LA REGLA

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Nos fuimos rumbo al comedor y por el camino, Obiana se quedó mirando la pared, como si está la estuviera hablando, ya que su cara era de asombro.

- ¿Qué miras? - formulé sin muchas ganas. - ¿Y por qué tengo la impresión de que quieres atravesar la pared? - Cuestioné mirando su pelo liso, casi rubio.

- ¿¡No lo ves!? ¡Es Harry Potter! - Chilló para después mirarme animada.

- ¿Enserio? –

Y antes de que pudiese añadir algo más, replicó:
-Pues claro que no, Harry Potter no existe. Por favor Riley, madura, me caes muy bien, pero es que a veces piensas como si fueses una niña pequeña. Eso es adorable e inocente, pero ¿de verdad crees que Harry Potter está ahí? Dios mío, todos sabemos que si fuese real, Papá Noel lo contrataría para que hiciese regalos y los repartiese con su escoba voladora. Y que yo sepa, eso aún no es así, aunque si los juguetes fueran como los de Toy story...-

La dejé haciendo sus estúpidas teorías porque sí, me había ofendido, y mucho. Yo quería seguirle el rollo como su ¿Amiga? Pero en fin, que hable con sus guitarras bailarinas o lo que sea que vea.

Seguí a todos los internos hacía al comedor, pero antes de entrar escuché unas voces que venían del fondo:
- ¡Riley, espéranos! - Me giré para ver sus dichosas caras. Romberly y Obiana, corrían hacia mí.

Estaban muy cansadas, sudando y respirando muy rápido. Me hizo gracia que se cansaran por correr 5 metros.

Romberly puso mi mano en el hombro, y después de estar treinta segundos sin decir nada, ya que no podía respirar, espetó:

- ¿Enserio crees que Harry Potter de mayor será jardinero? - puse una cara de asco. Genial, otra vez con lo mismo. Miró a ambos lados, y me susurró:
-Oye no te enfades, que yo estuve mucho tiempo pensando que era una marca de sopa. –

Solté una carcajada ante la tontería que dijo Romberly.

-Bien, chicas- anunció Obiana -Vamos a comer, que Pingu nos guarda unas cuantas servilletas-

Me giré para entrar al comedor. Cuando de repente, choqué con un chico.
Me caí al suelo, como si fuese de película, porque como dice mi padre, Riley no es Riley si no es damática.

- ¿Que cojones crees que haces, estúpida? - subí mi cabeza y lo miré.

Sus ojos eran azules y grandes. La gente susurraba con cara asustada. El chico parecía popular, y mucho.
No sabía qué decirle por culpa del dolor de cabeza.

Creo que era el golpe, porque ese chico... Era... Un puto orco. No podía ser un chico normal, una chica, una estantería, cualquier cosa...no, tenía que ser él.

Era muy grande tenía regaliz en sus manos. Me daba un poco de asco. A la mierda, me daba muchísimo asco.

- Puta zorra- fue lo último que me dijo el chico, por qué entró al comedor.

- Gorila de los Alpes de las flores - balbuceó Romberly.

Obiana tendió su mano para ayudarme a subir, y me explicó que ese chico, Tomás, era un chico problemático, pero como hoy era su último día, no me hizo nada, ya que podrían castigarlo sin salir. En su explicación también mencionaba a Trump, los Simpson y la vecina de su abuelo que vivía en una piscina.

Los platos con comida estaban en la mesa: sopa, carne y manzana.
Nos sentamos para comer, y Obiana preguntó:

-Y cuéntanos pequeña mariposa, ¿Por qué estás aquí? -

𝖢𝗈𝗇 𝗅𝖺 𝗋𝖾𝗀𝗅𝖺 𝗇𝗈 𝗌𝖾 𝗃𝗎𝖾𝗀𝖺.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora