Salí del despacho con el corazón en la garganta.
La trabajadora que vino a buscarme ya no estaba, ni ella ni nadie.
Apostaría mi pulmón derecho que el jóven les ha oredando a todos los que estaban que se fueran a otro lugar.No tenía elección, lo tenía que seguir, pero no pensaba ir detrás de él, no era su sombra.
Klaus andaba con sus manos en el bolsillo, tatareando salta salta salta, pequeña langosta, es tan mandón que incluso a las langostas les obliga a saltar.Giró su cabeza para mirarme, alzando una ceja como si le pareciese extraño que alguien pudiera andar junto a él, estar a su altura.
Yo le lanzé una mirada con odio, demostrándole que no podía intimidarme, aunque no era demasiado agradable que me mirase con esa cara burlona y su perfecto cabello.
El recorrido fue silencioso ya que todo el mundo estaba en el comedor.
Mentiría si dijiese que esto no era muy icómodo para mí, en cambio Klaus estaba muy tranquilo, andando como si fuése el rey de Narnia.Sinceramente no sé porque decidí romper el hielo, pero lo hice:
-¿Cómo está Tomás?-Pregunté no muy segura. Su cara siguió siendo la misma, no tenía remordimientos de haber torturado al pobre chico.
-Muerto.- Contestó sín más.Nos detuvimos en una puerta azul, distintas a las demás. Para entrar tenías que poner una clave, y no una llave.
Antes de que pudiera decir alguna cosa le dije un poco enfadada:
-No me creo que no sientas nada, aunque seas un asesíno, deberías sentirte mal.-Sonrió con la boca cerrada, des de lejos se veía que no era una sonrísa sincera, era más bien aterradora.
Silenciosamente me miró a los ojos, analizando mi rostro, intentando encontrar alguna cosa o algún movimiento, tal vez intentaba asutarme.No pasaba por alto lo guapo que era, y lo fuerte que parecía. Pero su poca personalidad y sus ansias de horrorizar a la gente no me gustaban nada.
-Es tu culpa- dijo quitándome de mis pensamientos -tu lo empezaste todo- siguió -si no te hubieras entrometido, tal vez ahora estaría en su casa haciendo algo inútil, pero solo tal vez.- finalizó aún sonríendo.
Encima me ponía la culpa a mí, este tío era imbécil.
-Sabes, yo no quería hacerlo, pero Rob- no pude terminar la frase, porque él habló.
-Shhh, tampoco me cuentes tu vida- dijo serio - lo hiciste y punto.
Por lo que parece eres fácil de manipular, así que no culpes a los demás por no saberte negar a la gente. Sabes, tu amiga es demasido lista para dejarse las cosas, quizá la listilla también te usó- espetó encogiéndose de hombros, hiriéndome un poco.
- Y ahora -continuó- gírate que no puedes ver la clave.- ordenó.Lo hice porque no quería problemas y porque lo que me dijo me dejó sín palabras, no porque fuése Klaus.
-Dos, tres, diez, seis, tres.- dijo mientras apretaba unos botones.
Acababa de decir la contraseña en voz alta, repito, el tonto lo había dicho en voz alta.
La puerta se abrió lentamente, y Klaus entró primero.
-Pasa pasa, que verás mi casa- canturreó con su espeluznante sonrísa mientras me dejaba entrar.
Literalmente era una habitación sin nada.
Parecía una habitación de manicomio, toda blanca y acolchonada. Era muy pequeña, sin ventanas ni muebles. Una vez dentro, la puerta se cerró provocando un chirrido muy agudo.
-No te cortes, siéntate donde tu quieras- dijo mirando al suelo.
-WOW QUE MANSION- grité asustándole un poco- no serás tu tik toker, porque esto parece muy caro, mejor no subo estas escaleras porque tengo miedo de perderme, ni un simple house tour me haces.- contesté bufando, señalándole toda la habitación.
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𝖢𝗈𝗇 𝗅𝖺 𝗋𝖾𝗀𝗅𝖺 𝗇𝗈 𝗌𝖾 𝗃𝗎𝖾𝗀𝖺.
HumorPor problemas económicos, Riley es internada en una granja, donde le prohíben ser otaku, correr por las paredes o hablar en código morse. Poco a poco se da cuenta que ese lugar no era normal, que escondía un secreto. Junto a Obiana, la chica que pu...