CANTAMAÑANAS

401 133 110
                                    

Narra Klaus:

Y ahí estaba, después de tantos años, Riley Díaz

volvía a estar conmigo.

Había cambiado mucho, ya no era tan tímida como lo era de pequeña, no se comía el pelo como si fuesen espaguetis y ya no llevaba el pijama de Victorious manchado de pintura.

Mentiría si dijese que no la echaba de menos, pero yo no quería encontrarla, no en ese lugar. Me costará verla sufrir, porque lo hará.

El estúpido de su padre cumplió las ordenes, y se largó con un montón de dinero a otro lugar del mundo, tal vez a Subnormalandia.

Fue fácil saber que era ella, en cuanto me robó la Mari-regla (así bauticé a mi ser inanimado favorito) y vi la marca del triángulo en su nuca. La misma que tengo yo.

Sinceramente no supe cómo reaccionar, no me esperaba encontrarla ahora que tengo que deshacerme de los inmarcados, como lo era Tomás.

Las reglas eran las reglas.

''Si ya no son útiles, haz algo productivo con ellos, mátalos y venderemos cualquier cosa de los cadáveres"

Sinceramente a mí me daba igual quitarles la vida, no me sentía culpable, pero tampoco me sentía superior como los psicópatas. Ellos matan por placer, con algún pasado oscuro y con ganas de perder el tiempo metiéndose en la vida de los demás, ellos sí eran un estorbo.

Yo conocí a uno, de psicópata. Siempre con acertijos y amenazas tétricas. Con sus juguetes para torturar y su ropa manchada de sangre, buscado a personas inocentes para acabar con su vida, haciendo de la suya un completo desastre.

No fue casualidad que el loco encontrase a una chica que tenía problemas emocionales con un pasado aún más oscuro. Con manipulación la convenciéndole que era bueno, la enamoró y al final, la mató.

Como yo digo: typical psicópata. Todos siempre iguales, algunos con más humor que otros, con una vida demasiado aburrida.

Yo era una de sus víctimas, en teoría. Recuerdo el último día que vi a Jesús, y no me refiero a Dios, más bien era un Satán barato de la tierra.

Estábamos en uno de los cuartos de tortura del recinto, había una chica bastante guapa muerta al suelo, y muchas máquinas extrañas llenas de sangre.

4 años atrás:

- Hay un ángel muerto en el suelo, con una botella en la mano derecha, sus órganos están fuera de su cuerpo, pero el cuerpo está intacto, ¿Qué crees que ha pasado?- preguntó acercándose lentamente al chico de pelo negro y ojos azules con un cuchillo en la mano.

-Su abuela le ha pegado con una chancla. - Dijo un mini Klaus sentado en una silla, comiendo una bolsa de patatas. Él observaba cada detalle de la escena, cada movimiento, cada palabra. Parecía ingenuo, pero esconder su verdadero él era una de las cosas que había aprendido en ese lugar.

-Pues no, ¿No te parece obvio?- le dijo el asesino mostrándose un pulmón del cadáver - Parece que no tienes miedo, tal vez sean los síntomas del chip, quien sabe- explicó Jesús encogiéndose de hombros.

-Vamos a ver, fantasmón, entonces porque me preguntas- Le contestó el pequeño Klaus mientras sacaba el tatoo de regalo de las patatas- Toma ya, me ha tocado la abeja Maya- susurró mientras se lo guardaba.

- Crío de los cojones- espetó limpiando el cuchillo- tengo que quitar vidas para hacer que la gente viva más tiempo, no lo entiendo- reflexionó el hombre.

-Y a mí que me cuentas, tengo trece años, no sé que letra sigue después del azul- dijo el pequeño mientras se ponía de pie para irse.

-En fin, la hipocresía- dijo sin escucharlo cogiéndole del brazo con mucha fuerza- bueno campeón, es tu turno- ordenó arrastrándole hacia una de las máquinas.

𝖢𝗈𝗇 𝗅𝖺 𝗋𝖾𝗀𝗅𝖺 𝗇𝗈 𝗌𝖾 𝗃𝗎𝖾𝗀𝖺.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora