimiento podrá cerrarte el hocico- amenazó severo.

-¿Qué tendré que hacer?- pregunté como de costumbre. -Porque no quiero hacer ninguna locura- añadí.

Escuché como respiró más fuerte, dando a entender que le cansaba, y que no le había obedecido.

-Eso ya lo descubrirás- dijo lentamente- ahora tienes que descansar, que mañana harás una misión muy importante- Noté como se alejaba lentamente de mi cama, y abría con facilidad la puerta.

-Buenas noches, cachorrito - y cerró la puerta.

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Nota de la autora:
-Aquest capítol es per a la Laia, la qual escric aquesta història. Gràcies per escoltar-me literalment cada dia. Que sàpiguis que ja no tinc cap boli teu. De moment.
-Gracias a la fantasma Erika por ser la mejor profe de Literatura y la peor profe de latín. Usted es  una cetis porci 𓃟

 Usted es  una cetis porci 𓃟

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𝖢𝗈𝗇 𝗅𝖺 𝗋𝖾𝗀𝗅𝖺 𝗇𝗈 𝗌𝖾 𝗃𝗎𝖾𝗀𝖺.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora